Cap. 5 Camila

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Estaba tranquila en mi escritorio, pues ser la secretaria y encargada de un orfanato no era tarea difícil para mí. De un momento a otro entra mi asistente diciendome que me estaban buscando.

—Enseguida voy.

Cerré la laptop y acomodé los libros que tenía esparcidos encima de mi escritorio

-Debo ser mas ordenada -dije para mi.

Bajé a la oficina de despacho y, al entrar, vi a un oficial de la policia con una niña en su regazo:

-¡Buenas tardes oficial! Discúlpe la demora por favor -saludé mientras cerraba la puerta y me adentraba a la habitación.

-Buenas tardes, vengo por esta niña.

Me quedé observando a esa pequeña, tendría unos tres o cuatro años, delgadita, de test clara y tan delicada.

-¿Qué pasó con ella?

Comencé a escuchar con mucha atención lo que me iba contando aquel oficial y me quedé estupecfacta al escuchar esas palabras

-¿Vió cómo golpeaban a su abuelito?

-Eso no lo sabemos srta. Es cierto que cuando encontramos a la niña estaba con aquel anciano pero -hizo una pausa corta para acomodar a la pequeña-, pero no podemos confirmalo. Es por eso que le pido que la tenga en su albergue al menos hasta que podamos enclarecer todo esto.

-Y dígame oficial, ¿cuál es el estado del señor que acompañaba a la pequeña?

-Dudo que sobreviva, es más, seguramente falleció camino al hospital.

Después de una charla un poco extensa, llevé a la niña a una habitación para que descansase un poco:

-¿Te gusta el cuarto? ¡Todo rosa!

-No.

-¿Qué es lo que no te agrada?

Tras mi pregunta, sus ojitos se llenaron de lágrimas mientras intentaba ocultarse en sus dos manitos:

-Quelo a mi abuelito.

Y me abrazó. ¡Cuánta tristeza sentí en su abrazo!

-Descansa un poco, porfavor.

Acosté a la niña y luego de unos minutos se quedó cometamente dormida.

***

-¡A levantarse, es hora del desayuno!

Una a una las niñas se iban levantando, menos la recién llegada; me acerqué al pie de su cama y acariciándo su cabellito le pregunté:

-¿No quieres tomar desayuno?

-Tomaba desayuno con Benito, él no está aqui, no quelo nada.

-Apuesto a que ha Benito le encantaría que comieras.

-¿Si?

-Claro que si, vamos.

La pequeña se puso de pie y fuímos juntas a comer. Entonces Camila -una niña de 13 años- comienza a hablar con ella:

-Hola, me llamo Camila, ¿como te llamas?

-Lu-luciana.

-Que tal Luciana. Ahora somos amigas.

-¿Amigas?

-Si, y vamos a jugar mucho. ¿Cuántos años tienes?

-Cuatlo -dijo mostrando sus deditos -, tengo cuatlo años.

-Yo tengo 13, y te voy a cuidar. Asi que come la fruta Luciana.

-¿La fluta?

-Si, esta fruta -levantando un trozo de papaya con el tenedor -cómela.

Luciana... *(terminada)*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora