CAPÍTULO 35

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Tras dos horas de dar vueltas sobre su saco de dormir, Ginna pudo coinciliar el sueño.

Llevaba otra ropa diferente, estaba más limpia y su cabello era más corto. 

Pensaba que era un sueño, pero ella estaba dentro del Patio. Pero aquel lugar era diferente.

Para empezar había máquinas detrás de los muros que rodeaban al Patio sujetando enormes cantidades de piedras, en toda la extensión de césped no había nada construido, ni ningún animal alrededor, ni siquiera una personas más a parte de ella y el cielo cambiaba rapidamente de un amanecer, a la hora de la tarde y después al atardecer en menos de un minuto, como si lo estuvieran probando, ya sabía que pasaba; estaban construyendo el laberinto.

Ginna se metió dentro de el laberinto, esquivó a unos cuantos obreros y a dos máquinas hasta que llegó al Precipicio. Aunque en ese momento estaba diferente.

La chica echó una mirada hacia abajo y pudo ver el suelo, cosa que no sucedía con el Precipicio de la vida real.

A seis metros había un agujero, de unos dos metros. Se quedó viendo el sitio hasta que algo le sacó de sus pensamientos.

- ¿Cómo lo ves?

- Esto es muy cutre James. - Contestaba la chica mientras miraba el suelo. - Por lo que decía Ava creía que sería más espectacular, bueno siempre he sabido que los de CRUEL lo ponen a él por las nubes.

- Te estaba tomando el pelo Ginebra, jaja. - James se reía con una pequeña risita, cosa que le hacía cosquillas a Ginna dentro de su cabeza. - Estaba esperando a encontrar a una de las cámaras cuchillas de escarabajo para ver tu cara cuando lo active, ¿preparada?

- Adelante.

Una cuchilla escarabajo se intentó posar en su frente, Ginna peleó con ella hasta que consiguió quitársela de encima.

- ¡Hazlo ya! - Gritó telepaticamente Ginna.

La chica miraba desde el borde de el Precipicio, esperando que había creado su compañero de diferente grupo, en un segundo pudo sentir la diferencia.

Un repentino vértigo recorrió la mente de la chica, no se veía el suelo, era como si estuviera en un sitio tan alto que no se veía donde iba a estar la caída. Tenía hasta ganas de vomitar y eso que sabía que el suelo estaba a seis metros.

Quien había creado eso era brillante, era una de las ilusiones ópticas más guays que habían en todo el laberinto. Era como un pasillo en el que terminara todo, como si fuera el fin del mundo.

- ¿Y qué? ¿Mola? - Preguntó el chico que se encontraba en otro lugar observando a través de uno de esos bichos que volaban.

- Es increíble James, es como si no existiera suelo. Y justo en medio, donde está todo oscuro la entrada de los laceradores. No me puedo ni imaginar la cara del primero que se encuentre con un lacerador aquí.

- Ni yo del primero que vaya a morir.

Le sorprendió las palabras que decía su amigo y el tono tan sombrío de como las pronunció.

- No dejarán que eso pase, no irán tan lejos.

La conexión entre ellos dos se fue. James no respondió y su presencia se esfumó rapidamente.

Entre agitaciones se despertó ella, estaba sudada y respiraba muy rápido como si antes de que se despertara le hubieran robado todo el aire de los pulmones.

- Madre mía que sueño habrás tenido, ya me gustaría tener uno de esos a mi ¿eh golfilla?

Piper se rió y su grupo de amigas que estaban alrededor suya con las mantas y los sacos de dormir medio quitados, la imitaron.

¿Cómo podían estar riendo cuando hace nada se acababan de llevar a un chico para matarlo? Ginna prefirió no encararlas y salir de la sala de las asambleas, que era donde estaba durmiendo.

- ¿A dónde vas? - Preguntó Piper cuando Ginna se levantó. - ¿Es que tienes más mapas que pintarruquear o es que quieres verte con quien soñabas?

Piper y sus amigas rieron todas a la vez. Ella siempre hacía lo mismo cuando estaba rodeada de sus chicas. Finalmente Ginna decidió que lo mejor sería ignorarlas y salir de ahí.

Cuando salió de la sala se encontró con todo destrozado, los laceradores aprovechaban esas noches para pasarselas de lo lindo.

Ya había gente trabajando en la reconstrucción del Patio y preparando algunas cosas para cuando volvieran a destruir todo lo que había creado.

Ginna miró hacia el laberinto y por una de las puertas salían Frank y los otros buscadores. Inmediatamente la chica se fue corriendo hacia él.

Ella iba a llamar su atención agitando el brazo, pero no hizo falta, los chicos fueron corriendo hacia ella en cuanto la vieron.

- Lombriz tenías razón, hay una puerta por donde podemos salir. - Frank parecía un poco desanimado por su tono de hablar.

- Es donde se meten los laceradores. - Tristán se secaba el sudor de su frente con el brazo, parecía muy cansado. - Anoche los vimos entrar cubiertos de sangre.

Entonces no había duda, aquel chico estaba muerto, los laceradores se lo habían cargado, como seguirían haciendo hasta que todos ellos salieran del laberinto. Ginna sabía como pero lo difícil era convencer a los demás.

- A parte de eso no vimos nada más. - Habló esta vez Jaime.

- Chicos ya no hay nada más que buscar, el agujero por donde entran los laceradores es nuestra salida, tenemos que pasar por ahí si queremos salir. Tenemos el código, ya no hay por que esperar más.

Al decir eso Ginna los chicos se miraron confusos entre ellos. No habían encontrado nada más parecido a una salida, estaban perdiendo la esperanza y a la gente, pero aquello sería lo último que se esperaban que dijera la chica. 

- Lombriz creo que deberías...

Ginna nunca supo el consejo de Frank porque lo interrumpió en media oración, sabía que el solo iba a poner pegas.

- Reunid a todo el mundo, ya es hora de salir de aquí.

La chica se fue a buscar algo de comer antes de que alguno de los buscadores pudiera preguntar algo o rechistar sobre algo.

Necesitaba tener el estómago lleno para lo que les iba a contar a todos ellos ahora, seguro que habría alguna pelea pero no tenía más remedio.

Se iban a meter en la boca del lobo.

Correr o morir, Grupo CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora