Capítulo 12: El trabajo real de un Scut.

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Me desperté en mi cama, no sé como llegué aquí pero estoy segura que estaba en el pasillo y éramos atacados por espíritus.

-¡Blanca! -dijo Esteban entrando a mi habitación- ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? ¿Por qué tus brazos están vendados?

Miré mis brazos y vi que mi piel está oculta bajo grandes capas de vendas blancas.

-Mis heridas se abrieron -comencé a quitar las vendas para comprobar si es que aún están abiertas y sí, aun están abiertas, pero ya no duele- y me quemé con mi amuleto -lo señale pero cuando lo hice, noté su ausencia- ¿Cómo lo sacaron?

-No creo que fueran los chicos, cuando desperté todos estaban dormidos en sus habitaciones -dijo Esteban y lo miré confundida.

-Esteban, nosotros no estábamos en nuestras habitaciones, hasta donde recuerdo, estábamos en el pasillo -el guardián se sentó junto a mí para cerrar las heridas-. Quizá mamá nos llevó a nuestras habitaciones o alguno de mis tíos.

-No lo sé, pero esto es raro ¿Qué es lo último que recuerdas?

-Recuerdo que habíamos colocado barreras para que dejaran de atacarnos y estas poco a poco comenzaron a ceder, los chicos se desmayaron y yo solo pedía una y otra vez ayuda, creo que en ese momento perdí el conocimiento.

-¿Usaste el brillo de tu amuleto sin quitártelo? ¿Quieres quedar sin un brazo? -preguntó alterado Esteban mirando una leve línea roja que hay en mi muñeca- ¿Quién sanó esto?

-No lo sé.

-Esta muy bien sanada, osea, dentro de lo que se puede sanar este tipo de quemadura, esta bien, solo debes esperar unos días y tu muñeca estará como nueva -dijo Esteban revisando mis brazos ya curados.

-Huele a ángel -dijo Alk entrando a mi habitación entre titubeos, parece borracho- ¿La ayuda celestial funcionó?

-¿Pediste ayuda celestial? -preguntó Esteban sorprendido.

-¿No sientes el exagerado brillo en el aire? -dijo Alk con una mueca de asco y luego miró extrañado mi mesa de noche, así que trate de encontrar que es lo que observa y vi un hermoso brazalete con un cristal plateado en el centro.

Estoy segura que ese brazalete no es mío, tendría que trabajar la mitad de mi vida para comprar algo así.

-Tiene una nota -dijo Esteban sacando la hoja plateada que está bajo el brazalete-. Gracias por creer en mí e invocarme, esta no es la primera ni última vez que nos veremos, estaré esperando con ansias nuestro reencuentro.

-Hija ¿Cuando conquistaste a un ángel? -preguntó mamá entrando a mi habitación seguida de un confundido y despeinado Dean.

Tuve que explicarles al resto lo mismo que le dije a Esteban, pero aun así me dejó no comprendo que hace ese brazalete en mi mesa de noche.

-¿No hay nada en la carta sobre el brazalete? -dije quitándole la carta a Esteban pero cuando lo hice aparecieron letras en el aire- Es peligroso usar un amuleto que no te puedes quitar, por eso te dejare este brazalete, solo tú lo puedes tocar y te lo puedes quitar cuando desees. Por favor, úsalo -leí y las letras desaparecieron.

Con un poco de desconfianza, me coloque el brazalete, el cual se cerró velozmente en mi muñeca asustándome, así que busqué como quitármelo y encontré un broche, el cual use para abrir el brazalete y quitármelo.

-Wow -dijo mamá- este si se puede quitar -ella intentó tomar con sus manos el brazalete, pero este salió volando directamente a mi muñeca para volver a cerrarse-. Bueno, el ángel no mentía, solo Blanca puede tocarlo.

Cuando las historias se hacen reales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora