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Buenas gente.

Cuando las letras estén así.
Serán un recuerdo.
Sin más comencemos.

El silenció en la comida familiar ya era algo típico y ensordecedor. ¿Por qué no podían ser una familia feliz de nuevo?. Natasha revolvía la comida en su plato. Por Dios, quería que todo fuera como antes, risas y felicidad, odiaba estar así, le hacía recordar cuando estaba en el orfanato con James.

Natasha sonreía en ese asqueroso lugar. Seguramente haría nuevos amigos. 

En la cena normalmente todos los niños tenían que comer y quedarse callados. El que hablar sería castigado muy severamente. Recordó su primer día allí, tenía 4 años, comenzó a hablar en ese lugar oscuro, su única intención era hacer sonreír a los niños que estaban tristes, pero luego llegó un golpe, y luego otro y otro. Sus lágrimas salían sin entender que había echó mal.

-¡No!.- escuchó a un niño, Natasha sintió que los golpes ya habían parado. Aún así su pequeño cuerpo temblaba debido a los golpes. - Ella no, es nueva, no sabía sus instrucciones señoras. - de la nada el niño termino a su lado con algunos golpes.

-¡Que sea la última vez!- contestó severa. Los demás niños comenzaron a levantar sus platos y limpiar el lugar. El niño a su lado se levantó e intentó levantarla.

- Por favor, si no te levantas volverán a golpearte. - Natasha con temor lo miró, era más alto que ella, parecía que tenía 7 años. Paso un brazo por los hombros del niño e intentó caminar. - Yo te ayudó a mejorarte.

Un movimiento en su pie la sacó de sus pensamientos, miró a James quién tenía cara de preocupado. Tocó su rostro y se dió cuenta que algunas lágrimas pasaban por sus mejillas. Rápidamente secó su rostro y sin apenas haber comido, se levantó de su asiento y se fué a su habitación. James suspiró y miró dónde su hermana se había marchado, sus padres se miraron con arrepentimiento.

- Creó que deberían solucionar de una vez por todas lo que les sucede. - habló James a sus padres.- Estamos muy agradecidos por lo que hicieron por nosotros, pero no quiero que Natasha vuelva a sufrir como en ese lugar. - ahora era su turno de levantarse de su asiento y de manera lenta se fué a su habitación, sabía que no lograría nada buscándola, sería mejor darle su espacio.

La pelirroja miró la hora y frotó su sien, le dolía la cabeza. Suspiró profundamente y se levantó de su cama y fué directo al pasillo. Estaban todas las luces apagadas así que debía tener cuidado de no tropezar con nada. Tanteo la puerta de su hermano y allí entró. James se encontraba durmiendo plácidamente, Natasha se acercó a él y se acostó a su lado. Sintió los brazos de él y se quedó tranquila. Era la única persona que no la había abandonado luego de tantas cosas que pasaron. Se aferró a su pecho y dejó salir algunas lágrimas para luego dormirse. James por sus adentros pensaba en una manera de solucionar las cosas. Quería darle a su hermana la vida que merecía. Graduado de Shield como el mejor francotirador tenía sus ventajas, una vivienda y un auto, pero no quería dejar sola a Natasha. Ella igual que sus amigos estaban en el último año de la Academia. Un poco más y ambos serían agentes de Shield como sus padres adoptivos. Y poco más y ambos vivirían en paz como hace un par de años atrás cuando eran niños y en lo único que debían preocuparse era en jugar.

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Steve mientras tanto, luego de llegar a su casa tiró las llaves en la mesa y se dejó caer en el sofá del salón. Estaba muy cansado, Peggy le había advertido que era un lugar en el que tenías que trabajar mucho, pero salías con grandes exitos y renovado.

Se lamentó no estar ya en una relación, eran buenos amigos pero tanto Peggy como Sharon no lograron encajar en su personalidad. Ambas mujeres eran hermosas, fuertes y responsables, pero a su vez le hacía falta algo en su vida. No sentía ya la misma emoción que cuando inició la relación. Peggy le había cortado por irse a Londres, no quería una relación a distancia. Y Sharon, no se sentía preparada para una relación sería como Steve tanto quería.

-¿Ya llegaste hijo?.- preguntó su padre saliendo de la cocina limpiándose las manos con un trapo. -¿Te aceptaron?.

- Les diré en la cena. - su padre asumió que querría darle la sorpresa a sus hermanitos.
Hablándo de hermanitos, la puerta se abrió por un gran golpe.

-¡Pietro!- gritó la madrastra de Steve. -¡Levanta tus cosas del suelo ahora! Papá y mamá se encargan de limpiar todo siempre. - Wanda, la menor de los tres, entró leyendo un libro, levantó su vista en busca de su hermano mayor y cuando lo vió, corrió a abrazarlo.

- Hola Steve. - besó la mejilla de sus hermanita y esperó a que todos se sentarán a cenar.
Risas y anécdotas del día a día era lo que se escuchaban en la mesa de la familia Rogers/Maximoff. Aún que no eran familia de sangré, para Steve eran sus hermanos, y aún que ella no remplazara nunca a su madre, si le tenía un cariño especial. Recordó el día en que su padre con temor le pregunto que opinaba de que él estuviera con otra mujer que no era su madre.

Steve y su padre se encontraban en un día de pesca entre padre e hijo. Era una tradición de familia que había quedado de raíz.
Steve aún que no se dedicaba a pescar, veía a su padre y dibujaba.
Luego de unos minutos su padre se sentó a su lado.

- Hijo.

-Mhg- hizo un extrañó ruido para hacerle saber que lo escuchaba.

- Debemos hablar de algo importante.- Steve dejó todo de lado y escuchó a su padre.- Verás, se que fue muy duro para nuestra familia la perdida de tu mamá. Era una mujer maravillosa y siempre estará en nuestros corazones. Pero hay cosas que no podemos evitar.
No sé cómo decirte esto pero ... Estoy conociendo a una mujer, ella es muy buena y simpática, tiene dos gemelos, Wanda y Pietro. Se que esto puede ser difícil pero me gustaría que vinieran a comer a casa y los conocieras ¿Qué dices?.

Steve aún confundido asíntio, tanto su padre como él les fué difícil dejar ir a su madre. Sin embargo, su padre merecía ser amado románticamente, y él no era nadie para impedirle, no le desagradaba la idea. Y lo que más lo ayudó es ver que su padre se puso muy felíz. Con el tiempo conoció a esa familia, era muy alegre y reavivó el lúgubre lugar que el llamaba casa. Desde la muerte de su madre se había vuelto un lugar espantoso, pero gracias a esa mujer y sus hijos, podía decir que volvían a ser una familia.

- Familia...- empezó Steve poniéndose de pie. - Me aceptaron.- aplausos y silbidos se escucharon en la casa. Abrazos y besos de parte de su familia era algo que Steve le hacía sentirse en una familia.

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¿Cómo están mis pequeños?.
Otro capítulo y vamos por más.
¿Qué les está pareciendo hasta ahora?.

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