VII

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ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 7

ᴜsᴏ ᴇʟ ᴍᴇᴊᴏʀ ᴅɪsғʀᴀᴢ ᴅᴇ ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ

Esa tarde hacia frío, las nubes grises cubrían el cielo amenazando con una tormenta. Al bajar del carruaje en el que me encontraba camine con toda la naturalidad posible en dirección a la puerta del hogar de Laurens.

No saben lo mucho que me gustaría decir que mi plan funcionó y pude entrar sin problemas a la casa, de hecho estoy seguro de que habría funcionado… Si no fuera por que John Laurens se encontraba en casa. ¿Acaso el universo me odia?

La mujer que se encontraba frente a mí al otro lado de la puerta dudó por unos momentos llamándome “Señor Laurens”. No negare que deje escapar una sonrisa satisfecha, hasta que ella hizo una mueca y dio un paso atrás comenzando a cerrar la puerta; como es de esperar puse mi mano para detenerla.

—Necesito entrar —Digo olvidándome de mi intento de disfraz —Por favor tengo que hablar con John Laurens.

La mujer responde algo sobre que el pecoso estaba ocupado y no atendería a un niño, acto seguido nuevamente intenta cerrar la puerta para evitar que yo entrará, como seguramente es obvio termine molesto con ella, Laurens estaba en casa y yo estaba siendo tan amable como podía para que me dejaran verlo, sin embargo aquella mujer seguía sin darme paso. Honestamente no voy a decirles que fue lo que le grite, se que hay damas leyendo esto y no quiero dejarles una mala imagen de mi, solo dejemos el asunto en que los gritos e insultos fueron lo suficientemente llamativos como para hacer que cierto castaño de pecas se apareciera en la puerta.

Así que ahí estaba él, John Laurens, mirándome con ese porte tan confiado que tenía, su mirada además de confusión y quizá algo de molestia por haber tenido que salir, también parecía tener cierta pizca de diversión. Claro, no todos los días ves a una mini copia tuya peleando con tus empleados.

Él al verme pide a la mujer retirarse para luego invitarme a pasar a su oficina, tengo que decir que no esperaba esto, había planeado e imaginado miles de escenarios, menos este, en donde el pecoso estaba su casa, yo armaba un alboroto y luego él me invitaba a pasar, pero no podía quejarme. Estaba adentro y tenia que aprovechar la oportunidad.

☪︎

El silencio reinaba en los pasillos mientras Laurens y yo caminábamos en dirección a su oficina, él unos cuantos pasos delante mío, lleno de incomodidad mi cerebro comienza a buscar una manera de distraerse, quizá sería por el estrés o el nerviosismo pero en ese momento recordé mi sueño, aquel en el que veía la muerte de mi padre.

—Philip deja eso —Dice Laurens deteniéndose de repente, lo imito deteniéndome unos pasos detrás de él.

—¿Perdón? —Cuestiono verdaderamente confundido, no estaba haciendo nada.

Lo miró atentamente dándome cuenta de que parecía algo alterado, como si hubiera recordado algo que no quería, lo entendía a la perfección.

—¿Se encuentra bien, señor Laurens? —Su mirada se posa sobre mí, parecía estar examinándome con la mirada, sus ojos verdes color esmeralda daban la impresión de saber exactamente lo que estabas pensando.

—Estoy bien solo… —Niega levemente decidiendo no decírmelo, suspira antes de apartar la vista —Continuemos.

Sin decir nada más el hombre nuevamente empieza a caminar, confundido y con una mueca en el rostro lo imito caminando como hasta hace unos minutos detrás suyo. Antes de llegar decidí soltar mi cabello deteniéndome un momento para atarlo en una media coleta, te diré dos cosas.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora