Las piezas perfectas

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Boston, 12 de agosto del 2015

-Entonces estábamos los dos ahí, sentados en nuestro pequeño apartamento en nueva York pensando que hacer. No estábamos felices en nuestro trabajo, teníamos este loco sueño de tener nuestro propio bufete. Era una locura pero era nuestro sueño y no podíamos sacarlo de la cabeza, llevamos en nueva York ¿Un año?

Él gira su cabeza para mirarme. Es agradable que diga que ambos no estábamos felices en nuestros trabajo cuando era solo yo, él era feliz pero dejó todo eso por mí. De nuevo, él cambió sus planes por mí.

-Un poco más de un año.-le digo.

Él asiente en señal de comprensión y me sonríe como si lo recordará.

-No teníamos el dinero pero si inteligencia, amigos quienes nos apoyaban en eso y contactos. Amelia me hablo sobre su fideicomiso, porque a veces olvidaba que mi esposa es millonaria. Ella me dijo que utilicemos ese dinero para crear nuestro bufete, no sería fácil pero valdría la pena. No pude decirle que no porque era nuestro sueño, ambos estábamos siendo soñadores en ese momento. Así que llamamos a Mark, Stella y Damián, le contamos lo que sucedía y ellos dijeron que sí. En nueva York conocimos a Vera y ella se unió a nosotros. Así fue como empezó todo, con dos jóvenes soñando en un pequeño apartamento en Nueva York.

Él no les habla sobre las peleas por eso, sobre las noches de insomnio pensando si funcionaría, sobre lo difícil que fue construir lo que ahora es un gran bufete, sobre mis dudas y pesimismo, sobre las dificultades que enfrentamos. Él no les habla de eso por qué eso es algo nuestro, nos pertenece, nos pertenecen las palabras de aliento que él me daba todos los días, la manera que tenía de hacerme soñar y creer que todo iba a estar bien. Al retroceder y pensar en todo lo que hemos logrado, sé que Nicolás fue una parte esencial en eso. Él es el soñador, él me ayuda a soñar y a cumplir mis sueños. Hemos pasado por tantas cosas juntos, hemos enfrentado tantas dificultades y ahora estamos aquí, celebrando este gran caso que hemos ganado.

-Así que quiero proponer un brindis por Amelia Clarke-Mayer, una talentosa e increíble abogada y a su equipo por ganar este caso y por la buena publicidad que nos han dado. Por Amelia.

Todos levantan sus copas y brindan por mí. Nicolás me mira con orgullo mientras levanta su copa en mi dirección. Mark, Stella, Vera y los demás se acercan a felicitarme.

-Bueno, señora Clarke-Mayer, que le parece si continuamos esta celebración en privado.-me dice Nicolás.

Tomo la copa de champán que el sostiene en su mano y le doy un ligero sorbo. El liquido hace cosquillas en mi garganta.

-Suena encantador pero debo decir que no, tenemos trabajo y yo un almuerzo con Rafael. Dice que es urgente.

Él me sonríe y toma mi mano para llevarme hasta mi oficina. Cuando abre la puerta contengo la respiración al ver ocho enormes ramos de peonias, mis flores favoritas.

-Felicidades, amor.-me da un beso en mi mejilla.

-¿Cómo sabías que iba a ganar?

-Tengo fe en ti.

Me acerco a uno de los ramos y paso mis dedos por las peonias con cuidado.

-Un ramo por cada año que llevamos de conocernos.

-Y aún sigues siendo un soñador.-le digo.- también un romántico sin remedio.

-Un soñador y romántico que amas.

Por favor, no dejes de amarme ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora