Tres

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Volverse adicto implica no parar de hacer algo, cualquier estupidez

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Volverse adicto implica no parar de hacer algo, cualquier estupidez. Ni siquiera se conocían de nada, el placer era un buen impulso. Había pasado más veces de las que podría recordar teniendo sexo con Axl Rose, sí que era bueno para eso.

Ir a un centro de ayuda no hacía que de la nada dejaras de ser una puta, ayudó en poder conseguir más cosas de las que se esperaba. Podía tener sexo, podía perderse entre narcóticos de distinta categoría y sonreír por ello, podía no tener ansiedad y ese era el punto de esto.

Más de una vez había ido con esos cinco chicos, sí que tenían buenas cosas, no había follado más que con el pelirrojo, eso podría arreglarse pronto. Después de lo que ocurrió en el baño, en el centro nos obligaron a venir con más frecuencia además de ayudar a limpiar el sitio, ridículo, lo sé. Al final no hicimos ninguna, por qué lo haríamos, de cualquier forma volvería a pasar por el hecho de que su mente y la mía no estaban en el sitio correcto.

—Brownstone.

—Rose.

Con su típica sonrisa de pervertido ahí estaba, delante de mí, pronunciando mi nombre para luego besar la mitad de mis labios. No era posible que no hubiese pasado un día sin follar al menos una puta vez con ese hombre.

—¿Vendrás a verme tocar?

—Eso ya lo he visto, y escuchado mi nombre en un par de ocasiones –El pelirrojo carcajea y piensa en aquellas veces, era cierto. Debería cuestionarse el cómo habla, quizá. La mujer sonríe ante ello y mira que esa banda que trae al parecer es nueva —De acuerdo, pelirrojo, me gustaría mirarte tocar.

Luego de cosas ridículas catalogadas como sonrisas, el hombre dejó escapar de sus labios un "entonces vamos", ese vamos significaba este momento. Claro que ella iba a ir con él. Fueron por los otros cuatro para después dejarle un sobre con heroína a uno de los guardias y los dejara salir. Ahora tenían que conseguir más para Steven Adler.

Y ahí estábamos, en algún lugar de Los Ángeles, viviendo una vida ridícula, al menos era placentera para todos. Me había aprendido sus nombres, o al menos ahora identificaba a todos, ya eso era un progreso. Todos con cigarrillo en mano, el pelirrojo desviando su mirada al otro lado de la calle donde las putas abundaban, al parecer le daba igual ya que me tenía al lado y prácticamente era lo mismo. Él había follado con otras, yo había follado con otros, total, éramos libres.

La noche caía en aquella ciudad de la que no podía escapar. Las personas comenzaban a llenar el lugar en el que la banda de nombre Guns N' Roses tocaría. Detrás de la barra estaban los seis, bebiendo, fumando, daba igual el lugar o quién los viera, siempre tenía que haber sexo entre Baudell y Axl. Hubo una petición por parte de él, cuando tenía su nombre en mente solo pensaba en burdel, en que podría alguna vez ir a uno y bailar para él en uno de esos tubos de metal, hoy no podría ser, no por la música sino por la falta de tubos. Rainbow era una buena idea para eso.

Baudell se colocó encima del cuerpo del pelirrojo, juegos en sus labios y movimientos en sus manos a pesar de todo su contexto, esa era una buena manera de mandar todo a la mierda. Llevaban dos horas de retraso y aquellos seres que esperaban desde hacía aquel tiempo no lo harían más. Un bufe por parte de Axl Rose luego del aviso hizo que se levantara del suelo de aquella barra, ayudó a la chica y no espero a los otros a que lo siguieran.

—Nena, desde aquí puedes verme.

Justo a un lado del escenario la mirada de Baudell Brownstone se posaba a cada rincón de este, divisó el piano, sabía que solo Axl lo usaba, pensó en algo ridículo. Las luces se apagaron por un instante, no se miraba nada del lugar, por una vez confió en su mente y con una burla hacia ella misma caminó.

Claro que podía mirar desde ahí, podía mirar a cada uno de los chicos tocando, cantando. Nunca había visto a alguien moverse de esa manera como en este instante Axl Rose lo estaba haciendo, joder, estaba más que excitada. Por fin, aquel de camisa de cuadros atada a sus costados tomó sitio delante del piano, suspiró, su respiración estaba agitada, bebió un sorbo del líquido que poseía el vaso reposando en el piano. Otro suspiro más, tomó con una mano el micrófono puesto en lo superior a las teclas y con la otra mano tomó la base para acomodarse mejor, solo llevaba unos segundos intentando hacerlo cuando la inercia lo lleva a dejarlo caer. Había sentido algo debajo del piano.

El cuerpo del pelirrojo hizo flexión para mirar lo que estaba ocurriendo, una risa salió de sus labios cuando miró a Baudell Brownstone debajo del piano a punto de chuparle la pija. Esa mujer estaba llena de sorpresas, sí que le encantaba. Luego de unos segundos pidió a Duff Mckagan pasarle el micrófono que seguía reposando en el suelo, seguido de esto el gesto que le hizo al pelirrojo por mirar a la mujer debajo lo hizo volver a reír.

Baudell puso a su lengua a mojar el exterior de los shorts blancos del pelirrojo, podía escuchar las teclas del piano siendo repasadas por los dedos que ya habían tocado su interior, como le gustaban sus manos. De lo blanco sacó su miembro, joder, podía hacer esto cada día. Pasó sus manos por toda la extensión de la pija, dejaba que sus labios rozaran por instantes en la longitud hasta que en todo el lugar retumbó un fonema que de los labios de Axl provenía, fue justo cuando se lo metió a la boca. El sabor que sentía era tan placentero que dudaba si podía continuar sin alguna vez poder sentirlo de nuevo. Con ayuda de sus manos estimulaba dónde su lengua aún no llegaba, lo húmedo se combinaba y lo volvía tan placentero a aquel momento. Desde debajo pudo escuchar su voz mientras cantaba, en semanas nunca lo escuchó así, era tan áspera, era como si pudiera hacer sexo oral tan solo con la puta voz, el resultado acabaría en lo mismo, un puto orgasmo.

Debía levantarse para la siguiente canción pero era obvio que no podía. Nunca había escuchado antes esta clase de ritmo, era bueno. Una fantasía se formó en la mente de la mujer, ansiaba que al oído le dijera nena, lo ansiaba como nunca, necesitaba escucharlo hablar, cantar, gritar. La succión en su boca se hacía más profunda, las ganas de gemir por parte del pelirrojo estaban siendo contenidas hasta que llegó a aquella parte que se traduciría como "siente mi puta pija, Baudell" sí, dijo su nombre, sí, cada persona presente lo escuchó gemir de verdad cuando se suponía que solo eran simples gritos. Desde abajo, Baudell podía observar a aquellos que perdían en control en medio del caos que desde antes de su presentación Guns N' Roses había creado. Podía mirar a las putas que no despegaban su mirada de Axl, pero podía ver justo enfrente lo que ellas deseaban y en definitiva esta noche no conseguirían, porque apostaba su vida a que nadie succionaba mejor que ella, mucho menos con él.

La cabeza del pelirrojo se recargó un momento en el piano, era la última canción y no podía cantar porque Baudell estaba succionando todo de él. La mujer tocaba, lamía, dejaba su marca en esa pija, sabía de lo que era capaz de hacer el pelirrojo después de esto, sabía que podía hacer lo que quisiera con ella. Las luces se fueron de nuevo, Axl subió lo que Baudell había bajado y se fue de ahí luego de sacarla de ahí debajo. Una mesa solo para ellos seis, alcohol, drogas, sexo, otra noche sin noción era lo que en ese momento disfrutaban de puta madre después de haber salido a tocar.

𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐜𝐫𝐲, 𝐑𝐨𝐬𝐞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora