Oscuro país de las maravillas

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17 de mayo del 2019

Me siento al borde de un acantilado, siento que estoy de pie frente a un precipicio y que solo se necesita un viento un poco más fuerte para hacerme caer, caer en aquel precipicio y yo no me muevo, no puedo hacerlo. Estos días han sido difíciles y con vientos muy fuertes, me tambaleo cerca del precipicio y siento que todo sería más fácil si solo me dejo llevar por el viento, si me rindo. Estoy en un carrusel sin fin. Sigue dando vueltas y vueltas sin detenerse. Eso es nuestro matrimonio, él dice que va a venir, que me ama, que lo quiere intentar, yo le creo y el carrusel sigue girando pero yo estoy cansada y mareada, siento que es el momento de detenerlo pero no sé como hacerlo. Hay momentos donde siento que se va a detener que todo va terminado pero entonces vuelve a girar y el viaje empieza otra vez. Tal vez él también se siente como yo solo que no lo quiere decir.

-¿Qué estás haciendo?-me pregunta él cuando entra en la habitación.-¿No te vas a quedar para el desayuno de mañana? Tú adoras eso. Podemos dar una vuelta por central park mañana después del desayuno ¿Qué te parece?

No lo miro y sigo doblando mi ropa con cuidado para meterla en la maleta que esta sobre la cama. Él tiene razón, los desayunos después del Congreso de abogacía me encantan pero no esta vez por que esta vez él tenía que traer a su secretaria. Aquella nueva secretaria que parece flotar todo el tiempo cerca de él, aquella secretaria que lo mira de forma soñadora.

-Amelia ¿Qué sucede?

Los zapatos de tacón que utilicé para la fiesta están a un lado de la cama. Aún sigo con el vestido negro de la cena de gala. No he tenido tiempo de cambiarme, ni siquiera he pensando en eso, solo en salir de aquí e irme lejos. Pero tampoco es esa una solución, no puedo vivir huyendo, esa no soy yo.

- Así que has decidido visitar el reino pasivo/agresivo. Interesante y obviamente no me vas a decir la razón por qué no estás hablando conmigo.

Veo de reojo como se sienta en la cama. Mueve su mano en mi cara y cuando yo lo sigo ignorando, me sujeta las muñecas y me jala hacia él.

-Habla conmigo.-me pide.- Amelia ¿Qué pasa?

No lo miro a los ojos. No puedo hacerlo. Me mantengo con una expresión neutral.

-Amelia Clarke-Mayer.- él hace énfasis en mi apellido, le gusta hacer eso cuando estamos discutiendo.- No te vas a ir de aquí hasta que hables conmigo.

Me acerca un poco más hacía él. Su aliento rozando mi piel, sus dedos hacen círculos en mis muñecas. Sus labios besan mi hombro. Levanta la cara y me mira, mis ojos miran los suyos. Verde contra azul.

-Deja de hacer eso.-le grito.

Él sonríe cuando yo hablo.

-¿Hacer qué? No entiendo de qué estas hablando.

Vuelve a besar mi hombro y yo trato de alejarme de él pero Nicolás no me deja.

-Me confundes, Nicolás, vienes y actúas como si todo estuviera bien, luego vienes me das la espalda y me dejas plantada de nuevo. Un día me quieres y otro no. Me confundes y estoy cansada de eso.

-No entiendo tu confusión porque yo te amo todo el tiempo, incluso cuando te pones histérica y te mudas al país pasivo agresivo que te gusta visitar a veces, como lo estás haciendo en este momento. Te amo y eso no va a cambiar.

Por favor, no dejes de amarme ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora