Capítulo 8:...la dejaste como chicle pegado al piso.

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-No dormiste -dijo mi hermana entrando a mi habitación y al observarla bien, noté que ya esta vestida- yo tampoco dormí, pero Erik me mando a levantarme, quiere que bajemos, antes de que se haga más tarde.

Miré por la ventana de mi habitación notando que ya es de día. La noche se fue muy rápido y no me regalo ni un precioso minuto de sueño.

-Baja, yo me duchare y bajare a desayunar -le dije mientras froto mis ojos.

Me levanté con pereza y sentí un leve escalofrío al colocar mis pies en el piso y sentir lo frio que está. Busque una toalla en el baño y me duche dejando por unos minutos que el agua cayera libremente sobre mí para intentar despertar, porque aún tengo mucho sueño, luego salí de la duche, me vestí y bajé con una toalla en mi cabello.  

Baje al primer piso donde me esperaba un vaso de jugo y pan tostado en la mesa junto a mi hermana y los chicos.

-¿Qué querías Erik? -pregunté tapando mi boca mientras bostezo.

-Hoy, te enseñaré algunas cosas, así que desayuna y ve al patio -dijo señalando la mesa.

Desayune y fui al patio con desgana porque no tengo ni un poco de energía para hacer algo. Solo quiero lanzarme sobre una muy cómoda cama y dormir, por horas o quizá meses.

-Te enseñare a jurar en nombre de la naturaleza -dijo Erik y yo lo miré sin comprender a que se refería-. Cuando llamaste a Esteban, hiciste un juramento celestial, lo que debes aprender ahora es algo parecido, pero con la naturaleza.

El hechicero hizo unos movimientos con su mano derecha y de la tierra, surgió un rosal que solo dejó florecer una rosa blanca que se abrió en hacia Erik.

-La naturaleza, nos regala muchas cosas, entre ellas, vida y energía -dijo Erik y sacó la rosa haciendo que el rosal bajara y desapareciera entre un montón de tierra- ella nos regala muchas cosas y es por eso que para usar su energía, debemos jurarle cosas. Cuando quieres luchar, con todo lo que la madre naturaleza te proporciona, debes jurar con tu vida, que si no ganas esa batalla, buscaras como proteger a sus hijos.

-¿Hijos? -pregunté.

-Sus hijos somos nosotros, los seres que usamos su energía y vida para luchar y sobrevivir -me entregó la rosa-. Todos los que bebemos el agua que nos proporciona, los que comemos los frutos que ella creó para alimentarnos, somos sus hijos.

-¿Qué guerra me llevaría a usar toda la energía que la naturaleza me proporcione? -pregunté mirando la rosa.

-La que tú dirigirás -dijo el hechicero y deje de mirar la rosa para mirarlo- eres tú la que nos llevará a luchar, es tu destino.

-¿Luchar contra qué? -fruncí mi ceño confundida- ¿Contra quien?

-El tiempo lo dirá -dijo Alk llegando mi lado y con su dedo índice tocó un pétalo de la rosa y esta comenzó a danzar en mis manos hasta que desapareció-. No coquetees como mi sobrina.

¿Esa rosa acaba de bailar en mis manos? Debo estar soñando, porque solo en los dibujos animados vi bailar flores, pero en la vida real, es muy difícil de creer. La rosa bailó con sus hojas como si de piernas se tratasen y desapareció.

-Solo le hice una demostración de lo que puede darnos la naturaleza -dijo Erik mientras yo sigo mirando mis manos-. Blanca, recuerda que Alk puede animar cosas, ese fue solo un pequeño vestigio de su gran talento.

Si Alk hace bailar un edificio de 20 pisos, lo alabaré, me arrodillare y lo alabaré.

-Volviendo a lo que decía Erik -dije tratando de volver a centrarme- ¿Cómo es eso de que dirigiré una guerra?

Cuando las historias se hacen reales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora