FIN

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No lo puedo creer, el tiempo pasa tan rápido. Hoy es mi último día dando clase a esos pequeños niños que tomé cuando tenían tres años. A partir del próximo curso pasan a primaria, ya no volveré a ser su profesor y me da algo de pena.

En septiembre me enfrentaré a niños de tres años, otra vez, para curso a curso ir preparándolos hasta el momento que tengan que pasar a primaria, como estos niños ahora. Es un ciclo que no acaba.

Pero con esta despedida viene algo maravilloso, increíble, agradable. Por fin podré vivir con Ruiman, Ricardo y sus hijos. Decidimos esperar hasta que yo dejara de ser su profesor, para dar un paso más en nuestra relación.

-Adiós niños, pasen unas muy buenas vacaciones.

-Adiós profesor, le echaremos de menos.

-Ya son más grandes, irán al colegio con los mayores, verán todo lo que aprenden y se divierten.

Me van abrazando mientras se despiden de mí, ellos y sus padres, todos tan cariñosos que me da pena que haya llegado este momento. Cuando se van todos, me quedo solo en la clase, recojo las cosas, dejo todo ordenado. Mañana de todas formas tengo que volver. Ya no daré clases, pero tengo muchos informes que rellenar y hasta finales de junio no dejaré de venir al centro, aunque en un horario más reducido.



Conduzco nervioso, acercándome a mi nuevo hogar. Una gran casa terrera de tres plantas me espera. Un camino me conduce hasta el garaje, el jardín tan hermoso me fascina. Cuando salgo del coche me dirijo al interior de la enorme vivienda.

Ricardo y Ruiman adquirieron la vivienda y la arreglaron a su gusto. Decidieron copiar el diseño de la vivienda de los padres de Ruiman. La planta baja tiene un enorme salón, un comedor, la cocina, un baño. En la primera planta hay una enorme habitación de juegos, los dormitorios de Aday y Gabriel, con un baño para que compartan. También hay otro baño y varios dormitorios para posibles visitas.

La última planta es donde nosotros tres dormiremos. Tiene un enorme dormitorio insonorizado con una cama hecha por encargo, hermosa y cálida, para nosotros tres. Aparte, cada uno tenemos nuestro propio dormitorio, realmente son más bien nuestros despachos, aunque hay camas en ellos, para disimular y por si en algún momento realmente las necesitamos usar.

Queremos que los niños no sepan aun realmente el tipo de relación que tenemos, que piensen que somos tres amigos que vivimos juntos para ayudarnos. Así de paso evitan posibles problemas con los familiares.


Entro al enorme salón donde los cuatro me esperan, hoy es la fiesta de inauguración. Los pequeños me abrazan muy felices, estaban como locos de ganas de vivir conmigo. Me he ganado su afecto en los últimos años.

Ricardo y Ruiman me dan un leve abrazo, delante de los niños somos cuidadosos, me acompañan a mí "habitación" donde los niños también ayudaron a dejar mis cosas. Lo que en realidad contienen las cajas son las cosas de trabajo, que irán ahí. La ropa y mis cosas personales me esperan en el dormitorio de los tres, pero lo arreglaré todo más tarde, cuando los niños no estén para hacer mil preguntas.


-Me siento tan feliz y satisfecho. Por fin tengo a los dos conmigo, juntos todos los días, me parece un sueño. -Ricardo nos tiene abrazados a Ruiman y a mí, ambos apoyando las cabezas en su cuerpo, recostados en la enorme cama. -Aunque sea feo decirlo, deseaba tanto que los niños se durmieran.

-La casa es preciosa, todo es perfecto, enhorabuena a los dos, este año de trabajo y esfuerzo valió la pena. -Han trabajado tan duro, estoy muy orgulloso de ellos. -Ahora solo tenemos que convertirlo en un hogar feliz, tenemos que poner de nuestra parte.

-Seguro lo haremos. Los cinco estamos muy felices de estar aquí juntos. Llevamos tiempo deseando esto, seguro que con esfuerzo y amor lograremos solucionar todo. -Ruiman se acerca a mí, me da un suave beso en los labios y acaricia mi cabeza. - ¿Estás muy cansado?

-Un poco, ha sido un día lleno de sentimientos. Es duro despedirse de los niños sabiendo que no volverás a darles clases.

Los dos me abrazan y mientras hablan mis ojos se van cerrando. Estaba más cansado de lo que esperaba. Es tarde y mañana de todas formas tengo que ir a trabajar.




Cuando entro en la enorme cocina, veo a mis dos hombres coqueteando entre ellos mientras preparan el desayuno para todos, me encanta verlos tan cariñosos. Ya han pasado diez años desde que vivimos juntos, como una enorme familia feliz. Mi corazón aún salta y se retuerce de amor, cuando los veo como están ahora.

-Buenos días, se ven muy animados.

-Hola Tin, estamos preparando el mejor desayuno del mundo.

-Sí, hoy empiezan las clases, se acabó el verano y empiezan las responsabilidades.

Me acerco a Ruiman, que se gira para abrazarme y darme el beso de buenos días, no terminan de despegarse nuestros labios, cuando los de Ricardo ya están en mí, Ruiman me acaricia la nuca con su juguetona lengua, empiezo a sentir manos que se van perdiendo en mi ropa.

-Paren, los niños podrían vernos. -Jadeo, ya empezaron a excitarme. - ¿No fue suficiente con lo de anoche?

-Tin, cariño, nunca hay suficiente de ti.

-Hueles tan bien.

Pudimos escuchar ruidos provenientes de la escalera y nos apartamos unos de otros mientras yo intento arreglar mi ropa. Entran Aday y Gabriel, ambos nos saludan, Gabriel se sienta frente a mí sonriendo, mientras que Aday ni siquiera nos mira.

-Tengo algo que decir, porque en verdad estoy cansado.

-Cállate, Gabriel.

-No seas maleducado Aday. Dinos que te tiene cansado.

Gabriel le saca la lengua a Aday y después sonriendo nos mira a los tres, Aday se va sonrojando y bajando la cabeza.

-Hace mucho tiempo que Aday y yo sabemos de su relación, hemos estado esperando a que nos dijeran algo, pero en vista que siguen jugando e intentando esconderlo, pues ya me cansa.

Los tres nos miramos asustados, blancos, no esperábamos que nos hubieran pillado, no éramos tan buenos escondiendo las cosas como pensábamos.

- ¿Desde cuándo lo saben? -Ricardo de lo más tranquilo, preguntó.

-No sé, de siempre. Son muy cariñosos y ya los vimos besarse alguna vez.

Escuchamos un sonoro suspiro de Aday y todos le miramos, cansado levantó la mirada del plato y se unió a la conversación.

-En un principio, pensamos que se estaban haciendo los cuernos, pero con el tiempo comprendimos que estaban los tres juntos. No nos molesta, no nos avergüenza, así que dejen de ocultarlo.

Los tres los miramos algo avergonzados, sonreímos y comenzamos a desayunar, al final se nos va a hacer tarde. Nunca espere tener la felicidad de pertenecer a una familia, no es una cualquiera, somos cinco miembros, que nos amamos, apoyamos y cuidamos.

Por otro lado, sigo teniendo a Julio y su familia, que siempre están ahí para cualquier cosa. Pensando en lo solo que estuve, el ver cómo es mi vida ahora, nunca esperé poder ser tan feliz, las cosas son mil veces mejor de lo que hubiera esperado nunca.



FIN


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Ya saben si tienen algo de comentar, es bienvenido, gracias por tomarse tiempo en leer.

Un saludo y nos leemos.


Mis amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora