Deseos y esperanza

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New York, 2 de noviembre del 2013

Hoy es una mañana gris o tal vez yo la veo así porque es de esa manera como me siento. Gris y malhumorada.

-Voy a beber un café irlandés.-le digo al joven en la caja antes que él pueda decir algo.

-El café irlandés lleva wiski.-me dice él.

Levanto la mirada y lo veo sonreírme de aquella manera calculada que debe utilizar con todos sus clientes.

-Lo sé.-le respondo.

-Creo que es muy temprano para beber.

Pongo mi mano sobre el mostrador, justo a lado de la caja registradora y golpeo mis uñas con impaciencia contra el mostrador verde.

-Es un buen consejo, guárdalo para cuando te lo pida.

-Solo le estoy dando mi opinión sobre beber a esta hora.

Tengo que respirar hondo para reprimir el impulso de golpearlo en la cara. Lo único que quiero es mi maldito café y no los consejos de alguien que acaba de salir de la secundaria y aún no pasa por el calvario que es la Universidad para después descender al infierno de un trabajo para un recién graduado. 

-Opinión que no pedí.

-Señora...

-Voy a beber mi café como me de la gana por que acabo de pasar toda mi mañana escuchando a una pareja discutir sobre quien se queda con unos platos de colección y gatos  de cerámica ¡A quién le importan los malditos gatos de cerámica! Estado despierta toda la semana haciendo los mandados de mi jefe y estoy cansada. No estudie derecho para esto. Y mi esposo esta demasiado lejos y lo extraño, extraño estar con él y el sexo ¡Así que quiero mi maldito café con wiski!

Él joven me mira con enormes ojos cafés sin saber que hacer, se compone un momento después y me cobra por mi café irlandés.

-Así que volé hasta aquí por que necesitas sexo.

Me giro y sonrió al ver a Sebastián de pie delante de mí con su sonrisa traviesa y sus brazos abiertos hacia mí.

-Dios, te extrañado tanto.-le digo antes de abrazarlo.

Él me da un beso en mi frente y yo tomo mi café. Él ordena lo mismo que yo y esta vez el joven de la caja se abstiene de decir algo.

-Me dijiste que era algo de vida o muerte.-me dice Sebastián mientras caminamos hacia una mesa.- Me hiciste volar hasta aquí  de emergencia por que me dijiste que era algo de vida o muerte.

Nos sentamos uno frente al otro. Él no luce molesto o hay reproche en su voz a pesar que lo llamé en la madrugada y lo mantuve despierto con dramas sin sentidos para después pedirle que venga hasta New York donde hemos estado viviendo con Nicolás y Mark después de nuestra boda.

-Es algo de vida o muerte. Además también llame a Damián, estará aquí en cualquier momento.

Damián se mudó a Washington después de la escuela de derecho.

-¿Dónde esta Nicolás?

-Filadelfia. Lo extraño tanto.

-Ustedes me dan dolor de muelas.

Damián entra en la cafetería en ese momento junto a Mark, ambos vienen riendo pero cuando Damián me mira la sonrisa desaparece de su rostro. Él se sienta a mi lado.

Por favor, no dejes de amarme ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora