CAPÍTULO 29

200 25 4
                                    

Ginna se quedó sin nada que decir. Las provisiones, el sol y ahora los muros no se cerraban, ya no estaban protegidos durante la noche de los laceradores. Ahora todo había cambiado, lo cual significaba que necesitaban el código y la salida desesperadamente.

Las palabras de James volaron dentro de su cabeza otra vez "he provocado el final". Primero el cielo y después los muros, ¿cómo un solo chico podría haber echo eso?

Mientras Ginna estaba paralizada pensando sobre lo que dijo James, Rosa ya había ordenado a todo el mundo que se fuera yendo a la sala de asambleas para resguardarse, normalmente los chicos y las chicas dormían en dormitorios separados pero esto era una emergencia y debían de permanecer todos unidos por si un lacerador entraba y se atrevía a llevarse a alguno de ellos.

Aún con todo el peligro que suponía estar toda la noche con las puertas abiertas, Lucas seguía manteniendo esa sonrisa intacta de su cara, disfrutaba acarreandole ese problemas a Rosa.
Ginna nunca había tenido tantas ganas de darle un puñetazo a alguien.

Durante los siguientes quince minutos hubo una confusión en masa que se extendía por todo el Patio como la oscuridad de la noche.

Cuando aseguraron de que todas las personas estaban dentro de la sala, empezaron a construir barricadas, a tapar las ventanas y cualquier otro hueco que hubiera, Daniela se encargó de esconder bien la comida y Bruno se dedicó a predicar que iban a morir todos, lo cual no levantaba los ánimos a nadie.

Otra gente recogía mantas, hamacas y cojines y los agrupaba para que todos pudieran dormir cómodos. Mientras otros se mantenían ocupados asignando donde iban a dormir los demás.

Ginna ayudó a tapar una pequeña ventana que estaba en la esquina derecha de la sala. Le pareció algo patético mirando el trabajo que había hecho George, pero el era el jefe de los constructores y sabía lo que hacía mejor que la chica. El jefe cuando vio el desastre que había hecho ella, le ayudó con su tarea.

Dentro de la sala se habían recolectado linternas, herramientas y toda la comida necesaria haciendo que ese lugar fuera un fuerte para aguantar toda la noche.

Le hechó una mirada a toda la sala y pudo ver a James apartado de todo el mundo y muy nervioso, así que decidió acercarse a él.

- Eh, ¿cómo lo llevas? 

Inmediatamente el chico que estaba sentado en suelo de espaldas a ella se volvió.

- Pues a no ser que venga un lacerador con su biscoso cuerpo a clavarme una de sus patas metálicas, muy bien.

Ginna había estado contando todo lo que tenía que ver con sus recuerdos incluido la parte donde la pinchó el lacerador ( aunque omitió aquello de que escuchó voces en su cabeza ), pero no había dado tantos detalles como para que el chico supiero todo eso.

- ¿Estás seguro de que no has perdido todos tus recuerdos?

- Supongo emm, bueno oí algunas cosas mientras los de aquí preparaban las cosas.

La chica prefirió dejar pasar aquello y centrarse en otra actividad para terminar de preparar la sala.



En todo el tiempo que la chica había estado en el Patio, no había tenido tanto insomnio nunca, aunque ayudaba que hubiera laceradores por ahí afuera mandando gritos de guerra tan fuertes que se clavaban en los oídos de cualquiera que intentara dormir.

Todos ya estaban instalados en camas pocos preparadas intentando hacer la imposible tarea de coinciliar el sueño, casi nadie hablaba, solo se oía pequeños susurros de un par de personas hablando y algunas respiraciones nerviosas.

Correr o morir, Grupo CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora