TODO SUCEDIÓ BAJÓ COPOS DE NIEVE.

2.1K 106 7
                                    

CAPÍTULO 1.

¡No! --balbuceo. --Oscuridad. Silencio, frió, mucho frio. ¡No, no, no!

Llevaba dos horas luchando contra el frío y ahora también tenía que soportar la falta de electricidad. Se siño su campero verde oscuro y busco velas en el cajón de la cocina. Jamás pensó en que tenía que llevar algunas velas o candelas.

-¡Mierda! Por supuesto la alacena estaba provista de utensilios básicos como; vasos y tenedores, platos dignos de una cocina, pero no había rastros de artefactos que pudieran servir para iluminar el interior de una cabaña, ni siquiera una linterna o una luz de emergencia, al menos no a simple vista.

--¡Mierda! Protestó. Encendió una hornacina cómo lo había hecho diez veces desde que el calor que generaba la salamandra de la calefacción central había dejado de distribuirse por la cabaña. En tibio las manos por tres segundos y la apagó, no podía quedarse sin gas en la ráfaga, o se echaría a andar en la carretera que había alrededor de la montaña, a pesar del aviso de riesgo de avalanchas. El paso estaba cerrado, según habían informado en televisión antes de que la electricidad se esfumara, lo mejor era esperar. Aunque en una noche a oscuras y helada no fuera un buen plan. Revisó la carga del celular; todavía tenía algo de batería, hubiera sido bueno que la señal llegase a la zona, siquiera podría comunicarse con alguien. Y como si eso fuera poco debía cuidar la carga por si la electricidad no volvía enseguida, en esas condiciones su móvil era un objeto inútil. Internet, mensajes de texto o llamadas telefónicas resultaba ser un sueño cosmopolitan. Pero acaso no era eso lo que quería. No se había ido a una cabaña en medio de la nada, en una montaña a cientos de kilómetros para alejarse de todos. "Debí quedarme en casa", pensó. "Desinstalar las aplicaciones de mi teléfono, quedarme aislada en mi lugar". "Un lugar en el que tampoco tengo nada. Pero al menos la calefacción funcionaba y hay electricidad". ¿A quién se le ocurre alquilar por internet, para estar aislada en pleno invierno? A mi por supuesto, una fracasada.

Encendió la luz de la linterna del móvil con la intención de buscar una luz de emergencia en las otras habitaciones. No quería pensar que se había refugiado en los parajes a miles de millas de la humanidad, y solitaria para escapar del dolor que le provocaba su inútil existencia. Ni mucho menos quería reconocer que había fracasado en eso también, En su intento de aislarse.

Revisó las otras habitaciones, fue hacia el baño como tampoco encontró allí algo con que iluminar la cabaña, se aproximó a la puerta, mientras descolgó su campero oscuro del perchero miró a la salamandra sobre su hombro.

--¡Maldita sea la hora en la que había elegido ese paraje!

Cuando salió la intemperie la recibió como si acabará de adentrarse en un refrigerador, nevera sería la palabra adecuada. La nieve cubría los alrededores y caían copiosa sobre la superficie blanca de la montaña. El cielo azul presagiaba el inició de la noche y el silencio era abismal, casi agónico. No había rastro de fauna, ni un poquito del último rayo de sol en los alrededores, más allá de lo que ofrecía la luna llena que poco tiempo tenía asomándose desde un rincón. Miró. A la izquierda, a lo lejos alcanzó a distinguir la única casa vecina del paraje en el que se encontraba. Una luz amarilla deslumbrante en la ventana era señal como índice de que estaba ocupada. Sintió envidia del humo blanquecino que formaba una pequeña nube sobre la chimenea. "En esa cabaña sin dudas había una temperatura agradable".

Caminar sobre varios centímetros de nieve le demandó un esfuerzo, el dolor en los pies y el frío en el resto del cuerpo la llevaron a pensar que en su escondite era todavía más infeliz que en la ciudad, y con la humanidad, tuvo ganas de llorar por milésima vez en este último momento, sus pies con suerte resistían, un calzado cómodo especialmente diseñados para ella, Por supuesto sobre pisos de madera y porcelanato. No estaban en condiciones de hundirse en el hielo, y tratar de salir sin sufrir consecuencias, eso sería un milagro. Ese suceso le recordó el modo en el que ella se hundía e intentaba salir en la vida y siempre terminaba herida. Quitó la lona que encerraba el garaje y observó su automóvil con añoranza, si hubiera existido una estación de servicio a menos de un centenar de kilómetros, se le hubiera encerrado en el interior del vehículo con la calefacción, o mejor habría regresado a su hogar. Como eso no era posible se dirigió a una parrilla que debía usarse en el verano y revolvió una alacena con puertas oscuras de madera, o eso creía. Allí encontró una lámpara de gas. Sólo rogaba al cielo que estuviera cargada con el líquido flamante. La llevó al interior de la cabaña y se quitó la campera para tener algo más que ponerse si debía salir de nuevo, utilizarla también dentro de la vivienda al frío, la mantendría fuera si tenía que volver a salir, pero sería mejor envolverse con alguna frazada. Colocó la lámpara sobre la mesa y la encendió mascullando una súplica que nadie oía, por suerte funcionó. Se recostó en el sofá con un libro, se abrigo con una manta y le llevó hasta que la noche cubrió por completo la montaña.

TODO SUCEDIÓ BAJO COPOS DE NIEVE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora