Correr o morir, Grupo C

CAPÍTULO 9

Nunca tuvo tantos nervios en toda su vida, bueno realmente no recordaba toda su vida atrás pero el sentimiento del corazón en la garganta era suficiente para que lo fuera. Después de que Abby viniera a hablar con ella, no pegó ojo en toda la noche. Cuando obtenía una pizca de sueño se imaginaba a ella misma partida por la mitad, cosa que no era muy bonita para imaginar.

La mantuvieron en la celda hasta la tarde del día siguiente. Una chica llamada Sam que nunca había visto, que no sabía donde trabajaba le trajo las comidas. La chica no decía nada de lo que le podría pasar a Ginna. Sólo decía cosas como "¿qué tal estás?, ¿has dormido bien? O ¿es cómodo este sitio?".

-"Pruébalo tú y así no tienes que hacer preguntas estúpidas" –Pensaba Ginna. Aunque seguramente ella le decía eso para no tener que hablarle de la especie de juicio que le iban a hacer.

Cuando llegó la hora de salir, quienes la sacaron fueron Louis y un chico rubio de ojos oscuros al que ella no conocía. La cogieron cada uno de un brazo para que ella no se escapara.

-"¿Y a dónde iba a ir?"

La sala de las asambleas era un sitio destartalado de madera (como todos los otros edificios del Patio), aunque este tenía el techo recubierto de paja por alguna razón.

Por dentro parecía más grande que por afuera. Sólo tenía una ventana, la cual era muy grande y se situaba en uno de los costados de la pared. En lado derecho habían cuatro bancos situados unos detrás de otros, delante del primer banco había una barrera de madera que separa a los bancos de las cuatros sillas que tenían delante y en el lado izquierdo igual, con un total de ochos sillas sin contar la única silla que estaba al final de la sala y mirando hacia la puerta.

Los chicos llevaron a Ginna a la silla solitaria y la ayudaron a sentarse, el chico rubio ni siquiera le hizo ningún gesto pero Louis le dedicó una sonrisita que hizo que le calmara un poco los nervios.

Unos minutos después empezaron a llegar personas a la sala, consiguió ver a Alvin y Steven pero a quien no vio fue a Abby. Algunos se sentaban en los bancos y otros en las sillas. Cuando la sala se llenó se dio cuenta de que en las sillas solo se sentaban los jefes y el líder. En el lado izquierdo mirando desde el sitio de Ginna hacia la puerta estaba primero Miguel, que aunque no le dijo nada desde que la encerraron en la celda le sonreía con confianza, como si no tuviera que preocuparse por nada, a su lado estaba Victoria que miraba a cualquier lugar desde el techo de madera con paja sobresaliente hasta las caras de las personas de atrás antes que mirarla a ella. En cambio Rosa estaba tranquila pero muy seria con las piernas cruzadas sin hablar con nadie. Y por último en ese lado había un chico con el pelo marrón, un poco largo y desordenado que no llegaba a ser rizado, se mantenía en su silla con las manos enlazadas a la altura de sus rodillas sin hacer más nada. Ginna supuso que sería el jefe de los buscadores ya que era el único al que no conocía por la absurda normal de Lucas.

Y hablando de Lucas él era el primero sentado en la fila a la derecha hablando alegremente con Bruno, el jefe de los guardianes que se situaba a su lado. Más a la derecha de Bruno seguía Adam el jefe de los agricultores, por la forma en la que la miraba a ella, Ginna dedujo que no estaría de su parte. Por su gesto parecía que Ginna había tirado cien tomateras delante de él. Y ya por último quedaba George, el jefe de los constructores no apartaba la vista del bicho de la ventana. Esos bichos estaban por todas partes.

-Atentos todos. Silencio por esa parte. La asamblea ha comenzado. –Declaró Lucas poniéndose de pie. –Hoy estamos aquí para juzgar a la novata. Como bien sabéis esta chica entró ayer por la noche en el laberinto cosa que está totalmente prohibida y encima de todo engañó a uno de nuestros jefes para que entrara con ella.