Tiempo.
No existe una definición exacta para esa palabra, para algunos es solo una medida y para otros es algo totalmente subjetivo. Aunque esto es solamente si dejamos a toda la física de lado guardada en un cajón.
La realidad sea cual sea la definición y los adjetivos que le coloquemos siempre podremos ordenar sucesos, recuerdos, historias de forma cronológica marcando así un pasado un presente y un futuro.
Y aunque existen tres tiempos de los que debemos vivir y aprender, solo nos enfocamos en dos, nos enfocamos en esos dos que nos hacen más daño, que nos hieren.
Nos quedamos con el pasado, con los recuerdos con la nostalgia y el qué hubiera sido si...Terminamos cargando con él, nos atormenta. Entonces llega el futuro, con las infinitas posibilidades, con todo un nuevo mundo de recuerdos por formar y el qué será si... Y le tememos al futuro, a lo que nos pueda pasar, a nuestros errores sabiendo que se convertirán en pasado y cargaremos con él.
Nosotros hablábamos mucho sobre el pasado, pero aún mucho más sobre el futuro...
Así como quizás los relojes son más viejos que le mismo tiempo en si mismo, pues ya que el tiempo no existía los relojes no tenían nada que cuantificar.
El reloj es un instrumento capaz de medir , mantener e indicar el tiempo, dándole sentido con unidades individuales y convencionales. Fundamentalmente es usado para saber la hora actual, el presente; aunque también mide la duración de algún sucesos a cierta hora, que esto quizás sea futuro.
Tal vez los relojes no existían y por eso las personas apreciaban más el tiempo, porque no sabían cuánto tenían.
Porque yo no sabía que el tiempo contigo sería tan corto. Juré y creí que estarías allí para el resto de nuestras vidas o por lo menos hasta que el sol se le acabase el hidrógeno.
Aunque sabía perfectamente que eras capaz de agarrar tus maletas e irte, pensé que las dejarías guardadas en el armario.
El tiempo fue, es y será nuestro enemigo más grande, siempre empeñándose en ganarnos, en que nos perdiéramos uno al otro y uno en sí mismo.
Quizás lo logró, nos separó a ambos...
El primer regalo que te hice fue un reloj.
A su vez fue el mismo regalo que me dieron por primera vez a mi. Para el momento que me lo regalaron, era un niño convertido en un fumador pasivo, rodeado de mujeres que buscaban dinero y señores que querían y tenían para gastarlo, vivía entre luces espectáculos mientras que intentaba contabilizar todo.
Yo no entendía de que se trataba de la vida, ni siquiera que había mucho más allá de aquel lugar y el pequeño hueco donde vivía con mi madre.
Me dedicaba a jugar con las colillas de los cigarros dejadas en las mesas y siempre iba a la misma mesa, aquella en donde siempre se sentaba el hombre robusto y de traje blanco, siempre luego de que se fuera como me decía mi madre.
Aquella noche después de que se fuera me senté en su silla, no obstante, el hombre hizo presencia contrastando su traje con el color negro de los manteles.
Comentó que me había estado observando desde hacía muchas noches y que me haría un regalo. Fue justo el momento en donde se quitó su reloj. Después de aquello me dijo que siempre me veía contando y que con eso podría contar el tiempo, tiempo que podría usar para volverme alguien mejor y que él se encargaría de ayudarme.
Jamás supe el nombre de aquel sujeto, ni siquiera su apellido. Pero siempre lo recuerdo como el señor reloj.
Nunca llegué a contarte aquella historia ni siquiera mencionarla, porque sabía que buscarías la forma de devolverlo.
Constantemente me preguntabas porque te lo había regalado, que era una joya costosa y que no debía de habertela dado. Jamás te respondí, porque responderte implicaba contarte aquella historia y esa no era mi intención.
Yo sabía que podías llegar a más de lo que eras, que no debías limitarte y que así como me ayudó a mí contar el tiempo a ti también te ayudaría. Porque quise estar allí como alguna vez estuvo el señor reloj impulsádome, ayudándome a levantarme en los momentos necesarios.
Te lo di para que manejaras el tiempo a tu antojo.
Te regalé mi tiempo.
Y fue un buena decisión, fue un decisión excelente.
Porque aprendimos a detenerlo cuando quisiéramos, cuando era necesario para alguno de los dos. Que no hacía falta que uno estuviera allí pues una llamada en los momentos cruciales podría cambiar todo.
El día en que volví, luego de que Ian se durmiera y me soltara quise asegurarme que no dejaras nada, quería revisarlo todo por si se te había olvidado algo y así volver a verte, que detuvieras el tiempo una última vez .
Sin embargo, lo único que encontré fue un reloj con sus agujas detenidas encima de unos sobres.
Al principio pensé que se había quedado sin batería, pero rápidamente note que en realidad tú lo habías detenido.
Lo detuviste antes de irte.
Pero yo no lo volví a poner en marcha. Preferí usarlo así, llevar aquella hora conmigo siempre, llevarme tu recuerdo conmigo.
Un así, aunque en tiempo en mi reloj se detuvo sin existir pasado presente o futuro o siquiera el tiempo mismo.El reloj de la mesita en donde están nuestras fotos sigue corriendo, sigue existiendo el pasado el presente y el futuro.
Observaba ambos relojes y sus contrastes en sí mismos y como uno se consumía hasta que se quede en algún momento sin cuerda.
Porque sí deseé consumirme, así como el reloj de la mesa, poco a poco y luego detenerme aunque solo fue un instante algo efímero como lo fue nuestro tiempo junto al otro.
Ese día volví a caer en el alcohol, te juro que fue solo un momento. Entonces mientras comencé a contar los segundos que marcaba y por un segundo de los que marca el reloj te odie, pero solo fue uno.
.L.
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EL DÍA EN QUE TE VUELVA A VER
RomanceLos recuerdos y la memoria nos mantienen vivos diariamente, con ella aprendemos la rutina, la memorizamos y la recordamos todos los días, y si es necesario cambiarla lo hacemos sin problema. Mantienen vivos a los que de una u otra forma ya no están...