En cada estrofa, sus lágrimas se entrelazan con las letras, desvelando la inestabilidad que brota de su quebrantado corazón, las penumbras de su existencia se tornan versos etéreos, y en cada poema, su voz fluye como un río de suspiros.
En el lienzo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Cuántas veces, oh dulce amor, mis sentimientos se desplegaron sin razón aparente?
¿Cuántas veces, oh amado, mi corazón te entregó sin memorias que me guíen?
Innumerables veces, te amé, Sin ninguna base que lo justifique.
Amé como golondrina sin nido, como tortuga sin caparazón, como polluelo perdido, como joven sin mapa ni brújula.
¿Cuántas veces, amor mío, Rechazaste a una estrella de fuego?
Por eso ahora comprendo:
Se ha fugado el cometa que esperabas cada noche, el boleto que celebraría tus triunfos se ha escapado, el boleto que habría de conducirte hacia tu destino.
¿Cuántas veces, amado mío, te amé mientras tú eras ciego y no reconocías el amor sincero que te ofrecía?