CAPÍTULO XL

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No se habían podido besar, pero esa canción compartida era incluso más potente que el mejor de sus besos. Ella sentía casi la misma adrenalina que cuando hacía el amor con él, la conexión que experimentaba era tan fuerte, como la atracción del hierro y el imán. Estaría toda la vida a su lado compartiendo música y amor. Cuando llegó a la habitación ya con su pijama puesto y la cara lavada dispuesta a meterse en su cama, se dio cuenta que era la comidilla de todos. Hasta que Joan dijo en alto lo que todos pensaban.

_ Amaia, no sé si eres consciente de que cada vez que tú y Alfred os poneis a cantar, el mundo se para.

_ Hala, hala, serás exagerado

_ No, dijeron todos, menos Mario, que se mantenía al margen. Y da lo igual lo que cantéis, es que vuestras voces empastan como pocas.

_ Joo, pues muchas gracias, pero creo que exagerais. Aunque es cierto que me siento cómoda cantando con él.

Rebeca se tuvo que tapar con las sábanas, porque estaba a punto de saltar, si vosotros supierais, pensaba ella. Sus voces no tendrían por qué empastar tan bien, pero lo hacían y a eso si le sumas su atracción, pues el resultado era una jodida maravilla.

Los profesores ya fuera de pantalla felicitaron a Alfred por lo bien que habían cantado y Noe directamente le dijo que ya estaba pensando algo para que cantara en el plató, que ya era hora de volver a pisar su casa. Él negó con la cabeza y dijo que los chicos eran los que debían cantar. Y antes de que Noe pudiera rebatirle, se despidió.

Iba como en una nube, cantar con ella era sumamente sencillo, no había presiones, solo disfruté. Había hecho muchos duetos a lo largo de su carrera, pero la complicidad que sentía con ella, nunca la había alcanzado con nadie. Se le erizaba el vello con solo recordarlo. Sin darse cuenta ya estaba aparcando en su casa y metiéndose en la cama, había sido un día demasiado intenso, necesitaba descansar y madurar todo lo que había sucedido.

El repaso de la Gala dio comienzo a un nuevo día. Cada vez eran menos, ya no había tantos agobios para organizarse en las comidas, duchas y demás cuestiones.

Amaia salió pronto de la habitación para poder desayunar tranquilamente, quería evitar encontronazos con Mario. Así que, digamos que intentaba no coincidir mucho tiempo en el mismo espacio que él.

Se fue para la sala de repaso y lo primero que se encontró fue con la felicitación de Manu por la interpretación del Chat.

_ Muchas gracias Manu, pero el mérito no es solo mío.

_ A Alfred también se lo dije, fantastico dúo hacéis.

Ella volvió a agradecérselo y tomó asiento pegada a la pared, para así solo tener que controlar un sitio. Los compañeros fueron llegando y tomando asiento, esta vez fue Marta la que rápidamente se sentó a su lado. Mario buscó la otra esquina, no quería llevarse una mirada recriminatoria de Noe.

Fue un repaso duro, la gala no había sido buena y se notaba el cabreo que tenían, tanto Noe como Manu. La peor parte se la llevó Mario, su actuación no había por donde cogerla. Él trató de poner mil excusas para no reconocer todos sus fallos y eso todavía cabreó más a Noe. Ella intentaba dejar a un lado la conducta tan detestable que había tenido con Amaia, pero la verdad es que no le resultaba nada fácil y menos cuando veía las contestaciones tan poco humildes que estaba teniendo.

Cuando tocó el turno del repaso de Amaia, ella no perdió detalle de su actuación, la primera crítica era ella consigo misma. Nunca iba a decir que estaba perfecto, porque siempre había algún detalle a corregir. Pero para ella, era de las actuaciones que se salvaban, pero no estaba contenta, no veía una evolución en ella y eso la preocupaba. Manu y Noe, reconocieron que habían previsto una debacle con su actuación y sin embargo no fue así, ni mucho menos, porque siempre en las galas se crecía y daba todo lo que en las clases no hacía. Pero era una culpa compartida el estancamiento, porque los temas planteados no le suponían ningún problema y porque ella no se implicaba todo lo que podía. Así que esperaban que ella rompiera con el nuevo reto que la darían por la tarde.

EL PODER DE LA SEGUNDA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora