Delirium Tremens/ Epílogo

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—Actualmente se desconoce el paradero de Yutaka Uke, las autoridades han desistido después de varios meses de búsqueda, a pesar de que la investigación seguirá abierta. Existen indicios de que tal vez haya salido del país. Uke, desapareció de su cuarto de hospital después de haber despertado del coma que lo mantuvo desconectado el mundo por casi tres años. Le esperaba un juicio por fraude, homicidio y secuestro, lo cual seguramente ocasionó su fuga. Los doctores aseguran que el estado de salud del antiguo empresario no es el más óptimo e incluso aseveran que es probable que tenga una recaída de no ser atendido apropiadamente. Quisimos hablar con el famoso empresario y dueño de la industria Takashima, Yuu Shiroyama pero se negó a dar entrevistas —la escena de la conductora se cortó para dar paso a imágenes del pelinegro asediado por reporteros, mientras su abogado, Akira Suzuki los alejaba con el brazo y momentos después una foto de su rostro apareció—. Mientras tanto el representante del escritor Kouyou Takashima ha declarado que se encuentra fuera de peligro y...

Kouyou apagó el televisor en ese momento, la noticia de la fuga de Yutaka lo tenía harto, la policía custodiaba el edificio desde que había sucedido. Sin mencionar que Yuu le había contratado dos guardaespaldas que lo seguían a todos lados, mientras el mismo pelinegro tenía otros dos. No tenían un minuto de privacidad desde que a su primo se le había ocurrido cometer semejante barbarie. Aunque de ser honestos, Kouyou dudaba que fuera a hacer algo, habían pasado tres años desde el secuestro en el hotel, y sólo dos meses de que había despertado. El mismo doctor le había asegurado que el daño cerebral era casi irreparable.

Suspiró, estaba recargado en la barra de la cocina aun con el control del televisor en la mano. Lo dejó a un lado y prendió un cigarro, estaba aburrido, Yuu no llegaría hasta quien sabe a qué hora, estaban adquiriendo una nueva empresa, la primera en varios años y el trabajo se había multiplicado. Él por su parte, tenía que cumplir una fecha de entrega del guión de su primera película, pero no podía decidirse a seguir escribiendo.

Se terminó el cigarro, tomó su bastón y se dirigió a la habitación que compartía con su pareja, dio una vuelta por el baño y se miró al espejo. Su cabello volvía a ser castaño claro e incluso parecía rubio quemado, se revolvió el cabello sin saber qué hacer y de pronto se dio cuenta que era lo que sucedía...tenía ganas. Desde aquella locura de la fuga no había podido estar un momento en paz. Esta era la primera noche que sus guardaespaldas tenían un día libre, la policía estaba afuera y ellos no habían tenido sexo...nada, en dos meses. Se escandalizó, ¿cómo era eso posible?

Caminó de regreso a la habitación y tomó el celular marcando el número de memoria.

—Yuu —dijo casi quejándose cuando contestaron—. ¿Dónde estás? —se puso a buscar algo en su armario.

Lo escuchó reír—. ¿Dónde crees que estoy? En mi oficina, ganándome el pan, ¿todo bien? —sabía por el tono del castaño miel que no lo llamaba por una emergencia.

—No —hizo puchero—. Claro que nada bien —se quejó aventando las cosas que necesitaba a la cama—. Tengo ganas —dijo bajito.

El pelinegro rió de nuevo y Kouyou podía asegurar que tenía esa mirada de fuego que lo volvía loco—. Y se supone que es mi culpa —lo escuchó revolverse.

Kouyou ya estaba despierto, se pasó la mano por el pantalón rozando su erección—. Por supuesto que es tu culpa, ven y cógeme —musitó rogando.

El otro hizo un ruido de aprobación—. ¿Sabes que tu no das órdenes, verdad? Y también sabes que hoy llegaré tarde. ¿Qué haces? —le preguntó al escuchar el movimiento que Kouyou hacía del otro lado.

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