III

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ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 3

¿ϙᴜᴇ́ sᴇ sᴜᴘᴏɴᴇ ϙᴜᴇ ʜᴀᴄᴇɴ ʟᴏs ᴘʀᴏᴛᴀɢᴏɴɪsᴛᴀs ᴄᴏɴ ᴇʟ sᴏʟ? ¿ғᴏᴛᴏsɪ́ɴᴛᴇsɪs?


Lo sé, lo sé mi viaje a Francia fue demasiado corto, ¿no? Bueno al menos para ustedes fue solo un capitulo, pero no para mi.

Luego de haber salido del hogar de Lafayette me dirigí de vuelta a la posada en la que me quedaría. Una pequeña casa con pinta de haber estado en ese lugar durante mucho tiempo, al interior había una especie de bar y luego casi al fondo las escaleras que llevaban en dirección a las habitaciones.

La habitación en la que me estaba quedando era pequeña; había un baño, una cama individual y un pequeño escritorio, frente a este había una ventana que daba en dirección a la calle, como es de esperar camine directamente al escritorio sentándome y buscando en mi mochila algunas hojas, pluma y tinta.

Y sí, como había prometido escribí una carta a mi madre informando que estaba ya en Francia. Obviamente y como seguro esperan de mi parte no le conté sobre Lafayette, ni sobre mi intento de investigación, eso era para Thomas.

Thomas Jefferson, ese hombre alto, moreno, de cabello esponjado y olor a tabaco. Ese hombre de sonrisa relajada y mirada divertida, daba la impresión de que nada podría echar a perder su ánimo. Lo siento ¿estoy hablando mucho? El hombre es realmente importante para mí.

Como sea, dejando de lado las ridiculeces de este joven enamorado comencé a escribir una carta romántica digna de un Hamilton. Obviamente no era como la famosa carta que mi padre envió a Laurens pero era algo. Solo bromeo, lo único que hice fue escribir al moreno que es lo que había hecho desde que partí de mi hogar.

Al terminar de escribir guarde cada carta en un sobre y luego camine hasta la cama en donde suspire al recostarme, haber escrito para Thomas me había hecho recordar lo lejos que estaba de él. Decidiendo no pensar ni torturarme más con ello me acomodo en la cama listo para descansar, sonrio cerrando los ojos quedándome dormido pocos minutos después de haberme acomodado.

☪︎

Escucha, sería genial poder decir que luego de una larga noche de descanso desperté y subí al barco que me llevaría rumbo a Inglaterra sin problemas, pero mi vida no es así de fácil y perfecta.

Por la mañana desperté y en cuanto lo hice la luz del sol me dio completamente en la cara dejándome ciego y atontado durante algunos segundos. Nunca entendí por qué los protagonistas se levantan en cuanto el sol se asoma, ¿que se supone que harán? ¿Fotosíntesis? En mi caso solo me cubriría con las cobijas para que el sol no interrumpiera mi sueño, pero hoy no podía, tenía cosas que hacer.

Luego de tallarme los ojos y que mi ceguera momentánea se esfumara me levanté de la cama para poder arreglarme, empecé atando mi esponjado cabello en una media coleta, me vestí y tomé mis cosas para poder salir de la posada, no mentiré, lo primero que hice al estar en la calle fue buscar un lugar en el cual pudiera comer algo. No quieren conocerme con el estómago vacío, además de que mi cerebro no funciona bien con hambre soy insoportable cuando no hay nada en mi estomago.

Como sea, mi mañana se fue por el caño cuando unas grises nubes empezaron a oscurecer el cielo francés, era obvio que se acercaba una tormenta así que tendría que apresurarme a llegar a mi transporte o terminaría empapado gracias a la lluvia, empapado y tembloroso como un Chihuahua.

Sobre mi desayuno no hay mucho que contar, apenas había algo de gente en aquel pequeño restaurante, una mujer y su pareja estaban sentados casi al fondo del lugar en sus rostros había una sonrisa boba, paseó mi mirada por el establecimiento encontrando a una joven la cual tendría cerca de unos veinte años, ella solamente estaba leyendo mientras tomaba lo que parecía ser un café y finamente las otras personas además de mi eran un hombre moreno y de complexión fuerte acompañado de un joven notoriamente más joven y pequeño, quizá algún tipo de comerciante y su aprendiz.

No hay nada interesante para contar sobre ese momento, solamente desayunen tan rápido como pude y salí prácticamente corriendo pues el cielo amenazaba con dejar caer una tormenta sobre nosotros. Al estar en el barco camine por la proa acercándome al barandal que impedía que tontos como yo cayeramos al agua... Bueno no siempre lo impedía.

La brisa marina golpeaba mi rostro y el olor a agua salada inundaba mis fosas nasales, el agua debajo de nosotros se movía un tanto agitado pero no lo suficiente como para tener miedo, en el fondo podía escuchar conversaciones de otros pasajeros, algunos charlaban tranquilamente mientras que otros estaban quizá peleando o eso parecía por el volumen en el que se hablaban, no lo sé pero la curiosidad pudo conmigo así que termine volteando, al hacerlo me encontré con el mismo hombre y joven que se encontraban en aquel restaurante.

Simplemente me quedé en silencio mirando la discusión entre el hombre y el jóven frente a él, en realidad no entendia la razón por la que estaban peleando, pero vamos ¿que otra cosa podía hacer estando yo solo a bordo de un barco? Cuando ambos por fin terminan de discutir el jóven comienza a caminar hacia donde yo me encontraba.

Al llegar solo se detiene junto a mí recargandose en el barandal para mirar hacia abajo, al océano que se encontraba debajo de nosotros.

—Esto es ridículo —Se queja aquel muchacho mirando atentamente hacia abajo, en el agua se reflejaba su rostro y las grises nubes que se acumulaban sobre nosotros —Simplemente ridículo.

—¿Está todo bien? —Pregunto meramente por querer hablar con alguien al menos durante algunos minutos.

El jóven voltea para mirarme, al hacerlo puedo verlo mejor que antes, parecía ser tan solo un par de años mayor que yo, era moreno al igual que el otro hombre, su cabello era corto y de un color negro, su mirada era una de esas que te dicen que todo estará bien aunque no sea así. El moreno me mira y simplemente niega levemente, más para si mismo.

—Lo siento, solo... Es ridículo esto que estoy haciendo.

—¿Viajar a Inglaterra?

—Sí, mis razones de ir son... —Suspira de forma cansada antes de apartar la mirada como decidiendo si estaba bien contarme lo que fuera que iba a contarme —Son razones tontas y ridículas cuando te pones a pensar.

—Bueno, no eres el único que está viajando por razones ridículas.

—Dudo mucho que eso sea cierto —El jóven mira el anillo que tenía en su dedo, un anillo con un emblema que seguramente también servia como un sello —Lamento haberte molestado —Dice aquel chico decidiendo finalmente que no era digno de conocer el motivo de su viaje.

—Está bien... Soy Philip, Philip Hamilton —Extiendo mi mano hacia el moreno esperando que este la estrechara y al menos dijera su nombre.

—Un placer Philip, mi nombre es George Eacker.

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Buenas 7u7
Muchas gracias por leer espero que les haya gustado ^^

Así que... Aquí entra Eacker como que empieza a oler a muerte ¿no creen?

➺ideas comentarios insultos

-ѕαγοκο✿

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