•ANDRÓMEDA•

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Lápiz y un papel.

No tienes ni la menor idea de cuantas veces he pensado en que debería odiarte más, que debería estar hablando mal de ti, de nosotros en general.

No sabes cuantas veces me han dicho que me debí de olvidar de ti, que ya es hora de que me busque a alguien más, alguien que si se quede a mi lado y no se vaya como tú lo hiciste.

Pero de igual manera si encontraba a otra persona, esa persona podría irse de igual manera o simplemente podría no amarme.

En el planeta hay 7. 55 miles de millones de personas, de esas el 50,5 % son hombres y 49, 5% son mujeres. Todos viviendo en un espacio confinado de tierra y agua en algún punto distante de la galaxia.

¿Sabes una cosa? Hay más de un millón de personas igual a ti. Más de un millón de personas con ojos iguales a los tuyos, más de mil millones de personas con pecas en los hombros que descienden por la espalda y con manchas que intentan ser pecas puestas en el rostro. Más de mil millones que su cabello forma ondas, más de mil millones que son capaces de amar. Viéndolo así no tienes nada de especial, nada que te haga resaltar sobre el montón de millones de personas.

Existen millones de personas en las que algún día puedo interesarme y que si me lo propongo soy capaz de olvidarte.

Eso es lo que dicen; aunque, yo sé que no funciona así.

Yo sé que no voy a olvidarte, pues el día en que yo tuve la oportunidad de hacerlo, el día en que pude haberme olvidado de ti no lo hice porque no era justo.

No era justo olvidarme de tu sonrisa, tu voz o algo tan simple e insignificante como el tacto de tu piel sobre la mía. No era justo para mí olvidarme de tu perfume o de la cantidad finita de constelaciones que era capaz de formar.

Porque no nos gusta olvidarnos de las cosas materiales, así cuando las perdemos seguimos recordando eso o simplemente lo reemplazamos, ya que son cosas producidas en masa y terminamos por agregarle el mismo valor sentimental.

La cosa es que nosotros no somos fabricados en masa.

No es justo que hable mal de un nosotros, no es justo que te odie cuando no tengo nada que reprochar, no vale la pena difamar algo que nunca fue.

Y no es un recuerdo donde estuviste conmigo, ni siquiera sé si estabas cerca de mí en ese momento. No obstante, estabas en la boca de la mayoría de personas en aquella mesa. Y antes de que Ian se pusiera más rojo de lo que estaba y yo comenzar a decir cosas de las cuales podría terminar por arrepentirme; decidí que era hora de levantarme y dejar de intentar defender algo que no iban a entender nunca.

Sé que pueden haber miles de millones de personas que pueden parecerse entre sí, así como sé que a cada segundo aumenta la sobre población.

Si hubiera un millón de personas igual a ti, estoy seguro de que dormiría tranquilo porque en algún punto me encontraría con alguien exactamente igual a cómo eras tú. Estoy seguro de que dejaría de salir al balcón en las noches solo para ver si te veía por allí cerca mirando hacia mi ventana.

Ya no contaría más las estrellas y ni siquiera pensaría en el daño que hacen los cigarros con toda la cantidad de sustancias químicas y el polonio-210.

Mas, no puedo irme a dormir sin antes mirar la pantalla de mi teléfono por una notificación que no aparecerá y con una foto nuestra de pantalla, con la esperanza de soñar contigo y tu sonrisa, haciendo el mayor esfuerzo para no olvidarme del sonido de tu voz o tu risa. No duermo tranquilo sabiendo que estás allá afuera quién sabe en qué lugar o si acaso estás bien.

Aún me asomo al balcón para ver si quizás volvías sabiendo que eso no va a suceder.

Porque aunque hay 7. 55 miles de millones de personas, entre miles de millones no hay una sola igual a ti.

No porque puedas volar.

No porque poseas super fuerza.

No porque seas capaz de convertir la madera en diamante o tal vez en oro.

No porque tengas la habilidad de detener balas.

Solo porque me amaste, porque supiste amarme.

Porque aprendiste a amarme. Amarnos.

Porque no cualquier se toma el tiempo de dejarme sus recuerdos más preciados antes de recoger sus maletas e irse.

Vivimos en la Vía Láctea, una galaxia espiral donde se encuentra nuestro sistema solar y a su vez se encuentra la Tierra. Un lugar donde no solo se encuentra nuestro sistema solar sino que existiendo millones de ellos, estimándose que contiene entre 200 a 400 mil millones de estrellas.

En un mundo sobre poblado y tal vez el único en donde exista vida, apareciste tú en la probabilidad de uno entre miles de millones logrando derribar muro tras muro, pared tras pared.

Un mundo en donde existe la ecuación de Dirac, también conocida como la ecuación más bonita de la física o la ecuación del amor describiendo el fenómeno de entrelazamiento cuántico, la que enuncia que:

"Si dos sistemas interactúan uno con el otro durante un cierto período de tiempo y luego se separan, lo podemos describir como dos sistemas separados, pero de alguna manera sutil están convertidos en un solo sistema. Aunque se separen y estén a millones de kilómetros de distancia o a años luz se siguen influyendo entre ellos"

Y de cierta manera nos convertimos en esa ecuación; ya que, sin importar en dónde estés seguirás siendo parte de mí, sigues influyendo en mí. Porque lograste que una parte de ti se quedara guardada en un rincón de mí.

No importa si decido guardar mi amor o el de los dos en Saturno, Plutón o en la Luna, pues seguirá allí esperando por nosotros, no se irá a ninguna parte.

Porque no me importa si estás en Andrómeda o a la vuelta de la esquina, seguirás siendo tan importante tal y como lo fuiste cuando estabas a mi lado.

.L.

EL DÍA EN QUE TE VUELVA A VER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora