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Excavaba en la tierra cual sabueso, negándome a aceptar la cruda realidad que me somete a no avanzar, buscando una solución que no existía entre la tierra infertil de mi jardín; Buscaba una pequeña planta naciente que me dijera que aún habían espe...

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Excavaba en la tierra cual sabueso, negándome a aceptar la cruda realidad que me somete a no avanzar, buscando una solución que no existía entre la tierra infertil de mi jardín; Buscaba una pequeña planta naciente que me dijera que aún habían esperanzas, pero ya son cinco agujeros y en ninguno encontré nada.

Me siento miserable y mis manos duelen, mis ojos están cansados porque me he estado aguantando las lagrimas, ¿Por qué diablos me toca esta vida a mi? he dado todo mi, he invertido todas mis fuerzas y energías y estoy abatida, a mi joven edad estoy muy cansada y muy harta. Aveces solo quiero no existir, tal vez jamás haber nacido; Todos están avanzando y yo estoy varada en medio de una escasez eterna, he tenido que dar lucha desde mis trece años, he peleado mis batallas y las de mi madre y aún no veo frutos, aún no veo la recompensa de estar matándome todos los malditos días de mi vida.

Una gota de agua cae en mi mejilla y luego otra tras otra, asi hasta convertirse en una suave llovizna y luego la suave llovizna se vuelve una torrencial lluvia, que vuelve la tierra entre mis manos un espeso lodasal que embarra mi ropa y mis piernas; se que aunque no tenga un espejo justo ahora, se que tal vez esa sucia biscosidad también se encuentra en mi rostro. Muerdo mi labio con fuerza y me permito llorar en silencio, siquiera me permito hipar y mi garganta duele por ello; Mamá esta debil y mi pequeño hermano es muy observador, no puedo mostrarles que yo también estoy tocando fondo, que siento que me estoy desmoronando.

Un apretón en mi empapado hombro me saca de mis miserables pensamientos y el confort que da esta mano por un momento calman mis inexorables sentimientos.

— Detente ahora — Me inflige y por inercia yo lo hago.

Ya siquiera estaba mirando que era lo que estaba haciendo en la tierra,  mi mirada se había perdido en algún punto del jardín, pensando en la miseria que envolvía mi vida.

— Mira a tu alrededor — Me dice al mismo tiempo que se agacha frente a mi.

Una toalla cae como un velo sobre su cabeza, algo que la protegía de la lluvia, llevaba una bata más grande que su pequeño, frágil y flacucho cuerpo, calzaba una sandalias azules y su reseca mano acariciaba mi mejilla. Hice lo que me pidió, sintiendo mi corazón quebrarse al ver los arboles secos, sin hojas, el pasto estaba seco en el cinco por ciento del piso, pues el otro noventaicinco por ciento no tenia nada más que lodo y agujeros.

— ¿Qué es lo que ves? — Indaga amable.

— Un lugar deplorable — Respondo— Un lugar que perdió su valor y belleza.

— Exacto, un lugar miserable, que hace tiempo perdió la esperanza...aquí no vas a encontrar nada. — Asegura —  Pero si te levantas y buscas en las calles un trabajo de lo que sea, saldremos adelante. Ya pasaron dos semanas.

— Lo se...

— Entonces no pierdas el tiempo. — Se levanta y yo solo me quedo mirando un punto fijo en el suelo—  Levántate cariño, no tenemos dinero para medicinas. hice algo de sopa de pollo. — Comenta aquello ultimo animada, como si quisiera levantar mi animo, cosa que no logra.

Los trillizos MinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora