Capítulo 15

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Luisita llevaba días confusa, muy confusa, tenía montones de preguntas sin respuesta y la persona con la que normalmente lo hubiera compartido, con quien en realidad quería compartirlo, era justo la otra parte implicada. Pensó en con quién hubiese hablado de esto en su mundo "antes de Amelia" e, inevitablemente, la respuesta clara fue su hermana María. Y si Leonor y Lola no vivieran tan lejos, también habrían sido una buena opción. Sobre todo la primera, con su activismo político tan próximo en ideología al de la propia Luisi. Sin embargo, las descartó a todas por un sentido del pudor que acababa de descubrir. Se dio cuenta de que todo era más fácil de analizar y debatir cuando le sucedía a un tercero, pero vivirlo en la propia piel le daba una perspectiva bastante diferente, sobre todo porque todavía no estaba segura de qué era lo que le sucedía. Y si era lo que sospechaba, sus hermanas, todas felizmente casadas con señores, no podrían aportarle conocimientos basados en sus experiencias. Necesitaba ir a la fuente, la información de oídas o el "tengo una amiga que..." no le valían. Ella ya tenía amigas y amigos en esa situación, pero todos parecían haberse descubierto a sí mismos mucho antes, en la pubertad e incluso en la infancia, pero no en una edad adulta como le estaba sucediendo a ella. ¿Tan despistada había estado en la vida? ¿Tanto se había dejado arrastrar por lo esperado por la sociedad? No, de momento, se sentía demasiado insegura como para acudir a ellos.

Así que optó por hacer valer las herramientas del tiempo en el que vivía, recursos con los que en otras épocas no se contaba, y recurrió a internet. Primero, hizo búsquedas un tanto generales en Google y leyó incontables artículos al respecto, entró en foros donde se aconsejaba con mayor o menor criterio profesional y personal, e incluso se llegó a asustar un poco cuando vio la cantidad de contenido morboso y anuncios comerciales que había al respecto. Pero pronto se dio cuenta de que todo aquello era un mundo de una vastedad inmanejable, los resultados mejor posicionados solían repetirse casi literalmente y notó que el país de procedencia de la información podía llegar a ser crucial, porque lamentablemente todavía existían lugares y culturas donde sentir atracción sexual por personas del mismo sexo era un delito, un oprobio social, un crimen penado incluso con la muerte.

Para una primera aproximación, recabar esos datos había estado bien. Pero le faltaba algo, Luisi necesitaba un contacto más directo, necesitaba no solo expresarse y esperar, sino poder preguntar y que las respuestas fuesen más inmediatas. Y el único medio que se le ocurrió que cumpliese todos esos requisitos y que, además, le permitiese seguir conservando su anonimato fue Twitter. Así que una madrugada, al regresar del Kings y comprobar que Amelia no la había bloqueado en Whatsapp pero tampoco le hablaba, decidió crearse una cuenta de correo electrónico nueva, abrir un perfil asociado en el servicio de microblogging y lanzarse a contar su caso incluyendo alguna que otra etiqueta o hashtag, como se denominaban en la red.

A la mañana siguiente, se encontró con decenas de notificaciones, la mayoría de ellas expresándole su apoyo y muchísimas ofreciéndole la oportunidad de abrir conversaciones privadas, a través de mensaje directo, para charlar más en profundidad. Descubrió historias de todo tipo, algunas similares a la suya y otras de lo más dispares. Pero, de alguna manera, esa sensación de soledad que la había abrumado desde la tarde en que salió asustada de sí misma de casa de Amelia se evaporó.

A lo largo de ese día y del siguiente, continuaron llegándole mensajes tranquilizadores que la ayudaban a relativizar el primer impacto que había supuesto para ella descubrir esa parte de sí misma. Además, muchos la animaban a salir de dudas y comprobar si esa atracción era real e, incluso, si había un sentimiento más profundo detrás, aunque eso supusiera poner en riesgo su amistad. Y la única manera era volver a quedar con "la misteriosa A", sobrenombre con el que espontáneamente habían bautizado a Amelia con los pocos datos que había facilitado Luisi. Para ello, le aconsejaron invitarla a realizar alguna actividad donde pudiesen estar juntas pero no obligadas a hablar, y le advirtieron de la importancia de elegir un ambiente neutral, donde no hubiese tampoco conocidos que pudieran condicionar sus reacciones ni cohibirlas de ningún modo.

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