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"Miedo"

Desde el momento en que Suga cruzó mi camino, su presencia irradió una constante nobleza. Fue él quien me animó a aventurarme en sabores desconocidos, presentándome un abanico de gustos que ampliaron mi paladar. Además, abrió mis ojos a su perspectiva única: encontraba belleza en las imperfecciones, una cualidad que contrastaba profundamente con mi enfoque. En toda franqueza, cada día vivido estaba cargado de descontento en mi interior. Anhelaba las vidas anónimas de desconocidos que imaginaba en rincones distantes, lejos de los confines de esta isla opresiva.

Sin embargo, en medio de mi desapego por la existencia, Suga parecía aceptarme plenamente. Aunque no podía afirmar que hubiera florecido el amor romántico en mi interior, su aprecio ejercía un anclaje en este mundo caótico. En una realidad donde la nobleza escaseaba, encontrar a alguien que valorara mi esencia resultaba titánico, pero él lo lograba de manera natural.

Por esas mismas razones, recrear el jardín que el joven Min perdió hace tanto tiempo no era tarea que me generara pesar. Después de todo lo que había pasado, Suga solo añoraba ver las flores nuevamente, recorrer el jardín que seguramente evocaba su infancia. A pesar de que preparar la tierra y esperar la primavera tomaran su tiempo, yo estaba dispuesta a ser paciente con esas semillas. Era como si quisiera devolverle, aunque fuese en pequeñas dosis, la alegría que él me regalaba con sus sinceros actos.

Cada paso que daba para preparar la tierra, cada semilla que colocaba en su lugar, sentía como si estuviera tejiendo un hilo de esperanza en medio de nuestro mundo tan sombrío. Aunque ciertamente era un trabajo arduo, mis manos ya estaban acostumbradas a estas tareas.

Mi vida nunca ha sido fácil, pareciera que cada día se empeña en hacerlo aún más difícil. Mi madre, una vez llena de vitalidad y determinación, ahora parece naufragar en una marea de olvidos y confusión. Anoche la mire a la cara y no hubo ninguna duda, , me di cuenta de que algo ha cambiado en ella, pero aún no entiendo qué es. Las palabras que solían ser su refugio ahora son un laberinto que se niega a desentrañar.

Cada instante se convierte en una prueba, un desafío que me hace preguntarme si soy lo suficientemente fuerte para enfrentar lo que se avecina. Mi hermano, pequeño y vulnerable, necesita más atención y cuidado de lo que puedo proporcionar en medio de mi propia lucha. Quisiera tener la capacidad de protegerlo de la cruda realidad que se cierne sobre nosotros, pero me encuentro en un laberinto de responsabilidades que apenas entiendo.

En este caos en el que vivimos, necesito más que nunca encontrar belleza en las cosas que son horribles, en las situaciones que se presentan sin piedad. Suga me mostró cómo mirar más allá de la superficie, a encontrar lo especial en lo que parece mundano y a abrazar incluso las imperfecciones. Pero, ¿cómo se hace eso cuando todo parece tan oscuro?

A menudo, me encuentro añorando una realidad que solo existe en mis sueños más profundos. Una realidad en la que mi padre no se fue, donde su presencia era un bálsamo que calmaba cualquier herida. En ese mundo idealizado, no cargaba el peso abrumador de la responsabilidad que ahora me aprisiona, y en lugar de rechazo, solo encontraba cariño y apoyo en cada esquina.

—¿Por qué lloras? —la voz resonó, familiar pero también paralizante.

Mis lágrimas me sorprendieron, no había estado consciente de que estaban rodando por mis mejillas. Mis pensamientos me habían absorbido por completo. Aunque el cielo estaba despejado y el sol brillaba, la verdad era irrefutable en mi rostro empapado. Negar lo evidente me habría convertido en una mentirosa.

—Mis lágrimas caen debido al peso de entenderme —admití, deteniendo mi tarea de sembrar por un instante.

El señor Kim observaba con una expresión comprensiva, como si estuviera leyendo algo más allá de mis palabras.

Los trillizos MinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora