léthargie

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Miraba como Joseph revisaba sus vendajes a cada momento, y como se cohibía en aguantar rascarse. Este entendía por momentos que no le prestaba atención, y se rascaba a hurtadillas.

- Joseph - se acercó a este frunciendo el ceño, tratando inútilmente con una coraza que en definitiva No iba con él - sabes que no puedes rascarte, te vas a dañar los vendajes y encima se te pueden infectar - habló, tratando de no verle a la cara mientras le arreglaba el vendaje, para no dejarse llevar por aquel rostro de ángel caído del mismísimo cielo que tenía su amado.

Y Dios.

Carl Aesop debía de aprender a que no podría resistirse a él por nada del mundo.

Escuchó un pequeño quejido, para luego exaltarse con las blanquecinas manos paseándose por su cintura directo a su trasero.

- ¡Joseph! - sentía su rostro arder, y no podía detener las manos ajenas por más que quisiese.

Temblaba cual gelatina en un terremoto.

El albino se recargo poco a poco en el, haciéndolo doblar la espalda hacia atrás a contra voluntad, y invadiendo todo su espacio personal.

Sentía que podía morir de nervios. Bien pudo haber pensado alguna vez que las cosas se darían de revés.

Pero Desaulnier lo sorprendía cada segundo.

Los dulces besos se adueñaron de su pecho, de sus manos enguantadas y de los bordes de su mascarilla, avergonzándolo y haciéndole sentir en las nubes.

- "sólo un poco" - entendió la palabra sólo, y supuso lo demás. El albino le miraba con sus grandes y hermosos ojos azules, que ahora en vez de acogerlo con ternura le encerraban y le ahogaban en un mar de emociones mil veces más fuertes que las de la primera vez.

Tan sólo asintió a las palabras desconocidas, siendo inconsciente de que acababa de darle permiso para rascarse libremente.

- ugh, tan malvado... - suspiró, siendo acogido después por sus cariñosos brazos, guiado a sentarse sobre sus muslos cubiertos de pantalones largos.

Aesop se sentía bien allí, era el mejor lugar para olvidarse del mundo.

Cerró los ojos, aspirando suavemente el aroma a flores que lo rodeaba, deseando que la vida se le acabase de una manera parecida a esa.

Y no estaba lejos de cumplirse su deseo.

Empezaba a sentir mucho sueño, todo su cuerpo pesaba y la garganta se le sellaba lentamente, haciéndolo agonizar de apoco por aire.

Paso a preguntarse porque le pasaba aquello, porque empezaba a no poder respirar y de más.

Y entonces, recordó algo muy importante.

Estuvo en contacto con el gato de Joseph antes. Ciertamente era alérgico al pelo de animales, pero suponía que las alergías se habían apaciguado con los años. Hasta había olvidado tenerlas.

Que equivocado estaba.

Había tocado al gato por la mañana,¿porque esto le atacaba ahora?

Trato de moverse u abrir los ojos, pero su cuerpo simplemente no respondía a nada.

- "¿Aesop?" - escuchaba la voz de Joseph a sus espaldas, alejándose de sus sentidos - "¡¿Aesop?!" - podía sentir como lo movía, y su cuerpo deslizándose hacía delante aferrado seguramente a los brazos del albino, para no caer.

La voz de su amado fue alejándose cada vez más de él, soltándole en la nada y el espacio oscuro y sencillo del sueño profundo.

Podía oler aún aquellas flores, y el suave perfume de Desaulnier.

El despertar fue caótico, por un instante. Sus pulmones se rellenaron de aire tras una gran inhalación, y por fin podía abrir los ojos.

Deleitado con su alrededor blanquecino, pudo admirar el lugar donde estaba.

Un cuarto de hospital.

Se movió despacio, asimilando todo lo que pudo haber ocurrido lejos de su control. Trato de incorporarse sobre la camilla, más una preciosa mano con marcas de arañazos y banditas le hizo volver a recostarse.

Miro al dueño de aquella mano, quedando adormecido ante tal belleza.

Joseph era tan hermoso.

Pero,¿porque su expresión no iba acorde con su majestuosidad?

Carl Aesop estaba demasiado ido como para saber él porque.

Movió sus manos sobre las sabanas, teniendo mangas tan largas que cubrían casi por completo sus dedos, haciéndolo sonreir bobamente.

Cerró por un momento los ojos, tan agotado...

Escuchaba los murmullos de los doctores, y le era poco incómodo el que un lado de su camilla se hundiera levemente. Unos suaves y fríos dedos acariciaron su cabeza, y no pudo evitar la nostalgia ante el toque de una madre en la cabeza de su pequeño hijo. Entonces, las manos se alejaron de él haciéndole volver a abrir los ojos apenas un poco.

Joseph estaba allí, sentado a su lado.

Este le había acercado una mascarilla blanca, colocándola en su rostro con delicadeza, y paseando sus dedos tras sus orejas causándole cosquillas.

Luego, recibió un tierno beso en la frente que le hizo ruborizar un poco.

- "¿ya despertó?, que alivio" - uno de los doctores se había acercado, y él no podía hacer más que ver a su amado, sintiéndose liviano y feliz por tener sus caricias - "no nos explicamos el letargo por alergías, pero el chico estará bien, no se preocupe" - no entendía ni una sola palabra,pero, ¿que más daba?, estaba demasiado cansado como para prestar atención.

- "¿a que es alérgico?" - vio los labios de su amado moviéndose, y una preciosa voz siendo producida para hacerle temblar.

Aquellos dos hablaron un poco más de manera inentendible, y pudo sentir devuelta las deliciosas caricias, esta vez en sus manos, haciendo círculos con sus dedos sobre una de estas.

Se le hizo majestuoso el que el pariciano se recostara a su lado de manera nupcial, con una mano en su brazo, acariciando despacio.

Volvió a caer por el sueño, quedándose en su mente la dulce y profunda voz.

"Me alegra que estes bien"

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Letargo

Estado de cansancio y de somnolencia profunda y prolongada, especialmente cuando es patológico y se produce a causa de una enfermedad.

¿Cuánto tarda una reacción alérgica en aparecer?

La reacción puede ser inmediata, por ejemplo en el shock alérgico, pero también puede aparecer luego de horas o días, llegando a durar hasta tres semanas.

✿ ΜΔŘgỮ€ŘΞŦ€Ş ✿ •°identity v°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora