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No puedo recordar muy bien mi primer año de Universidad. Tras la llamada telefónica de Julio, organicé todo lo que tenía que hacer, al día siguiente temprano salí a comprar dos maletas grandes donde guardé toda mi ropa, toallas, sábanas, mantas, así como mi portátil y los regalos que me habían ido haciendo Ricardo y Ruiman. Tras guardar todo, rompí la tarjeta de mi antiguo móvil y dejando este junto con las llaves de la casa, me marché. Con esto ya no tenía nada de mi antigua vida.



Mi viaje de cinco horas a una nueva ciudad. Una nueva vida, un nuevo comienzo. Con el corazón aún doliente por mi reciente ruptura y el dolor que no esperaba sentir por lo acontecido con mis padres, fue un viaje duro lleno de dolor y soledad.

Ese primer año, fue agotador. Solo estudiaba, había decidido la carrera de magisterio, deseando ser maestro de niños de a partir de tres años, me sumergí en mis estudios. Conseguí un trabajo dando clases particulares en una academia de lunes a jueves, los viernes y sábados por la noche era camarero en un bar de copas y los domingos no trabajaba, aunque sí que estudiaba.

Mis notas siempre muy buenas y así pudiendo obtener becas. El duro trabajo y esfuerzo me llevó al distanciamiento de mi doloroso corazón roto. Poco a poco fui dejando atrás la angustia, el dolor de sentirme traicionado y abandonado por las personas a las que había amado, como nunca amaría a ninguna otra. El dolor fue dejando de ser tan abrumador y comencé a aceptar citas y salir con unas y otras parejas, pero nunca duraban más de un año. No veían en mi amor, o compromiso real.

Julio se convirtió en mi familia, él fue como mi hermano, pasábamos todas las fiestas juntos, nos apoyábamos y felicitábamos por nuestros distintos logros. Siempre juntos, siempre ayudando y protegiendo al otro. Fui yo quien estuvo allí cuando sus relaciones finalizaban y fui yo quien preparó su despedida de soltero, quien les ayudó a organizar la boda, soy padrino de su pequeña y un tío para ella.

Los dos cambiamos de ciudad tras acabar la universidad, yo aprobé las oposiciones y trabajo en un colegio en el que soy muy feliz, trabajo con alumnos de tres años y los dejó cuando con seis años pasan a primero, así año tras año. Soy feliz sin ningún vínculo con nada ni nadie de hace quince años, cuando perdí y dejé todo.



-Tin, te llamo para saber si al final puedes quedar mañana, Sara está preparando tu tarta de cumpleaños con Irene, está muy ilusionada.

-Sí Julio, dile a tu pequeña que mañana celebraré mis treinta y tres años con ustedes. Estoy muy ilusionado.

- ¿Qué tal están las clases?

-Mis alumnos tan locos como siempre. Me parece mentira que ya este sea el último curso que estoy con ellos, en unos meses será verano y en septiembre comenzaré de nuevo. Alumnado nuevo de tres años, me da ilusión, pero también me da tristeza.

-Lo mío es más fácil, mis clientes van y vienen a la farmacia, no llego a encariñarme tanto con ellos. Sara está muy ilusionada de empezar primero en septiembre.

-No tenéis que preocuparos de nada, aunque yo no sea más su profesor, seguiré pendiente de ella. Cualquier cosa, saben que estaré atento.

-Lo sabemos, para eso es tu sobrina. Mañana te esperamos para almorzar, por cierto, supongo que Sara insistirá en que te quedes a dormir.

-Claro, ningún problema.

- ¿No tienes planes con tu novio?

-Está en viaje de negocios, llegará el domingo. Así que no hay problema. Además, que sabe que Sara es lo primero.

Mis amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora