Abran paso al dolor

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Boston, agosto del 2016

En un momento estamos riendo en la cama, mientras ella habla de nombres para bebés, nombres feos que me hacen reír por los ridículos que son. Pero ella solo los dice para molestarme porque en el fondo ambos sabemos como queremos que nuestro hijo se llame. Hijo. En un momento no tan lejano, ambos estamos felices y brillantes, la vida es perfecta y todo esta bien, en algún momento lejano ambos sonreímos ansiosos y sentimos las patadas de nuestro bebé. Pero ese momento se ha ido y ahora somos los padres de un bebé muerto cuyas cenizas fueron esparcidas frente al faro. Amelia lo quiso así, dijo que le parecía cruel enterrar a nuestro hijo, no soportaba la idea de dejarlo bajo tierra, que merecía más que solo tierra fría sobre él. Así que ella quiso que lo dejemos libre cerca del faro.

-El faro lo guiará, él esta bien ahora ¿Verdad? Ya no esta sufriendo, ya no.

La veo soltar las cenizas con suavidad y susurrar suaves palabras al viento. La veo mirar hacia ambos lados como si esperar una respuesta del viento, del faro o del agua. La veo llorar cuando se queda sin cenizas que esparcir. Ella llora todo el camino de regreso a casa y no deja de llorar en ningún momento. Sé que aún debe tener dolor físico por el parto pero aquel dolor no es nada comparado con el dolor emocional. Cuando llegamos a casa ella camina con la mirada perdida, veo a donde sus pies la llevan y quiero detenerla. Quiero poder decirle que no se mueva, que pronto todo va a pasar. Pero la sigo en silencio mientras ella camina hasta la que sería la habitación de nuestro hijo.

-¿Qué vamos hacer con todo esto?-pregunta ella en la puerta blanca con barcos pintados en ella. Su voz suena tan vacía, como si le hubieran quitado todo y ella hiciera un esfuerzo incluso para hablar.

Ella lleva su mano hasta el pomo y lo gira despacio pero no empuja la puerta.

-Vamos, dime que haremos con todo esto. Dime, porque yo no tengo idea que hacer.

Y sé que ella no esta hablando solo de las cosas que compramos, sé que hay más en aquellas palabras. Sus ojos verdes me miran esperando una respuesta pero yo no tengo una ¿Qué espera ella que diga? Yo no tampoco sé que se supone debemos hacer ahora o como superar esto. Yo tampoco entiendo como sucedió o porque nos tenía que pasar a nosotros. Yo tampoco entiendo nada en este momento, a mí también me duele todo lo que esta pasando y quisiera tener las respuestas para ella, que más quisiera yo pero lamentablemente no las tengo.

-¿No tienes nada que decir?-suena algo molesta pero no hay energía en ella para seguir molesta por mucho tiempo y solo lo deja pasar.

Pone su frente en la puerta entre abierta y pasa sus dedos por los dibujos en ella.

-Ni siquiera tiene un nombre.-dice ella mientras pasa sus dedos por el espacio vacío donde íbamos a pintar el nombre del bebé.

No habíamos escogido oficialmente nada, queríamos esperar a verlo para estar seguros que el nombre quedaba bien con él. Pero no sucedió así, nada salió como teníamos planeado. El feliz cuento de hadas dio un giro inesperado y muestra su verdadera cara, nunca fue una historia feliz, pero nosotros nos empeñamos en verla así.

-¿Qué se supone que hagamos con todo esto?-me pregunta ella cuando abre la puerta y ambos miramos la habitación.

Desearía que el dolor sea solo mío, que el dolor solo desgarrara mi pecho y perforara mi alma. Desearía estar solo en este duelo, en este dolor bravamente y asfixiante. Que las lágrimas solo salgan de mis ojos y que los quejidos de dolor solo salgan de mis labios. Pero no estoy solo en esto, no importa cuanto lo desee, ella también esta conmigo compartiendo este dolor.

Por favor, no dejes de amarme ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora