CAPÍTULO 31

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En el Patio reinaba el caos como nunca antes.

Unas cuantas chicas apagaban los fuegos, unos cuantos corrían de un lado a otro sin parar y en un rincón habían algunos chicos llorando.

El grupo de buscadores permanecían inmóviles, quietos como estatuas esperando a que su jefe apareciera tras la puerta con buenas noticias bajo la manga. Ginna se quedó con ellos haciendo lo mismo.

Se sentía un poco mal al ver que todo el mundo trabaja en la reinstalación de los edificios del Patio mientras ella estaba ahí sentadita en el suelo esperando a ver cuando Frank aparecería por la puerta.

La chica sabía que Frank había entrado cientos de veces en el laberinto y que había salido indemne, pero con un grupo de laceradores furiosos correteando por los pasillos hacía que Ginna dudara de la habilidad del jefe de los buscadores.
En cambio el resto de los buscadores parecían no hacerlo. Estaban de lo más normales, algunos de pie y otros sentados, como unos perritos esperando a que su amo volviera de hacer la compra.

Y tras unos minutos después apareció Frank corriendo. Cuando pasó por la puerta aminoró el paso y le fue restando velocidad hasta que llegó a donde se situaban ellos.

- ¿Y bien? - Preguntó Parmeno.

- Exactamente lo que predijo nuestra lombriz favorita. - Frank soltó aquella frase junto a una sonrisita cuando pudo recuperar el aire. Pero al ver la expresión de Ginna cambió. - ¿Qué ocurre?

Ginna estaba seria y era porque sabía que tenían que hacer a partir de ahora, tenían que explorar el laberinto a fondo, especialmente la parte del Precipicio y si hacía falta pasarían allí toda la noche, como las puertas no se cerraban sería lo mismo que estar fuera del laberinto.

Quizás hasta más seguro, ya que los laceradores irían al Patio para matar a una persona cada noche. La chica estaba segura de que Bruno decía lo correcto y no estaba desvariando.

No podían meterse en el agujero de los laceradores sin investigarlo antes o mandarían a todo el mundo a una muerte dolorosa.

- Tenemos que investigar el Precipicio chicos y tenemos que hacerlo ya, - Ginna observaba como todos los buscadores la miraban atentamente, - creo que Bruno tenía razón en lo que cada noche se llevarían a uno, y por eso hay que buscar la salida en cuanto antes.

Frank se cruzó de brazos, estaba muy pensativo.

- Tienes razón lombriz, hay que hacerlo ya. - Después de decir eso el jefe de buscadores miró a su equipo y se dirigió hacia Ginna. - Los chicos y yo nos prepararemos y cogeremos ahora lo necesario para estar dentro del laberinto todo el tiempo posible. Incluso si tenemos que pasar la noche ahí metidos.

Los buscadores asintieron y se pusieron a favor de su jefe, pero había una cosa que no le parecía bien a Ginna.

- ¿Los chicos y tú? ¿Y qué pasa conmigo? ¿No era yo la lombriz en prácticas?

- Lombriz tu misma lo has dicho antes, tenemos que encontrar la salida en cuanto antes ahora que las puertas no se cierran, así que mientras nosotros metemos nuestro culo en el laberinto tu te vas a poner a estudiar los mapas y a encontrar ese maldito código aunque te lleve todo tu valioso tiempo ¿de acuerdo?

En ese estaba de acuerdo con Frank, no se lo podía negar. Lo más inteligente en ese momento era dividirse en dos grupos, mientras uno estudiaba los mapas, otros estudiaban el laberinto.

Al parecer el resto del grupo estuvo de acuerdo. Esos chicos siempre pensaban igual y trabajan a la vez, estaban muy comprenetrados.

Los chicos hablaron con Rosa y fueron a preparar todo lo necesario. Ginna mientras fue a buscar a un grupo de chicos y chicas de confianza para empezar a trabajar en los mapas, sabía que había que hacer.

Para explicarles a ellos como había que mirar los mapas escogió a Abby, Victoria, Rosa, Miguel y a James, que la ayudarían con ese trabajo por ahora.

Iban a ir a la sala de los mapas ( lugar donde según Abby y Victoria, no habían puesto un pie nunca. En cambio Rosa si porque ella fue una buscadora antes ), cuando de pronto Zoe se interpuso en su camino.

- Miki, ¿a dónde vas?

Por la cara de Miguel no tenía muchas ganas de mantener una charla en ese justo instante con su novia.

- Tenemos trabajo pendiente Zoe, este no es le mejor momento, hablamos luego ¿vale?

Iban a seguir caminando pero la rubia se puso en medio de nuevo.

Estaba muy enfadada, con la cara roja y los brazos en las caderas.

- De eso nada. Ultimamente lo único que dices es hablaremos luego, estoy harta de todo eso vamos a hablar ya, ¿dónde estuviste antes cuando el lacerador entró en la sala de las asambleas? Porque yo huí pero no te ví detrás mía.

- Estuve dentro de la sala ayudando a Bruno para que no se lanzara directo al maldito lacerador.

- ¡Pues no lo hiciste muy bien cuando uno de esos bichos se lo llevaron cabalgando!

Aunque le parecía increible la actitud de la rubia con todo lo que estaba sucediendo ahora, lo último que quería ver Ginna era como su amigo intentaba arreglar su fallido noviazgo.
No había tiempo para eso, o por lo menos que no todos se quedaran ahí mientras ellos hablaban de sus cosas.

- Miguel será mejor que nos vayamos a empezar el trabajo. - Por las caras de los demás, Ginna supuso que había dicho lo que los otros también pensaban. - Después te reunes con nosotros.

- ¡Oh! ¡Ya sé lo que pasa! Esto es por ella ¿verdad? Desde que ella subió por la Caja y te metió por la noche en el laberinto no ha sido lo mismo entre tu y yo.

Aquello era lo último que le faltaba a Ginna. Primero se ganó la desconfianza de Lucas, después Bruno y ahora Zoe.

La chica cada vez se estaba ganando más enemigos y con los otros dos chicos podía entender que tenían razones para odiarlas, pero en esta ocasión Ginna no había hecho nada.

Unos cuantos que estaban alrededor trabajando en sus cosas se detuvieron y comenzaron a ver la pelea entre la pareja.

- Zoe con Ginna no ocurre nada es mi amiga y nada más, es solo una paranoia tuya, todo está bien. - Se notaba que para Miguel era también la última cosa que querría hacer en ese instante.

No debería de haber dicho eso.

- ¡¿Así que estoy paranoica?! ¿Eso intentas decirme para poder dejarme sin sentirte mal? Que soy una sapenca paranoica.

Más gente se paraba y comenzaba a ver que sucedía. Pero Ginna y los demás que estaban esperando para poder ir a la sala de los mapas se sentían de lo más incómodos en esa situación.

Se fijó en James y el estaba centrado en la discusión, mirando a cada uno de ellos cuando le tocaba su turno de hablar, parecía que el chico estaba viendo una partida de ping pong.

Miguel entendió tarde lo que había dicho e intentó arreglar su error.

- No quería decir eso, me has entendido mal... - Dijo el chico con una voz algo frustrada.

- ¿Sabes? No me importa, haz lo que quieras porque tu y yo hemos roto desde este momento.

Zoe se dio meda vuelta y se fue, dejando atrás la posibilidad de que Miguel pudiera continuar con la discusión.

La rubia no lloró en ningún instante, ni sonaba triste, se mantuvo seria y fuerte en todo momento y cuando se marchó lo hizo a un paso decidido.

Cuando Ginna se dio cuenta, casi todos lo que habitaban en el Patio estaban ahí pendientes de la conversación entre la antigua pareja.

- ¿Qué mirais todos? ¡Vuelta al trabajo! - Gritó Rosa y todos se fueron rapidamente, incluido Miguel que sin decir nada se fue andando para la sala de los mapas.

Posteriormente todos lo siguieron para comenzar el trabajo.

Correr o morir, Grupo CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora