Epílogo.

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Pov Jayden.

El día era hermoso, a pesar de lo complicado que era poder seguir viéndola ahí, tan lejos e inalcanzable. Llevaba un par de años recostada en ese cama de hospital, y todos y cada uno de los días que habían transcurrido iba a verla, porque simplemente no podía estar sin ella, siempre iba acompañado, por su madre, su padre o incluso su mejor amiga.

Nada era igual desde ese llamada.

Will, su mejor amigo, se había intentado quitar la vida, y mi dulce princesa no pudo soportarlo, fue tanta la sorpresa que sin más se desmayó, siendo víctima de un desmayo que hasta el día de hoy la tenía presa.

Un presentimiento.

Una corazonada.

No estaba muy seguro de que era lo que sentía, pero algo me decía que las cosas cambiarían, que hoy sería diferente.

Todo era muy normal, me desperté y me arregle, deje nuestra casa, aún recuerdo cuando nos mudamos aquí.

-Así que tengo una sorpresa para ti- susurré en su oído.
-¿Otra sorpresa? ¿Qué he hecho para merecerte?- esa no era la verdadera pregunta, lo que importaba en realidad es cómo rayos una chica como ella se había fijado en mi.

Cumplíamos un año y medio de novios y la noche anterior yo había hablado con sus padres, les había pedido su mano, ambos sonrieron y me dijeron que llevaban esperando por esas palabras mucho tiempo. Así que aquí estaba yo con un traje, una reservación en un gran restaurante, sentado frente a la mujer de mi vida, la sortija de mi familia en mi bolsillo. Tenía que ser perfecto, un par de velas, el lugar para nosotros dos, vino fino, comida digna de dioses y nuestros corazones latiendo uno junto al otro.

-Y dime ¿Qué te ha parecido la cena?- dije mientras me levantaba y tomaba su mano, invitándola a hacer lo mismo.
-Ha sido todo un manjar- sonrió, y sus mejillas se encendieron- me ha encantado, gracias Jay- Jay, ese era mi apodo favorito pero nadie podía llamarme así, solo ella. Sonreí. Salimos del restaurante y comencé a cantar solo para nosotros, recargados en el cofre de mi automóvil veíamos las estrellas y entonces supe que era el momento. Me arrodillé, tomé su mano.
-¡Dios!- chilló emocionada.
-Cassandra Johnson ¿Te casaría con este pobre hombre que promete darte su corazón día con día y noche tras noche? Porque si tú no estás a mi lado yo me pierdo en la obscuridad, si no te tengo conmigo yo no sé qué haría, di que sí y juro que te haré la mujer más feliz que ha pisado el planeta-
-Si, por supuesto que sí, yo te amo- no deje que continuará simplemente la besé. Disfrutamos del cielo nocturno y después vende sus ojos, la lleve a nuestra casa, nuestro hogar.

La cargue hasta la entrada de la casa, ella usaba un precioso vestido blanco con el que simplemente se veía perfecta, era una princesa, era Mi princesa y aunque los médicos insistían en que era sumamente necesario que se mantuviera internada en algún hospital psiquiátrico me negaba firmemente a ello, si Cass tenía problemas y necesitaba ayuda pero yo la ayudaría, dijeron que las alucinaciones cada vez eran peores y los episodios eran más frecuentes, mencionaron que estaban acabando con ella, diciendo que no había nada más que hacer; y aquí estamos la chica de mis sueños y yo, entrando a nuestro hogar, recién casados.

Tal vez Cass ha perdido muchas cosas pero me negaba a ser una de ellas, me encargaría de mantenerla a salvo, de hacerla reír en sus peores momentos, de ser su razón para seguir adelante, me encargaría de hacerla feliz.

La lleve en brazos hasta la recámara y la dejé descansar. Le ayude a quitarse su vestido y a guardarlo mientras su celular sonaba.

-¿Bueno?-

Los Sueños Se Cumplen...? #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora