CAPÍTULO VII

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Alfred llegó al Prat, pero no fue directo a ver a sus padres, primero necesitaba ir al lugar que siempre le daba paz cuando la necesitaba, su playa, su refugio......Esa playa le había visto crecer, había jugado con su abuelo, las tardes interminables de chapuzones con sus padres, más tarde con sus amigos, yendo en bici a lo largo de la desembocadura del río Llobregat hasta llegar a la playa, y allí jugar a las palas, echar una pachanga con la pelota o simplemente disfrutar de ellos tomando el sol y echándose unas risas. Perderse con su guitarra en sus primeros acordes, melodías y más tarde composiciones. Sus primeras citas amorosas, intentando conquistar corazones a ritmo de corcheas y semifusas, desnudando su alma en canciones dedicadas para la ocasión. Tantos y tantos recuerdos bonitos. 

Pero esa playa también le había acogido en sus momentos más bajos, cuando no veía salida por ningún sitio, cuando su ansiedad se quería apoderar de él. Siempre encontraba la paz que necesitaba, simplemente con pararse a contemplar cómo rompían las olas, el olor a sal, sentir la arena bajo sus pies,... Toda esa atmósfera invitaba al relax y él lo encontraba. Así disfrutando de su refugio, fueron pasando los segundos, minutos y hasta las horas. 

Cuando se quiso dar cuenta eran casi las dos de la tarde y su estómago así se lo hizo notar con un estruendoso rugido de tripas, sólo se había tomado un café bien fuerte a primera hora de la mañana, normal que tuviera hambre. 

Subió a la moto y ahora sí era el momento de ir a casa de sus padres y explicarles todas las novedades, por fin tenía cosas buenas que contar. En nada de tiempo estaba llamando al portero automático de su casa, si su casa, siempre sería también suya. La voz de su madre le inundó sus oídos, la quería tanto!!! 

_ Mama soy Alfred, ábreme!!! 

_ Pero hijo qué raro tú sin avisar. Bueno da igual ya te abro.

 Alfred subió tranquilamente los cuatro tramos de escalera y al llegar arriba del todo allí estaba ella, su salvadora, la mujer que mejor lo conocía en todo el universo, su Madre. Cuando Alfred llegó a su altura está le dio un gran achuchón y le llenó de besos. Era su único hijo y lo había pasado tan mal la última temporada, que ahora no dejaba escapar ninguna oportunidad de expresarle cuánto le quería. Lo hizo pasar a casa y avisó a su padre de que Alfred había llegado sin avisar a comer. Alfredo salió todo lo rápido que sus cansadas piernas le permitían.

_ Hijo que alegría verte, le dijo dándole un abrazo. 

_ Hola papá, qué tal estás? _ Bien hijo, bien solo estoy mayor, le dijo con una sonrisa. 

_ Ummmm, que rico huele mamá, qué has hecho para comer? 

_ Pues nada especial Alfred, pollo guisado, si hubieras avisado te habría hecho, Arroz Chaufa, su plato preferido de la comida peruana. 

_ No pasa nada,mamá tengo tanta hambre que hoy no podría saborearla como es debido. Sin perder ni un minuto Xus se adentro en la cocina y al momento ya salía con la fuente de pollo entre sus manos para comer. Se sentaron los tres a la mesa y M Jesús empezó a servir primero a su hijo, no sin antes llevarse el comentario de Alfredo. 

_ Mírala que quiere más al niño, que a mí. Los tres rompieron en una sonora carcajada. 

_ Mira que eres incorregible, le decía con cariño a su marido. Empezaron a comer, Xus veía nervioso a su hijo, ella ya sabía lo que le pasaba y conociéndolo sabía que le estaba costando un mundo encontrar las palabras, así que decidió arrancarle ella las palabras de la boca. 

_ Alfred hijo y eso de dejarte caer por casa?, ya has acabado todo el trabajo en el teatro? Alfred dejó a un lado el tenedor y respiro profundamente y se decidió a contestar. 

EL PODER DE LA SEGUNDA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora