II. Hungry Hearts

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"... Heavy on my shoulders, is the weight
As I'm walking out the footsteps of my fate
I don't have another way
And all I want is to be free ..."

The storm in me fragment by Richard Willis & Jeff. D. Moseley

Dedicated to Jude. Finally, you can go to the right home.

Arte de @Elithien
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Pasaron dos semanas.

En dos semanas, por lo menos me encontré con Ben cada mañana en el pasillo mal iluminado del complejo. Pero cada vez parecía que tenía más luz. Era una apreciación interesante.

No hablábamos de nada en específico, a veces no hablábamos de nada. Pero era agradable permanecer en el mismo lugar, sin silencios incómodos, sin la necesidad apremiante de decir algo para llenar los huecos enormes en una convivencia sin cosas comunes.

Ben es más reservado que la mayoría de las personas y aunque propiamente yo soy algo así como un caso especial porque no me molesta entablar conversación con cualquier persona, puedo perfectamente pasar el tiempo con él sin preguntar nada y sin decir una palabra. Supongo que somos de ese modo.

Pero una mañana, al final de esas dos semanas, sucedió algo fuera de la nueva rutina.

Me desperté sobresaltada, con el corazón saltándome en el pecho y una sensación abrumadora de tomar aire. Me calcé unos tenis, me abrigué con una chamarra deportiva y decidí salir a correr mientras, con cierta urgencia, me ataba el cabello en una cola de caballo.

Lo que vi en el pasillo me tomó por sorpresa, pero parecía justo lo lógico luego de despertar con el pie izquierdo. Aquel acontecimiento echó a perder mi día y los días siguientes, en que me enteré de un acontecimiento sumamente desagradable y con el que no sabía cómo lidiar pues jamás nadie había sido tan cercano a mí como para involucrarme tan profundamente en su vida.

Al abrir la puerta, Ben despedía en su puerta a una chica de 'interesante' imagen.

Llevaba el cabello corto, en una especie de corte moderno. Rubia, de rasgos finos y piel blanquísima y brillante que vestía únicamente un corto vestido punk. Sus botines no carecían de estoperoles y picos de metal y su chamarra de cuero negros tampoco. Sus labios parecían haber estado maquillados de un tono rojo fortísimo, pero en ese momento parecían casi de su tono natural, una especie de tenue rosado que podía fácilmente entreverse detrás de un ligero velo de su anterior lipstick. De piernas larguísimas y de estatura tanto o más alta que Ben, reía estridentemente, mientras éste, aunque parecía algo avergonzado y en general ambos se tambaleaban como si estuvieran ebrios, él sonreía de una forma diferente, como si lo que le dijera lo divirtiera de un modo especial.

No sé cuál fue mi reacción o si hubo algo en especial en mi rostro que delató la molestia real que sentí, porque no sé tampoco si fue instantánea. Lo que sí sé es que, crucé la vista un segundo con Ben, él me miró sobre el hombro de la chica, y mientras ella volteaba hacia mí, yo cerré la puerta estruendosamente y salí corriendo por el pasillo.

Saqué los audífonos de la chamarra y puse el rock más pesado que encontré en mi iphone. Por alguna razón, me sentía desplazada y no quise volver de inmediato a casa. Así que decidí tomar un autobús al trabajo. Sabía que tendría problemas por el código de vestimenta, pero tendría que inventar una lesión o usar el período como excusa. Lo que fuese para no volver a casa a cambiarme.

Fue el día más odioso y largo en mucho tiempo. Me cansé lo suficiente cuando volví caminando de regreso a casa. Al sacar mis llaves del bolsillo y abrir la puerta, mi vista se desvió ligeramente hacia la puerta del frente, que, semiabierta, dejaba ver poco del interior, mismo que yo no había visto.

Las estrellas más brillantes en la noche mas obscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora