- ¡Tengo sueño! – Exclamó Annie – Si no me alimentas, recurriré al canibalismo.
- ¡Hey, tranquila!, ya vamos a llegar, resiste – dije. Después de todo era cierto.
Hoy es el día en que, con mi amiga Annie, emprendimos un viaje a la casa de campo de mi familia, donde nos quedaremos cerca de un mes, en compañía de una tía lejana, la tía Amalia, que vive cerca. Ella es sorda, pero no es un impedimento, pues es una persona muy activa, además de que aprendió a escribir y así logra comunicarse con nosotros, pues dice que eso de las señas no le gusta y no es tan necesario porque se atreve a pronunciar algunas palabras.
Describiré a Annie: tiene diecisiete años, al igual que yo, de cabello pelirrojo y largo; su tez es blanca, no es muy alta y tiene los ojos de color verde. Por mi lado, soy más baja que Annie, de cabello castaño, con reflejos rubios y pelirrojos; tengo ojos violetas, color que no es nada común. Los doctores lo llaman "Génesis de Alexandria", un tipo de mutación que provoca que mis ojos tengan ese tan peculiar color.
Ahora se cumplen 3 horas de viaje en bus, y en esas 3 horas, Annie solo supo expresar el hambre que tenía y asustar a los niños.
- ¿Ya llegamos? –pregunta Annie.
-De hecho, sí, ya llegamos –dije mientras Annie casi corría para bajar del bus, el cual nos dejaba casi enfrente de la casa de campo.
- ¡Se me durmió lo que no tengo! –Se quejó Annie y la miré, alzando una ceja– ¿Qué? Estuvimos mucho tiempo allí sentadas, y, realmente, no tengo tanto trasero como para decir que se me durmió.
-Te dije que pasaría eso –dije y miré al auxiliar del bus, que nos estaba mirando extraño. Bueno, la mayoría de las veces, las personas nos miran así cuando estamos juntas. Creo que se debe a todas las tonterías que hacemos y decimos, aunque también puede ser por lo maleducada que suele ser Annie.
- ¿Se va a quedar todo el día allí? Entréguenos, de una vez por todas, nuestro equipaje –dijo Annie, sacando su mala educación a flote, pero bueno..., es ella con hambre, es mortal en este estado.
El auxiliar se dedicó a murmurar insultos y bajar del bus para, bueno, lanzarnos nuestro equipaje, para luego largarse lo más rápido posible.
Ya con nuestro equipaje en mano, nos dirigimos a la casa en la que nos quedaremos, pero Annie me dejó con gran parte del equipaje y casi no podía caminar, por lo que ella llegó primero a la casa mientras yo no sabía qué hacer, porque si pedía ayuda, ella, claramente, no vendría a ayudarme, y son muchas cosas como para que las lleve yo.
- ¿Necesitas ayuda? –preguntó un chico, apareciendo a mi lado.
-Sí, por favor –dije suspirando, mientras miro la cantidad de cosas que me rodean.
Él rápidamente toma unas cuantas maletas y me ayuda a llevarlas, por fin, a la casa, donde Annie se encontraba sentada..., perdón, más bien, tirada en el sillón de madera que se encontraban en la entrada.
El chico dejó las maletas cerca de los sillones, captando la atención de mi amiga, haciendo que se incorpore rápidamente y se siente bien.
-Muchas gracias por ayudarme, ... – ¡rayos, no sé su nombre!
-Derek. Mi nombre es Derek, y fue un placer volver a verte, Blanca – ups, al parecer él me conoce – y no te preocupes si no me recuerdas, ya han pasado cinco años desde la última vez que nos vimos.
Espera, ya lo recuerdo, él fue el chico que me ayudó a bajar de la casa del árbol en donde me quedé atrapada por culpa de uno de mis tíos. Hace cinco años, mi tío Alejandro, me hizo subir a la casa del árbol que antes teníamos en este lugar, para luego sacar la escalera que servía como único medio de descenso, y, como no tenía con qué bajar, me quedé gran parte de la tarde gritando y pidiendo ayuda desde el árbol, mientras mi tío hacía solo Dios sabe qué.
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Cuando las historias se hacen reales.
FantasyBlanca se va de viaje para distraerse y disfrutar su verano, pero nunca imaginó que estando allí descubriría cosas nuevas sobre su familia. Adaptarse al nuevo mundo que se le presenta a ella y su familia, será difícil pero un caballeroso guardián, u...