Aquella noche corrí para subir las escaleras, jurando que por la lluvia te habías ido a tu casa solo para asegurarte de que estuviera bien porque decían que el techo tenía algunas goteras. Sin embargo en cuanto abrí la puerta estabas allí, con Ian preparándole un pastel.
Siempre me dijiste que debías irte si comenzaba a llover y que lo dejarías con alguien en quién yo confiara, para sorpresa estabas allí con la cocina hecha un desastre e Ian sonriente.
Ian comía pasta con los dedos mientras conversaba contigo al respecto de su cumpleaños. Ian adoraba los cumpleaños. Adora su cumpleaños y el pastel, así como la pasta.
Dejé todo regado sobre el sofá y fui por pasta, te entrometiste en el medio excusándote de que no sabías cocinar y que aunque a Ian no le importase probablemente a mi sí y que eso me podría servir de excusa a mí para despedirte.
Tenías razón, la pasta estaba realmente mal pero a Ian no le importó su sabor, puede haberte acusado de atentar contra la salud pública aunque no lo hice, no era algo necesario.
Te observé desde el sofá cuando parecías estar indecisa por las cosas que debías tomas para preparar un pastel y él te susurraba los ingredientes.
Decidí ayudarte en el momento en que Ian te dejó por sus juguetes y cuando estuve a tu lado me susurraste que no sabías preparar un pastel. Reí, reí por aquel comentario, reí porque tu risa fue contagiosa y era una de las pocas veces que me había permitido escucharla en lo nada serio que llevábamos; además de que reí por lo nada serio que llevábamos.
Pero lo que no sabía era que lo nada serio, pasaría a ser todo en un lacónico momento.
Me contaste, mientras esperábamos a que el pastel se cocinara, que no celebrabas tu cumpleaños desde que tenías quince, que jamás había hecho un pastel no obstante te gustaría a prender a cocinar, además de que podrías obtener un mejor trabajo.
Porque en ese momento me ofrecí a enseñarte lo que sabía y te negaste diciendo que estabas bien así. Para terminar intentando decorar el pastel, frustrada porque la crema que no te quedaba pareja y dejando que Ian se comiera el resto contigo.
Mas cuando comíamos pastel sentados en el sofá fue que note aquella sensación extraña en mi pecho, logrando que se oprimiera cuando dijiste que tenías que irte, que comenzara a faltarme el aire cuando te vi tomar tus cosas y que mi cuerpo volviera a la normalidad cuando Ian te dijo que aún llovía y no podías irte bajo la lluvia.
Te pedí que te quedarás, porque te podías enfermar, pero también porque mi lado egoísta quería tenerte cerca, porque no quería que te alejaras y esperar a la siguiente llamada.
Y mientras conversábamos de todo y nada me di cuenta que aquello no era lo nada serio que pensaba.
El petricor viene del griego antiguo pétra que significa pierda e icór con la traducción de icor. Es el conjunto de letras que forman una palabra que a su vez forman el nombre del olor que se produce al caer la lluvia en los suelos secos o lo que conocemos como tierra mojada o sencillamente olor a lluvia.
Se produce cuando el aceite exudado por las plantas en sequía, es absorbido por rocas principalmente sedimentarias, y al entrar en contacto con la lluvia es liberado con otro compuesto llamado geosmina, siendo un producto metabólico de las bacterias.
Con periodos de sequía en zonas desérticas, el olor es mucho más perceptible y penetrante a la hora de llegada del periodo de las lluvias. Además de poseer una compleja composición y por lo tanto con más de cincuenta compuesto no ha podido ser sintetizado.
Porque el petricor nos trae una sensación de calma durante la tempestad, justo cuando la necesitábamos. Porque te quedaste dormida con Ian leyéndole su cuento favorito, porque en ese momento fuiste el petricor.
Cuando comencé a compararte con el petricor aquella noche, fue la primera vez que me admití a mi mismo que me había enamorado de ti, fue el efímero momento en que hice una de las partes más difíciles: admitir que lo nada serio era todo.
Porque sin permiso de nadie la nada se volvió un todo, un todo que aunque era capaz de oprimir mi pecho me traía paz y calma.
Porque aunque odio la biología era básico que supiera lo que significaba petricor, una de las cosas más efímeras y bellas del mundo. Porque el preticor es inefable así como tú.
Tú llegaste a mi vida como el petricor en momentos de sequía y te fuiste tan rápido como un rayo. Porque así como trae las lluvias y con ellas el petricor espero que la vida sea lo suficientemente amable como para que te traiga de vuelta y me permita volver a verte.
Porque ese todo era igual a ti era la tormenta y la calma a la vez.
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EL DÍA EN QUE TE VUELVA A VER
RomanceLos recuerdos y la memoria nos mantienen vivos diariamente, con ella aprendemos la rutina, la memorizamos y la recordamos todos los días, y si es necesario cambiarla lo hacemos sin problema. Mantienen vivos a los que de una u otra forma ya no están...