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Llegó demasiado rápido a su hogar, corrió más de cinco calles tratando de llegar lo más pronto posible, sabía que jamás debió haber salido, era demasiado peligroso.

En un momento de su maratón se lamentó por haber dejado solo a su amigo en aquel lugar del bajo mundo, pero en parte había hecho lo correcto, pues YooChan ya estaba bebido y comenzó a desnudarse en público; como todas las personas del local, no podía sacarlo en ese estado, además de que hubiese sido una molestia.

Llegó a la puerta de la residencia y observó como cuatro guardias rodeaban la vivienda con cinta.

Caminó más y se quedó estático, de pronto quiso desaparecer del mundo, del universo.

Deseó haberse quedado en aquella fiesta que se realizaba diariamente, quiso que la tierra lo tragara.

JunHee se dirigió con paso amenazante hacia él, su cabello estaba perfectamente peinado el traje rojo hacía resaltar su pálida piel. Parecía un ángel, un ser bondadoso y pacífico, pero sabía que no era así, sabía que su ex novio de la adolescencia era un verdadero y maldito demonio.

El hombre llevaba consigo a dos pequeños niños, ambos rubios, de piel tan blanca como la porcelana y cueros delicados como los de una muñeca, eran JiSung de cuatro años y JaeMin de siete,

— ¿Qué ha pasado? —preguntó aceleradamente, causando que sus palabras no se entendieran.

El contrario no respondió, en cambio le propinó un fuerte golpe en la cabeza.

— ¡Te estuve esperando por más de cinco horas! —movió sus manos como si estas tuvieran vida propia y pudieran hablar un idioma desconocido—. ¡¿Dónde mierda estabas?!

Los gritos del más alto eran tan fuertes que un policía s tuvo que acercar para ver lo que sucedía.

— ¿Hay algún problema? —preguntó con una voz que fusionaba lo dulce con los masculino.

—Ninguno, solo estamos arreglando unos asuntos pendientes —habló JunHee, luego esbozó una sonrisa demasiado fingida.

—Bien. ¿eres tú el dueño de la vivienda? —se dirigió a ByeongKwan, quien asintió con un leve movimiento de cabeza—. ¿Podrías acompañarme?

La sangre dejó de fluir por mis venas, él estaba allí vulnerable, solo en un bosque de dudad, solo esperando que lo comieran.

—Claro… Junnie, luego iré a tu casa ¿vale?
El mayor suspiró y le dio las llaves de su casa.

—Te espero mañana a las 6 de la mañana, llevarás a mis bebés a sus clases.

— ¿Qué? Pero yo…-

—Nada de peros, te pasa por no cumplir con tu trabajo —tomó las manos de sus retoños y se marchó.

—… Ahora, ¿puedes venir conmigo?

Ingresó a su hogar que se encontraba en las mismas condiciones en las que lo había dejado cuando salió, excepto por su habitación, ese curto en particular tenía la ventana hecha añicos, su cama estaba totalmente desordenada y los cuadros que colgaban de las paredes color menta estaban totalmente destrozados.

Una oleada de miedo le recorrió el cuerpo, todos sus esfuerzos para que no le encontraran había sido en vano.

—Encontramos el lugar así cuando llegamos —habló el agente al ver que Byeong no decía nada—, al parecer la puerta estaba abierta, pues no fue forzada ni el delincuente entró por la ventana…

— ¿Cómo sabe que fue solo uno? —en momentos así no confiaba en nadie, ni siquiera en sí mismo.

—Si hubieran entrado más se habrían llevado el televisor de pantalla plana que tienes en la sala de estar o tu computadora o todas las consolas que posees, por lo general cuando ingresan más de un individuo es para realizar robos, no para destruir una pieza.

— ¿Revisaron toda la casa?

—Esta habitación no, nos vasto con ver la ventana rota y el hecho de que no faltaba nada para saber que quizás solo se trata de una broma de mal gusto o una situación donde trabaja un ladrón primerizo.

“Ese es el problema, ustedes solo ven lo superficial, jamás se dedican a hacer bien su trabajo” -pensó, pero lo único que hizo fue moverse hasta la cabecera-. “El Lobo me conoce, sabe con qué me relacionó, sabe dónde ocultar cosas para que solo yo las vea”.

— ¿Podrías dejarme solo por un momento?

—Claro, por cierto, mi nombre es Xion, soy nuevo en la unidad y me gustaría que acudieras a mi si tienes algún problema o encuentras algo —dijo antes de retirarse.

ByeongKwan suspiró y levantó la almohada, lo que encontró le paralizó.

Tomó el papel entre sus manos temblorosas y leyó:

“Sé que me conoces, sé que me buscas y también sé que te atraparé primero, querido niño de rojo”

El trozo cayó al suelo cuando miró las imágenes que seguían después de aquel breve texto. Eran fotos de JunHee con ambos niños, la otra más pequeña era una imagen de él bebiendo café.

Por primera vez sintió que no sabía nada, que el Lobo tenía más ventaja, que estaba perdido, y por primera vez se planteó la idea de tener a un nuevo amigo, un amigo policía tal vez.

Wolf  •°WowSon°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora