my rules; just a little bit

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No supo como, pero logró safarse de Tomlinson por lo que duró el viaje.

Estuvo a varios momentos de que el hombre metiera sus manos bajo su ropa cuando la linda azafata (a la que después le compraría algo como agradecimiento) llegaba para informarles cada cinco minutos el estado del vuelo, donde se encontraban, cuanto faltaba y que hora era.

Si no fuera gay, la invitaría a salir.

Tomlinson suspiraba con furia cada vez que era interrumpido, pero no podía hacer nada porque había cometido el error de utilizar el avión privado de su amigo pues el suyo estaba en reparaciones y esos no eran sus empleados. Sino, ya hubiera arrojado por la puerta del avión a la estúpida esa.

Maldijo. Sus manos picaban por más. La lechosa piel que había conseguido tocar solo le hacía pensar en todas las cosas que podría hacerle, y que definitivamente le haría tan pronto cuando llegaran al hotel.

Su plan había salido a la perfeccion. Tenía al rubio de sus más oscuras fantasías junto a él, solos, en un avión rumbo a Italia, sin el molesto castaño de por medio.

En cuando llegaron al hotel, le pagó a la secretaria para que los pusieran en una suite con solo una cama matrimonial, aunque al llegar tuvo que morder su lengua para no maldecir en voz alta, frente a varios socios que habían llegado también al lugar, cuando él específicamente les había pedido que vinieran a la mañana. Dejó al precioso rubio encerrado en la habitación y bajó al lobby para atender esos molestos negocios que había olvidado.

El rubio mordió su labio sabiendo que estaba muerto. Solo cuando puso un pie en el avión se dio cuenta de la estupidez que estaba haciendo, pero ya no había vuelta atrás. Esperaba que Tomlinson no intentara violarlo en las próximas horas, porque realmente estaba cansado.

Pero se prohibió dormir. No estaba seguro ahí y lo sabía.

Entonces se puso a pensar.

En Harry. Porque pensar en Harry cambiaba su ánimo, a pesar de que lo dejaba triste.

¿Qué podía hacer? Esto no era una película. Era real. Era su vida y las cosas no eran tan sencillas.

Mientras Harry llevara las riendas del negocio de su padre, lo que sea que quisieran tener era imposible. Los Styles querían adueñarse de Irlanda, solo que Irlanda ya le pertenecía a los Horan.

Entonces ¿cómo? Harry necesitaba hacer sentir a su padre orgulloso, y él estaba en la misma situación. Ambos tratando de complacer a sus progenitores, lastimándose en el proceso, porque aunque ahora era todo sonrisitas y caricias bobas, en un futuro todo se complicaría.

Y Niall no quiere disfrutar de solo un poco de felicidad hasta que ésta explote y venga lo inevitable.

Él quiere felicidad pura; que no se acabe, que prevalezca. Pero para eso, debía cerrar el trato de una vez por todas, y eso jodería los planes de Harry y su familia.

Respiró hondo; esto de que le gustase alguien era horrible. No podía pensar bien, con claridad.

Miró la habitation donde estaba. Veinte pisos, una sola cama matrimonial, solo una ventana gigante con la vista de toda Italia, Champagne reposando sobre una cama de hielo en la mesa. Parecía hecha para una jodida velada romántica.

Se estaba comenzando a impacientar, y justo cuando pensaba salir de la ostentosa habitación para gritarle a Tomlinson porque mierda se tardaba tanto, el nombrado entra con una sonrisa estúpida y un fuerte olor a alcohol.

Niall retrocedió, alerta, sintiendo sus manos temblar y sus vellos erisarse en señal de peligro.

Mierda.

𝓶𝔂 𝓻𝓾𝓵𝓮𝓼; 𝓷𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora