C8: Cambio.

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—Estás helada…—susurró Christopher dejando un pequeño beso sobre la mejilla de la castaña que descansaba entre sus brazos.

—No tengo frío…—respondió. Christopher sonrió.

—En esta relación me haces ver como un débil ¿sabes?—bromeó haciéndola reír.—Tú no tienes frío y yo apenas y puedo dejar de temblar…

—No quiero lastimarte, Christopher…—inquirió la muchacha haciendo amago de apartarse de él pero los brazos del chico se aferraron un poco más sobre su cuerpo.—Chris, por favor…

—No vas a lastimarme, Dan…—murmuró dejando otro beso sobre la piel de la chica.—Vamos a encontrar una manera  de hacer que esto funcione…

—¿Vas a drenarme la energía siempre?—cuestionó. Christopher rio.

—La verdad es que me encantaría que siempre que estés conmigo y pueda abrazarte, tocarte y besarte lo hicieras estando en tus cinco sentidos…pero nada en la vida puede ser tan perfecto y está bien…me gusta de ese modo de todas formas…—inquirió en voz baja.

—¿De verdad estás dispuesto a tener que pasar por eso…?—Christopher asintió.

—Te dije que por ti sería capaz de recorrer cada centímetro del infierno…y es cierto, Dan…—hizo una pausa.—Puedes decirle a Dios que quieres quedarte en la Tierra...aquí conmigo  y tal vez él de apiade de nosotros y te deje quedarte… ¿él es tu padre…no? Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. Y quiere que yo viva…y tú eres vendrías siendo algo así como mi razón para vivir…

Danna suspiró.—Es mi padre…—susurró.—Pero no es tan fácil, Christopher…además nunca lo he visto…nunca nadie lo ha visto excepto los arcángeles porque son los ángeles mayores pero hasta entre ellos hay…reglas…

—¿Y todavía sigues pensando que los humanos somos los complicados? ¡Ustedes también tienen jerarquías!—inquirió frunciendo sus labios de manera divertida. Danna rio en voz baja y negó.—Vamos, Dan…vamos  encontrar una manera de hacerlo funcionar, te lo juro por todas las reglas del cielo…

—No jures en vano…—susurró.—Es uno de los mandamientos…

(…)

—¡Dan!—la llamó Christopher en un grito entrando en el departamento. La chica avanzó hasta él de manera lenta y abrió sus ojos cuando lo encontró sosteniendo varias bolsas del súper antes de colocarlas encima de la encimera.

—¿Fuiste a comprar comida?—cuestionó la castaña apoyando su cadera en la encimera de mármol de la cocina.—¿Otra vez?

—Compré cosas para ti.—anunció sin dejar de sonreírle.

—¿Para mí?—preguntó con incredulidad. El castaño asintió fervientemente.—No entiendo…¿compraste arándanos…?

Él rio y negó completamente divertido.—Es mejor que los arándanos…además es algo que podría ayudarnos a que nuestra relación funcione…—hizo una pausa.—Vamos a ver…la primera vez que tomaste café y comiste helado pasaste tres días inconsciente…después cuando comiste helado con Richard tu energía se drenó lo suficiente para que ambos pudiésemos tocarte sin correr peligro…pero no lo suficiente como para que durmieras...—Danna asintió lentamente sin despegar sus ojos de los del castaño.

—En realidad lo que comí con Richard fue raspado…no helado…—lo corrigió.

—Bueno…—murmuró y se quedó en silencio un largo momento.—Tendré que conseguir raspados después pero por el momento vamos a intentar con esto.—anunció sonriéndole.—Estuve buscando en todo el supermercado y encontré caramelos agridulces…

—¿Agro…que?—cuestionó llena de confusión  y Christopher se echó a reír de inmediato.

—Es decir, son dulces azucarados pero a la vez están ácidos…de esa manera no recibes toda la energía que proviene del azúcar…pero con el caramelo tu energía se drena lo suficiente para que me puedas tocar…—le explicó lanzándole una amplia sonrisa.

—¡Los humanos son tan complicados!—comentó tomando asiento en uno de los taburetes. Christopher negó divertido y le tendió una caja color azul cielo.

—Vamos, intentemos…

—¿Justo ahora?—cuestionó asustada.

—Pues claro…no tienes ni idea de las ganas que tengo de besarte…—confesó y  automáticamente una sonrisa se instaló en los labios de la castaña.—Me gustaría poder besar a mi novia sin tener que preocuparme por si puede freírme o algo parecido…

—Chris…—susurró.

—Es broma, vamos. ¡Come!—le indicó.

EL BESO DE UN ÁNGEL (EBDUA #1)|Christopher Vélez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora