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Las luces del cuarto donde despertó eran tenues, la cama era bastante amplia y la pequeña luz que se filtraba por la ventana le producía una sensación de extraña calma. Su cabeza dolía y un sentimiento de preocupación albergaba su pecho.

No sabía dónde estaba.

No recordaba lo que había pasado.

Solo sabía que había estado con SehYoon en un parque cercano y luego nada, todo en su mente se nublaba.

Solo recordaba el tacto de unos labios gruesos que succionaban su ser, quizá estaba en la casa de Kim o quizá estaba en el sendero de quien lo cazaba.

Se levantó despacio, nuevamente sentía miedo, tal vez el Lobo Feroz lo había atrapado, tal vez nunca debió confiarse de que nada pasaría estando con otra persona, porque, aunque su mente se perdiera en los ojos de Kim, aunque se quedara en blanco al sentir su cálida piel, sabía que no eran nada, que solo eran desconocidos que se atraían de forma sexual, nada más, y por ende, estaba seguro de aquel hombre no le protegería, que no tomaría en cuenta sus temores.

No confiaba en nadie.

Ni siquiera en sí mismo.

No confiaba en Kim.

Se levantó y caminó lentamente por la habitación, no tenía ninguna decoración que la hiciera destacar, solo era un cuarto con una cama y nada más. Posó su mano en el pomo de la puerta y respiró hondo, quizá era su momento de morir, quizá afuera estaría esperándolo un hombre horrible, de aspecto macabro, con dientes y garras afiladas, quizá era su destino.

De todas formas, la caperucita nunca le gana al temible Lobo Feroz, nuca llega un hombre a salvarla, nunca hay un final feliz.

Suspiró y abrió, la escena que observó era muy contraria a la que había imaginado.

En el piso de madera de roble, con un rostro empapado en lágrimas y las manos en forma de puños, se encontraba JunHee llorando desconsoladamente. Aferrándose de vez en cuando a un pequeño niño llamado JaeMin.

Esa imagen lo destruyó más que un balazo, más que una puñalada.

-… ¡¿Qué pasó?! -su grito fue tan fuerte, pero a la vez tan roto, se trató de acercar al mayor, pero DongHoon se lo impidió.

El hombre tenía los ojos de un tono rojizo y su mirada se encontraba levemente perdida, como si estuviera reflexionando sobre algo demasiado importante, algo que le robaba la mitad de su concentración.

-…Byeong… pequeño, que bueno que despertaste… -a pesar de que quiso sonar normal, a pesar de que evitó romper en llanto, su voz estaba apagada, sin vida.

- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué JunHee llora?

-…Solo… solo estaba preocupado por ti…

- ¿Por mí? -preguntó, si bien el de cabello castaño era sobre protector con su persona, no lo era como para llegar a llorar por él y su vida.

-… -DongHoon no alcanzó a decir nada, pues un grito desgarrador le interrumpió.

- ¡Dile la verdad! ¡Dile por favor, no trates de pretender que todo está bien!

-…Te encontramos inconsciente cerca de la estación de policía, al parecer te habían asaltado, o eso dijo un chico que se encontraba allí, aunque tenías todas tus pertenencias.

-… ¿No había nadie conmigo?

-No, estabas solo.

ByeongKwan cerró los ojos, tenía razón, para Kim no era nadie, no era nada, lo había abandonado, lo había dejado tirado en manos de la oscuridad.

JunHee, que escuchaba toda la conversación con el ceño fruncido, volvió a estallar.

- ¡Eso no, mierda! ¡Dile que nuestro preciado hijo ha desaparecido, dile que el estúpido de su amigo también lo ha hecho! -volvió a llorar y el alma de ByeongKwan se paralizó- … ¡JiSung, mi bebé! … Debí quedarme en casa… no debí dejarlos solos… mi niño…

Comenzó a derramar lágrimas también. No podía cuidar de nadie, no los podía proteger, todo se estaba desmoronando, su vida y las vidas de quienes quería.

Al Lobo le gusta jugar con la comida, le gusta verla sufrir.

Wolf  •°WowSon°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora