8 de Marzo, 2009.Wagner y yo alquilamos un apartamento con tres dormitorios. Cada uno con objetivos particulares; el de Tommy estaba especialmente diseñado para acobijar a un niño de seis años, cuya imaginación sobrepasaba los límites universales —aún no vivía con nosotros, pero bastante se estaba adaptando —; mi dormitorio era más bien mi santuario de estudio, donde habían libros hasta por arriba de la cama, un tanto desprolijo, pero con un sentido de ser: estaba terminando mi carrera universitaria; y la habitación de mi hermano era un prontuario de folladeras— de saber hablar sus paredes vomitaría historias por demás aberrantes—. Cada vez que pasabas por allí se sentían gemidos y olores corporales varios. Nunca me lograba adaptar a ello.
Ese día, estábamos reunidos en la sala de estar del apartamento, agotados de la rutina general. Inclusive estaba el estúpido novio de Jessica, que, al parecer, a nadie le desagradaba de la misma manera que a mí. Lucía bastante enamorado de ella, pero algo no me cerraba de ese tipejo. El plan "Condor" para atrapar a Luciel, en algún jodido error, había comenzado.
—Deberíamos salir— sugirió Wagner, tendido en la alfombra del piso. Parecía un bichopalo aplastado por una bicicleta.
—Yo opto por mirar una película— ofreció Olga, recostada en el sillón en el que yo me encontraba, con sus piernas sobre mis muslos, mientras yo tomaba café.
—Yo digo que salgamos a bailar— dijo Jessica, simulando bailar, sobre el regazo de Luciel.
—¿Bailar? Amor, creo que estoy un poco viejo para eso— habló el magnate de su novio.
—No mames, Lul. ¿Cuántos años tienes?— preguntó Olga, entre risas brulonas.
—Treinta y nueve, querida cuñada— le guiñó el ojo.
— ¡¿Qué?! Estás hecho un viejo— ironizó burlón, mi hermano.
—Me hacen reír. ¿Cuántos años tienen ustedes?— preguntó Luciel.
—Wagner y yo tenemos veintinueve— respondió Olga—, Alex tiene veintitrés y tu querida novia ya es mayor de edad, así que puedes quedarte tranquilo, cuñadito— tomó un trago de su cerveza.
—Sé la edad de mi querida novia— refunfuñó el rubio.
—Muy bien, los que voten por salir, levanten la mano— dijo Wagner, levantando el brazo.
Olga y Jessica lo siguieron.
—Te los eliges amargados, hermanita— se burló Olga.
—¡Olga!— exclamó Jessica, molesta.
Luciel y yo reímos con cinismo para luego dirigirnos una mirada desafiante. Luciel tomó un trago de cerveza y luego habló con altanería:
—Tal vez, pero yo tengo un negocio de mi soberana propiedad, además de propiedades a mi nombre. No necesito que nadie me ayude con nada. Soy lo suficientemente independiente como para prescindir de las personas y no causarles molestias innecesarias— se sonrió ladino y luego me guiñó el ojo.
—Y yo no me ando comiendo niñas que salen del kinder— le retruqué, molesto.
—¿Cómo dices, pendejo?— Se levantó del sofá corriendo a Jessica a un lado.
—¿Qué te pasa, idiota? ¿Acaso quieres que te parta la madre?— amenacé.
—Por lo menos tengo una madre a la que partir— retrucó con rabia, el rubio.
«¡Oh, no! ¡No dijo eso!»
Me abalancé sobre él provocando que ambos cayéramos en el piso, haciéndolo retumbar.
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¡Papi! |+18| «Bill Skarsgård»
Ficção Adolescente★Nadie es perfecto. ★Nadie nace perfecto. ¿Sinónimo de "errar"? Pues, es mi nombre, con apellido y todo. Me llamo Alexander Victdomus, y soy el clásico ejemplo de lo que no se debe hacer. Si te gustan las historias con progreso personal, muchas caga...