C4: Trasmutación angelical.

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Christopher entró en su departamento con pasos lentos sintiéndose completamente rendido. Richard no había dejado de insistir con el hecho de que les armase una cita a ciegas con Danna y él se había negado tantas veces como le hubiese sido posible.

Dejó escapar un largo suspiro sacándose el abrigo húmedo por la torrencial lluvia que estaba azotando la ciudad en ese momento y se dejó caer descuidadamente en uno de los sofás. El silencio que reinaba en ese momento era tan aterrador que por sólo un momento sintió miedo.

—Danna...—la llamó finalmente. Esperó pacientemente un par de minutos por una respuesta y sus cejas se fruncieron cuando esta nunca llegó. Se puso de pie y camino por el pasillo hasta la habitación de huéspedes. Golpeó suavemente pero nadie atendió.—Danna...—la llamó de nuevo.—Ya sé que estás molesta conmigo por todo lo que te dije y realmente me gustaría disculparme contigo...—inquirió en medio de un largo suspiro.—Sé que no debí decirte que querías que desaparecieras de mi vida...y estaba mintiendo, de hecho y sé que tú dices que mentir es malo pero sólo lo dije en el calor de la discusión aunque en realidad el único que estaba discutiendo era yo...—musitó.—Danna, por favor ábreme la puerta...—murmuró. Posó su mano encima del pomo de la puerta y cuando este cedió el corazón de Christopher se aceleró. Abrió la puerta por completo y la soledad le dio la bienvenida.—Danna...—susurró.

Danna finalmente se había ido. Christopher inspiró profundamente y un momento después se sintió la peor persona sobre la faz de la Tierra. La chica se había marchado y todo era culpa suya.

El sonido de la timbre de la puerta se hizo presente y con ello el corazón del castaño se aceleró. Avanzó con pasos apresurados y cuando abrió se encontró con Joel y Richard.

—Como dijiste que Danna había estado un poco enferma la noche de ayer y que por eso no podía exponerse al cambio del clima tan brusco que tenemos justo ahora entonces pensamos que sería bueno que viniésemos a visitarlos...—le informó Joel.

—Hemos traído comida china así que esperamos que les guste...—agregó Richard sosteniendo un par de bolsas en las manos.

—¿En dónde está Dan...?—cuestionó Joel frunciendo sus cejas.

—Eh...pasen...—murmuró Christopher haciéndose a un lado para dejarlos entrar en su departamento e ignorando de paso la pregunta de Joel.

¿Cómo se supone que iba a responder si ni siquiera él mismo sabía dónde diablos estaba Danna? Bueno, no es que no supiese; era más bien que prefería fingir que no sabía y tal vez entonces; sólo tal vez la culpa que sentía comenzaría a desvanecerse.

—¿En dónde está Dan?—repitió Richard dejando las bolsas encima del desayunador de mármol de la cocina.—Chris...

—Danna no está.—anunció.

—¿Qué...?—susurró Joel.—Pero tú dijiste que...

—Sé lo que dije...—inquirió en voz baja.—Es sólo que...

—Chicos...—Joel y Richard se giraron de inmediato encontrándose de frente con Danna envuelta en su vestido blanco, descalza y con zarcillos decorando su cabeza pareciendo completamente radiante.—Hola...—los saludó ofreciéndoles una pequeña risita amable.

La mandíbula de Christopher casi llegó al suelo pero se obligó a mantener la compostura. ¡La había visto aparecer de la nada! Y no sabía cómo diablos había pasado pero ella tenía el mismo aspecto que había tenido el día en el que se habían conocido.—¿Qué te pasó, Dan...?—cuestionó Joel observando la vestimenta de la chica.—¿Vas a alguna fiesta de disfraces o algo que se le parezca...?—agregó en medio de una risita divertida.

EL BESO DE UN ÁNGEL (EBDUA #1)|Christopher Vélez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora