No era un lugar acogedor, ciertamente no un lugar donde sus empleados quisieran estar, pero él había probado que la eficacia aumentaba si el lugar de trabajo tenía ese tipo de condiciones. Se sentía frío, producto del aire acondicionado pero tal vez tenía que ver con los colores sin vida de las paredes, tal vez producía un efecto más frío y mas impersonal.
Ese edificio de amigable tenía poco, pero era una de las empresas más exitosas del país, trabajar ahí debía ser un privilegio, o al menos así lo planteaba el director de aquella enorme masa corporativa y en algún punto su empleados se lo creían.
Definitivamente Manabu odiaba ese lugar, pero no le quedaba de otra, su querido Yutaka había solicitado su presencia en la enorme industria Takashima y él, bueno sólo le estaba haciendo un favor. Tenía que cumplirle todos los caprichitos a su castaño oscuro y poco tenía que ver con que fuera absolutamente sexy, eso era un extra. No, hacía algunos años Yutaka lo había salvado de ir a la cárcel por fraude en línea y desde entonces se dedicaba únicamente a trabajar para los Takashima. Entrando a bases de datos, robando información importante o incluso desmantelando redes enteras en pequeñas empresas para comprarlas después.
Como sea que fuera, ese edificio era horrible y no quería tener que poner un pie sobre ese piso, no era que tuviera mucha opción. Suspirando, saludó a la secretaria y entró a la oficina donde ya lo esperaban. El director Takashima y su sobrino Yutaka. Ambos eran intimidantes por diferentes aspectos, el director tenía ese semblante sombrío e incluso maléfico; sin embargo el castaño oscuro era intimidante porque Manabu sabía perfectamente lo que era capaz de hacer, aun si se escondía detrás de esa sonrisa hermosa. Eso, lo hacía aun mas peligroso.
—Manabu —dijo el director con una falsa alegría—, que bueno que decidiste acompañarnos —cruzó las manos y recargó los codos en su escritorio.
El hacker logró hacer una mueca y se sentó en la silla vacía junto a Yutaka, quien le sonrió ladeando ligeramente la cabeza, lo cual le provocó un escalofrío. Ese tipo de gestos sólo podían significar una cosa, estaba a punto de pasar algo muy importante.
—Debo decir que al principio tu trabajo me era muy indiferente —prosiguió el director—. Sinceramente no sabía como una persona como tú podría serme útil, pero a través del tiempo has demostrado la buena adquisición que eres para mi y para la industria. Gracias a ti hemos conseguido más dinero y mejores adquisiciones —sonrió—. Hoy, creo que debo pedirte uno de los trabajos más importantes, por el que, por supuesto, recibirás el pago apropiado—se acomodó en su silla, mientras Yutaka revisaba unos papeles dentro de unos sobres amarillos—. Verás, los tres sabemos que lo que has hecho dista mucho de ser legal, pero en este trabajo, si somos descubiertos podríamos ir a prisión. Por muchos años —recalcó las últimas palabras como si el mismo fuera el policía y Manabu el delincuente.
Yutaka sonrió de lado alzando la vista—. No lo asustes tío, apuesto que Manabu confía cien por ciento en lo que hace y yo también. Es cierto que es más de lo que hemos hecho hasta ahora, pero no creo que sea difícil —volteó hacia el hacker—. Menos para ti —le guiñó un ojo, mientras el otro se sonrojaba.
—¿Qué es lo que quieren que haga? —habló por fin con voz segura.
Por supuesto que estaba seguro de lo que hacía, de lo que no estaba seguro era de las intenciones de esos dos. Es decir, sí, era un delincuente y sí, hacía cosas ilegales, pero jamás le había hecho daño a nadie. Ahora temía que lo que debía hacer ocasionara un daño que no podría remediarse fácilmente, mas si podría pasar muchos años en prisión por hacerlo.
Yutaka sacó un montón de papeles de un sobre amarillo, los depositó sobre el escritorio y los arrastró frente a Manabu. El hacker alzó una ceja y tomó uno de los papeles, no era ningún experto pero sabía que era un estado de cuenta; sin embargo no era de la industria Takashima o de alguien que conociera. En la parte superior se desplegaba el nombre de Yuu Shiroyama, mientras otro de los estados de cuenta era enteramente de la industria Shiroyama.
ESTÁS LEYENDO
Delirium
Fiksi PenggemarEl problema era que a Kouyou Takashima nadie le decía qué hacer, hasta que Yuu Shiroyama le dio una orden por primera vez. Una obsesión que no sólo los llevó al borde la pasión, los llevó casi al desastre.