En cada estrofa, sus lágrimas se entrelazan con las letras, desvelando la inestabilidad que brota de su quebrantado corazón, las penumbras de su existencia se tornan versos etéreos, y en cada poema, su voz fluye como un río de suspiros.
En el lienzo...
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Un par de seres con destinos contrarios, la Bella, la Bestia, dos polos adversarios.
La Bella, tan espectacular como una lumbrera que ilumina el amanecer, su rostro encantador lograba estremecer, mas detrás de sus ojos, engaños ocultos, su corazón se hallaba lleno de malicia.
La Bestia, en cambio, un ser desfigurado, su apariencia espantaba a todo aquel cruzado, pero bajo esa faz, un corazón noble habitaba, anhelando un amor que su aspecto negaba.
Se encontraron un día, en un jardín oculto, donde plantan verdades y bugambilias de cariño, la Bella sedujo con su encanto ilusorio, y la Bestia sintió un carisma inigualable.
Pero el engaño de la Bella pronto emergió, mientras la Bestia su amor genuino ofrendó, sus garras de maldad desgarraron el velo, revelando la vileza que guardaba.
La Bella resultó más Bestia que la misma Bestia.
La Bestia, herido y marcado por el desprecio, decidió alejarse de aquel mundo ajeno, buscando en la soltería algún consuelo, mientras la Bella se perdía en su engaño.
Así, la historia de la Bella y la Bestia, enseña que la belleza es solo una trampa, y que en los corazones se encuentra la certeza, de que las apariencias pueden ser una emboscada.
