El frío se colaba por su cuerpo, hace bastante tiempo que no veía rastro de su presa, parecía que había desaparecido de la faz de la Tierra, que solo había sido una alucinación suya, pero ByeongKwan era real, no como decían los pocos médicos que lograron sobrevivir cuando sus padres decidieron que necesitaba ir a un psiquiátrico, él siempre decía que su destino era como un Lobo, que encontraría la forma de convertirse en uno, siempre alegó que un chico aparecía en sus sueños, siempre pensó que aquel niño era una señal, que aquel niño era su futura presa, pero los doctores nunca le creyeron, simplemente lo llamaban loco, claro que con un término mucho más bonito.
Pero él no estaba loco, él era el más cuerdo de todos.
Él solo buscaba al niño de sudadera roja que aparecía en sus sueños, él solo quería saborear su piel.
Tomó el arma que guardaba en el último cajón de un mueble manchado con sangre, la dejó sobre el escritorio, a un lado de su cama. Luego trató de buscar algo con que abrigar sus desnudas piernas, porque sí, a pesar de que la noche era fría, él seguía usando unos apretados bóxers negros y una simple polera sin mangas de tono rojizo. Buscó entre toda la ropa que tenía, no encontró nada que ponerse, todas sus prendas estaban manchadas con semen, sangre y también saliva, y si bien no le molestaba portar aquellas pruebas de su crueldad, sentía que no debía hacerlo, algo le gritaba que algo sucedería.
- “Los instintos de un Lobo” -se dijo, al mismo tiempo se sentaba cerca de la puerta principal, era como si esperara a alguien, pero nunca nadie llegaba.
Él no estaba enfermo solo porque se sentaba por horas a esperar a una persona que sabía no cruzaría la puerta.
Pero a veces las cosas cambiaban, y los papeles se invierten.
Cerró los ojos por un momento y se exaltó cuando sintió que golpeaban la puerta, su corazón comenzó a latir desenfrenado. Se dirigió al pomo y la abrió de un tirón, esperando ver la nada, pero la nada tenía rostro.
ByeongKwan se lanzó a él y lo tomó de la cintura para poder atacar sus labios, cada succión que daba a los labios de SehYoon, cada mordida que hacía al otro suspirar le causaban corrientes eléctricas que le recorrían el cuerpo y paraban en una zona sensible, demasiado sensible.
-…Byeong… -gimió SehYoon cuando el menor se separó. Este posó un dedo en la boca de Kim haciéndolo callar.
-…Es mi turno… ¿no crees? -el mayor no entendía a lo que se refería, su cerebro no estaba funcionando correctamente, el deseo lo estaba cegando-. ¿Dónde está tu habitación, dulzura? -apuntó detrás de su espalda y Byeong lo empujó hacia allí, mientras besaba su cuello.
Realmente los roles se habían invertido.
Ambos cayeron sobre la cama, Kim pasó sus manos por la espalda del más bajo y Byeong mordió sus labios. De pronto el cuarto se llenó de gemidos, las prendas volaron por los aires hasta caer en un rincón desconocido y ambos seres, presa y cazador, se fusionaron. Con cada estocada que ByeongKwan le proporcionaba a su sudado cuerpo, suspiraba, gritaba el nombre del niño de rojo y se aferraba a las negras sábanas.
Cada vez que SehYoon soltaba un gemido, cada vez que ingresaba a su interior, cada gruñido que su garganta soltaba le hacía desear más y más, le hacía perder la cordura, le hacía estremecer. ByeongKwan estaba ganando, pero a la vez perdiendo.
Ninguno debía distraerse, ninguno podía caer, pero lo habían hecho, lo hicieron la primera vez que sus miradas se cruzaron.
La oscuridad era el único testigo de aquel acto, la oscuridad era la que se tragaba sus cuerpos ardientes, ella era quien los consumía.
-…Byeong… -volvió a gemir cuando sintió un fuerte agarre en su parte baja.
-…Shhh…tranquilo cariño, no te lastimaré –el pequeño apretó más el miembro de SehYoon, evitando que se corriera, mientras salía de su cálido interior.
-… ¿Qué harás…? -preguntó con la respiración agitada, se levantó asustado cuando vio que el contrario tenía unas esposas en sus manos.
-Tranquilo amor… disfrutarás esto.
Y SehYoon se dejó hacer, como un perro sumiso, como un Lobo de zoológico. El gran Lobo Feroz dejó que le dominaran, dejó que jugaran con su ser.
-Ahora… -ByeongKwan se separó del cuerpo y observó la desnudez de aquel animal, se veía tan débil, amarrado a la cama, temblando de miedo. Lamió sus labios y caminó hacia su pantalón que solo él podía ver, pues era listo y estaba preparado para todo, todo lo había planeado. Tomó un cuchillo que se hallaba adherido con cinta adhesiva y volvió a la cama.
- ¿Qué pasa dulzura? ¿no quieres divertirte? -habló con ironía cuando notó que le mayor se encogía, cuando vio como sus ojos se cristalizaban.
Se acercó al pecho de SehYoon y lo acarició, luego besó ambos pezones y antes de que el otro pudiera gritar enterró el arma en aquella zona, una y otra vez, una y otra vez.
Rió como un demente cuando se separó y observó la carne destrozada, cuando olfateó el aroma a la sangre escurriendo por el piso, cuando sus ojos se toparon con los sin vida del Lobo.
Tocó su rostro y se giró para dar justo con el espejo que se encontraba en la habitación, frente a la cama. Posó la afilada hoja a un lado de su rostro y sonrió.
-Ahora, ¿quién es el Lobo?•••
••
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[Fin]
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Wolf •°WowSon°•
FanfictionOleré tu esencia, disfrutaré tu color y te comeré de la forma más elegante posible. Oye, sólo muérdelo, entonces sacúdelo para que pierda la conciencia. Oye, hazlo de una forma que nunca lo has hecho, pasa por encima de él antes que la luna se ponga...