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Caminaba apresurado hacia el parque donde se encontraría con Kim, su corazón latía rápidamente y su cuello comenzaba a sudar, volteaba al menor ruido que sentía y trataba de mantener la calma, a pesar de que sabía que ya no podía estar tranquilo.

Se sentía inseguro, vulnerable, sentía que en cualquier momento caería rendido ante el Lobo y este saborearía cada parte de su cuerpo, disfrutaría del sonido al romper sus huesos y de los gritos al desgarrar su piel.

Ya nada lo protegía, estaba siendo un cobarde.

Cuando había recibido aquel correo sin nombre ni asunto, cuando ante sus ojos aparecieron fotografías de YooChan saliendo de la casa, cuando leyó aquella simple frase dónde el Lobo le avisaba que iba a probar la suave carne de su amigo, comenzó a temblar, su alma escapó de su cuerpo por un segundo y dejó de respirar.

Quería ir a buscar a YooChan, quería que volviera a casa y estuviera con él, quería sentir que lo protegía, que los dos estaban a salvo, pero no lo hizo, había actuado de manera racional pero cobarde, en vez de ir y asegurarse de que su gran amigo estaba bien, se quedó en la silla, estático, queriendo escapar.

Pero no tenía la valentía para hacerlo.

No tenía la valentía para huir.

Luego había llamado a DongJu, aquel policía de aspecto algo tierno, suave como su mirada de cachorro. Este le había dicho que quizá se trataba de una broma de mal gusto o de alguien que se había equivocado de contacto, pero él sabía que no era así. En el fondo quiso contarle todo al joven, quiso decirle sobre su accidente, sobre el desquiciado que le perseguía, pero no pudo. No quería involucrarlo. Y a pesar de eso, a pesar de que solo era una fotografía y un mensaje lo que había llegado a sus ojos, DongJu prometió protegerlo, prometió que estaría para lo que necesitara, prometió que lo cuidaría.

Y aun así no se sentía seguro.

Aun así, estaba perdido.

Llegó a la extensa área poblada de árboles y bancos llamativos, las flores de colores inundaban gran parte de la plaza y las parejas felices paseaban de un lado a otro.

Y allí le vio, sentado con las piernas cruzadas, un pantalón rojo y una polera negra bastante apretada, y nuevamente se mente se quedó en blanco, su corazón comenzó a palpitar desesperado y quizá también algo lo hizo en su pantalón.

Se acercó y le miró por más tiempo del que quería, cuando Kim se dio cuenta sonrió con burla.

- ¿Te gusta lo que ves? -Byeong desvió la mirada con un leve sonrojo en sus mejillas.

-Cállate.

-…Creo que no has pasado una buena noche, ¿acaso no pudiste soñar conmigo?

-No estoy de ánimo para estupideces, solo vine porque prometiste que dejarías de molestar si aceptaba una cita contigo.

-…Entonces, ¿no vienes para que te la chupe?

La cara del menor enrojeció a tal extremo que parecía un tomate o una manzana dulce, fingió que estaba enojado a pesar de que la idea no le desagradaba en absoluto.

-…Eres un maldito idiota, estamos en un lugar público.

-Ya veo, así que quieres que lo haga en un lugar privado.

-No quiero que lo hagas -su entrecejo se frunció, y casi por inercia su mirada viajó a la parte baja del abdomen de Kim.

-… ¿Quieres tocarme? -preguntó SehYoon al percatarse del par de ojos que se posaban en su persona.

-No lo quiero.

Entonces SehYoon acercó peligrosamente su cuerpo al del contrario, pasó una de sus piernas por sobre las caderas de ByeongKwan.

-…Sé que lo quieres, ambos lo deseamos… -una de sus grandes manos se posó en la entrepierna del menor y se paseó tortuosamente sobre la tela.

-…Kim… -gimió y con la nula fuerza de voluntad que le quedaba besó los labios de aquel sensual hombre, mordió el labio inferior de SehYoon provocando que este soltara un suspiro.

-…Besas tan bien -Kim sonrió haciendo relucir su perfecta dentadura- …niño de rojo…

Su cuerpo se frenó por completo, sintió un golpe sordo en su cráneo y luego todo se fundió en la oscuridad.

Wolf  •°WowSon°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora