Noviazgo

32 0 0
                                    

"Dile que sí aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no"

Amor en tiempos de cólera, Gabriel García Márquez

Fue una de las épocas más lindas, no me arrepiento de haber vivido parte de mi vida con él.

Estaba enamorada completamente de él, todo era maravilloso. Primera etapa. Todo lo ves perfecto, él es perfecto, lo que hiciéramos perfecto. Era nuestro mundo ideal. Había encontrado a mi príncipe. Después de varios sapos.

Teníamos una conexión indescriptible, mis amigas me envidiaban porque me decían que éramos, el uno para el otro. Hasta cuando íbamos a los bares o antros nos la pasábamos platicando.

A mí como niña pequeña me tenía que meter mi mamá a regañadientes a la casa, cuando él me iba a visitar los martes, jueves y domingos de forma religiosa. Era mágico, estar con él. Esperaba con ansias esos días y esas horas. No importaba si al día siguiente tenía que trabajar muy temprano.

Pasamos muchos eventos y cosas juntos que sería interminable de contar en 8 años.

Pero serán las más significativas las que comentaré.

Nosotros no éramos nada cursis pero nos demostrábamos lo que sentíamos el uno por el otro. Pero era increíble esa dosis de Dopamina, oxitocina y serotonina.

Estaba muy contenta con él y todo lo que lo rodeaba. Nunca quisimos convivir mucho con nuestras familias (tal vez debí hacerlo un poco más). Sentía que era mi caballero de armadura. El que me podía proteger (error, porque ahora entiendo que una se cuida y se protege sola). Me abría la puerta del coche, a veces me compraba una rosa, trataba de complacerme (ya después se le olvidó, yo siempre he dicho la igualdad y caballerosidad no están peleadas).

Lo empecé a conocer mucho más supe que fumaba, le gustaba la fiesta en ese entonces, el tequila, aún más la cerveza. Que le gustaba salir con sus amigos desde el jueves y por lo regular terminaban algo briagos, con el tiempo le bajó a todo.

A mí un día en un domingo me tocó ir y convivir en un bar con sus amigos. Una cita no tan común. Le dije que no me gustaba que tomara tanto o era algo que yo notaba. Así que con ese comentario y otros más poco a poco se fue midiendo.

Un día tuvo un ataque de celos y reclamos y le dije que a mí no me gustaba que se comportaran así conmigo que yo no era nada celosa, que lo dejaba de ser o hasta allí quedaba la relación. Y pues decidió calmarse un poco.

Nos relacionamos con nuestros amigos, (al inicio no era así cada quien con los suyos), y yo salía pero no tan constante, no he sido tan fiestera pero me gusta el baile.

Después acordamos salir también los sábados, le agregamos un día a la agenda, ese día de noche a la madrugada, cosa que causó conflicto con mis papás porque yo no salía tan seguido y boom resulta que ahora todos los sábados.

Éramos muy apasionados, y yo fui su primera en todo, según me comentó. Al año yo era la que le estaba proponiendo, sugiriendo si quería estar conmigo, hacer el amor conmigo (a un hombre cómo le preguntas eso, siempre va a querer), porque yo lo ansiaba, lo amaba y deseaba, obviamente su respuesta fue que sí.

Esa primera vez estaba tan nerviosa y noté que él también. Pero fue increíble lo que vivimos ese día. Y los siguientes, y cada que podíamos, era una nube, era estar con el hombre ideal. Me sentía completa (un error también, uno es el que debe sentirse completo sin nadie).

Llegó la hora de conocer a su familia, en el cumpleaños de su papá, me sentía muy ansiosa de conocerlos. No sabía si me iban a aprobar, no sabía no como vestirme, como llegar a saludarlos, Alejandro pasó por mí a mi casa.

ADIÓS, FUE UN GUSTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora