Siete

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Mierda

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Mierda. Maldita mierda. Ahora no, joder.

Lo valoró mucho. Fue como si supiese lo que pasaría. Eran días pero en cuestión de segundos no era nada. A veces suele pensar, tiene para elegir, pero siempre es lo mismo, estupideces. En ese día, en ese puto día, imaginándose lo que ocurrió, nada sale de su mente aunque empuje con tablas blancas, quizá no quiere hacerlo, quizá no pueda.

Ella escribe, ella piensa, ella actúa. Muy pocas veces actúa, eso era antes. Sus manos alternan el dolor interno, fue cuando supo que el dolor físico es preferible porque lo que no se soporta viene de adentro, de muy adentro. 

—¿Baudell?

—Déjame en paz, imbécil.

Todo el cuerpo le temblaba, los ojos rogaban necesidad incesante de dejar salir lágrimas, las manos empezaban la necesidad de querer parar la desesperación de un ataque de pánico. Baudell se encontraba entre bastidores de un lugar desconocido, de un momento a otro había perdido toda cordura que hubiese podido tener minutos antes. Un ruido y otro más al pegar contra el suelo distintas cosas arrojadas a manos de la mujer para encontrar algo que la hiciera tener calma, sabía que no podría hacerlo rápido.

Esto no lo detendría, pero por lo menos lo haría más soportable. No ayudaba en nada que Axl estuviera gritando tras la puerta, él y sus pendejadas. Baudell tomó lugar contra la puerta hasta tocar el piso, su mente era un cúmulo de su vida; drogas, sexo, muerte, pérdida, dolor, pánico, ansiedad, música. Se preguntaba por qué mierda después de todo tenía que sentir esto una jodida vez más, quizá el que no asistiera más a aquel centro tenía que ver.

Mierda, puta mierda. Nada más que mierda. Para, pendeja, hazlo, déjate de estupideces y hazlo, como siempre. No busques tener control pronto porque sabes bien que no será así. Calla al pelirrojo, dile que pare porque no está ayudándote, ni siquiera esa palabra está en su vocabulario, es ridículo que esté aquí, tiene que dar un puto concierto.

—Baudell abre la puta puerta.

—Lárgate a la puta mierda, déjame.

Hazlo estúpida.

Baudell ante sus palabras volteó su brazo hasta mirar algunas marcas en él, casi en burla pasó el metal por su piel. No sabía el ritmo, no recordaba cómo lo haría en esta situación así que lo hizo como pudo; un rasgo rápido, un corte largo, uno menor, uno lento. Toda una satisfacción en sus venas al cerrar los ojos mientras el corte se propiciaba cada vez más, mientras sentía a lo rojo correr por su piel, esa sensación de dolor físico era tan placentera en estos momentos que no la cambiaría por nada.

—Baudell qué mierda estás haciendo, abre la puta puerta, ¡Joder! –Las palabras del pelirrojo eran cada vez con mayor fuerza, se volvería loco sino averiguaba qué mierda está pasando ahí dentro —Voy a tirar la puta puerta sino abres.

Deja de joder, Rose.

El hecho de que se hiciera daño a sí misma no significaba que quisiera morir justo ahí y de esa forma, y le jodía mucho saber que era cierto, le jodía que no podía hacerlo.

Un golpe, otro más y otro hacían a la puerta crujir, Axl Rose estaba desesperado por hacer que se abriera. Los gritos incesantes de Baudell intentando que no lo hiciera no estaban funcionando, por qué lo haría, se trata de él. Al final lo que resultara era predecible, de cualquier forma él entraría.

—¡Qué mierda hiciste Baudell!

Los gritos del pelirrojo ante la situación que sus ojos estaban obligados a ver causaron en la mujer un alto en todo de sí. De las manos de ella, Axl quitó el metal para luego correr por cada rincón en busca de algo que parara lo que acontecía en su piel. El pelirrojo no dejaba de repetirse esas cuatro palabras: "qué mierda hiciste, Baudell". Cómo mierda pudo dejarla sola, en qué puto momento pasó toda esta mierda y por qué mierda no dijo nada, por qué mierda está haciendo esto.

Los labios de Baudell se abrieron al momento en el que el hombre tocara su piel: "solo vete, Axl". Sentía cosas en ella, pero no podía diferenciar qué era cada una, quizá era tiempo de cambiar su método porque en serio no podía dejar que su mente tomara el mando.

—Déjalo, está bien. Anda a cantar, pelirrojo.

—No voy a salir hasta que en serio estés bien.

Mierda Rose.

—Mírame.

Luego de segundos por fin obtuve su calma, soltó de su mano una hoja y pasó a juntar su espalda con el muro que tenía a centímetros tras ella. Llevó sus manos a sus ojos, maldita sea. Hubo un instante en el pensamiento del pelirrojo donde odió esto, donde odió cuando se ponía así porque ahora sabía que lo jodía, no sabía cuánto, pero sabía que era horrible. Miré alrededor del lugar, las cosas no estaban en su sitio. Respiré, me encontraba hincado para luego en segundos despegar del suelo, di al menos dos pasos hasta que sentí su mano tomar la mía, sabía que tenía que ir con ella, era como un instinto.

—Axl. 

Me maldecía internamente por mirarla así, cerré por un segundo los ojos diciéndome, preguntándome por qué mierda hacía esto. Regresé con ella, bajé hasta su altura y pase mi cuerpo por el de ella. Alcé el rostro y ella parecía inmóvil, miraba mis ojos y no apartaba los suyos ni por un instante. Sentí el tacto de sus manos pasar hasta mi espalda. Nunca habíamos estado así. Mis brazos rodearon su cuello, mi rostro se pegó al de ella, todo se volvió tan pacifico en ese instante.

Esto era extraño, diferente, más no se sentía así. Tantas veces estando cerca, pero ninguna de esta forma. Baudell hundió su rostro en mi cuello, podía sentir su respiración, sus labios rozaban mi piel, estaban a milímetros de esta, no comprendía el cómo esto podía pasar siendo ella de la que hablo. Baudell levantó su rostro, sus ojos los tenía en los míos, por primera vez no supe lo que significaba. Tomó mi rostro entre sus manos y la distancia se acortó hasta que nuestros labios rozaron.

La calma duró poco, la necesidad estaría ahí siempre, no hubo un beso, no hubo un recordatorio de tiempos anteriores. Solo unos segundos más hasta que de los labios de la mujer se pudo notar una curva lo que hizo al pelirrojo imitarla. Él se levantó sin prisa para luego ayudar a su chica a hacer lo mismo mientras le hablaba sobre una canción que tenía por título Rocket Queen.

𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐜𝐫𝐲, 𝐑𝐨𝐬𝐞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora