Nueve

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Luego de haber ido por alguna que otra cosa y pasar por fuera de aquel centro de ayuda casi río

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Luego de haber ido por alguna que otra cosa y pasar por fuera de aquel centro de ayuda casi río. Era ridículo que solo hubiese ido un par de días y luego a la mierda, no sé por qué me extraña si eso hago con todo. Aunque el llevar tanto tiempo aquí borra ese instinto, quizá por el placer.

Tenía a Duff a mi lado, el rubio apenas podía aparentar que estaba sobrio, sinceramente no sé cómo logró ir conmigo. La puerta de la casa se abrió y una escena estaba justo enfrente; Axl cogiéndose a una puta que no era Baudell. La mujer que llegaba apenas sonrió con un ligero ruido que salió de ella al divisar aquello y dejó caer las dos bolsas que llevaba en mano. A Duff le había dado hipo y Axl dejó de meter su pija en aquella.

—Parece que ya terminaste de follártelo –habla Axl con ligera sorpresa en su rostro y Baudell comprendió algo. Axl era el mismo hijo de puta de siempre, por qué mierda pasó por su mente el que estar con él implicaba, en un futuro, no salir con nadie más. Pero no era posible, no de él, menos de ella.

—Eres un imbécil –finaliza Baudell y camina hacia las escaleras del costado, al menos hasta que Axl la toma de los cabellos con fuerza y la hace volverse. Sabía que no terminaría bien esto. Baudell le dio un golpe en el rostro al pelirrojo luego de ordenarle dejarla, Axl cayó contra el diván y en su brazo se hizo un ligero corte con la mesa de centro. Duff ya se había subido.

"¿Sabes qué? Ahora iré a hacerlo"

Luego de las palabras de Baudell con referencia al rubio, subió las escaleras a prisa mientras escuchaba un "Lárgate, zorra" de Axl, pero no era para ella está vez, era para la otra que aún seguía ahí. Duff entró al último cuarto, que básicamente era ya un estudio, tenía varios de los instrumentos de la banda, una radio y un diván más pequeño que el de abajo. En segundos Baudell abría la puerta y saltaba frente al bajista y al oído le susurraba un: "follame".

—Abre la puerta, hija de puta.

Y ahí estaba el pelirrojo. Su ira se desató y comenzó a golpear la puerta amenazando con tirarla si Baudell no abría. Adentro apenas hubo un beso, pero ahora Duff estaba a punto de penetrarla. La mujer tomó al bajista por la espalda, lo miró una vez y sintió como su miembro era introducido a su brecha, primero la punta hasta que todo de él estaba dentro. Solo un gemido, bastó un solo gemido para que reventara la puerta. A Axl Rose no le gusto para nada lo que estaba mirando. Se le fue encima al bajista.

—¡Ella es mía, hijo de puta! –bramó Axl mientras le propició dos golpes en el rostro al bajista. Duff tampoco iba a dejar que hiciera eso. Entre sus palabras y las de Baudell diciendo que parara, ahora fue Duff quien arremetió contra el pelirrojo. Era claro que ni él ni Baudell lo permitirían. La chica lo quitó de encima. Esto era un acto completamente ridículo, tanto Axl como Baudell podían ser los más hijos de puta con ellos mismos sin tener un límite, pero si se trataba de otros, estaban hechos mierda.

"Jódanse los dos"

Fue lo último que dijo Duff antes de agarrar su ropa y levantarse del suelo con la mirada de ambos en él. Axl reposaba aún en el piso, Baudell lo ayudó a levantarse y permaneció cerca de él. Dejó de mirar al bajista para posar sus ojos en las marcas que ahora cubrían al pelirrojo. Duff estaba por salir, pero antes de ello volteó a mirar a Axl y con una sonrisa burlesca le dijo:

—Creo que ya no es solo tuya, Axl.

La calma que comenzaba tener el pelirrojo fue inmediatamente quitada del frente, quería golpear del nuevo al bajista y este solo sonreía. "Te voy a matar, hijo de puta" Axl gritaba, estaba desesperado, el cuerpo de Baudell intentaba arrinconarlo, pero sabía que podría estar así por un rato. Axl dejó de hacer fuerza y tomo el bajo de Duff y comenzó a azotarlo en el piso, unos golpes y tomó otro más. La furia del rubio estaba en lo más alto, pero la mujer no le permitió acercarse, terminó con un "lárgate" y después de repetirlo varias veces más, el bajista salió azotando lo que aún quedaba de la puerta.

El pelirrojo había perdido toda línea de control que pudo haber durado segundos, las guitarras reposaban en el piso, una aún la tenía en mano, eso no duró mucho. El cuarto estaba destrozado.

—Tú eres mía, Baudell –dice Axl mirándola a los ojos. Ella sabía bien que tenía que pensar en su respuesta porque cualquier cosa podría hacerlo estallar, pero quizá también quería eso.

—Eres un imbécil. ¿Crees que solo dirás eso cada vez que vaya a estar con alguien y luego casi lo mates a golpes? –el pelirrojo estuvo a punto de responder luego de azotar un micrófono, pero ella no lo dejó —¿Crees que puedes hacer lo que se te da la gana y yo no? Eres el mismo imbécil de siempre y no vas a cambiar por mí, o por cualquier estupidez, y tampoco yo. Tú puedes cogerte a quien quieras y drogarte hasta casi matarte, y yo también puedo hacerlo. Es simple, es lo que siempre hacemos, Axl.

Las emociones del pelirrojo brotaban en su mente, quería hacerla callar, quería golpearla, pero no dejó que ganase ese impulso de nuevo. Ella ya estaba llorando, él tenía una furia que hacía perder el verde de sus ojos, los puños los tenía apretados al igual que la mandíbula. E interiormente estaba rogando por no llorar también. Necesitaba hacer algo para que la calma lo invadiera de nuevo.

Y así, sin más, había arrojado por la ventana el piano. Baudell se acercó con prisa hacia el pelirrojo para luego tomarlo con sus brazos. "no llores" dijo ella al sentir las gotas en su piel, tenía al pelirrojo abrazado con su cabeza hundida en su cuello. Axl pasó sus manos por su espalda mientras al oído le decía un lo siento y ella negaba inmediatamente para finalizaba con un: "nunca tienes que hacerlo". El verlo de esa forma la jodió como nada lo había hecho.

𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐜𝐫𝐲, 𝐑𝐨𝐬𝐞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora