VI

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Había comenzado a querer a Christopher,
pero no como ya venía haciéndolo,
sino que de una manera más bonita y especial.

—Hey, Erick.

—¿Qué sucede? —consulté corriendo tanto como mis pequeñas piernas me permitían hasta que pude alcanzarlo.

—¿Cómo te has sentido?

—¿Con qué?

—Ayer te fuiste a dormir temprano porque te sentías mal.

—Oh, ya estoy mejor. Melody me dio un remedio.

—¿Melody?

—La chica nueva que nos cuida.

—Ah. Y... ¿qué tal pasaste tu cumpleaños? —preguntó mientras caminábamos por el largo pasillo del tercer piso.

—Oh... —sentí mis mejillas enrojecer al recordar lo bonito que se comportó Chris conmigo ese día, hace 2 semanas exactamente. Además de abrazarme en la madrugada y dormir conmigo, durante el día se había encargado de mantenerme alegre y sin pensar en el deseo de una extensa familia, llenándome de abrazos y risas por sus tonterías—, muy bien —al oír mi respuesta sonrió demostrando su gran felicidad.

—Qué bien —pensó un momento—. ¿Quiéres ir a la habitación?

—Bueno —acepté. Algo vergonzoso, sentí como Christopher sin voltear a verme buscó con su pequeña mano la mía, sujetándome —. ¿Te sientes mal?

—¿E-Eh? —me miró.

—Solamente tomas mi mano cuando te sientes mal y quieres que llame a una de las chicas.

—Oh, no, no. Estoy bien.

—Ah, okey.

Después de aquella corta conversación Christopher soltó mi mano cuidadosamente y a la vez, con rapidez.

—Lo siento si te molestó.

—N-No, no me molesta —aclaré y sujeté su mano nervioso. Su tacto me agradaba.

—Okey —me miró y me sonrió, haciendo que una peculiar calidez se acurrucara en mi pecho, deseando un abrazo,
un abrazo suyo.

Llegamos a la habitación tomados de la mano, Christopher radiando felicidad y yo como un pequeño tomate, pensando si pedírselo o no.

—Ven, vamos a sentarnos en mi cama.

—No hay que hablar mucho ni muy alto, Jannet duerme —dije de camino a su cama mientras veía los alrededores del dormitorio.

—Está bien —se sentó y me acomodé a su lado. Él soltó mi mano una vez que nos sentamos.

Me quedé mirando el suelo dudoso, chocando entre sí mis pies que colgaban, haciendo un ademán con mis labios.

—¿Te volviste a sentir mal?¿Quiéres que llame a Mel-

—¡N-No!

—Shh, Erick —regañó y apuntó a Jannet.

—Lo siento —despejé mi mirada.

—¿Qué pasa?

—...¿Podría... podría darte un abrazo? —consulté y regresé mi mirada a él unos segundos después al no resivir una respuesta. Al verlo, él me miraba con sus ojitos brillosos, llevé mis ojos a sus labios al verlo sonreír, y respiré tranquilo una vez que me abrazó, sintiendo cómo rodeaba mi cuerpo con calidez y cariño.

—No tienes que preguntarme, abrázame todo lo que quieras. Si fuera por mí, te daría muchos abrazos, como esa gran cantidad de números de los cuales nos habló Stephanie —dijo sin soltarme.

—¿Hablas del millón?

—Sí. Incluso más que un millón.

Sonreí y me acurruqué disfrutando ese abrazo.

Pensando En Ti || ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora