Cap.17 "No quiero vivir así "

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Sus manos cayeron a los costados, ahora solo era yo quien la abrazaba:

—No sufrió ningún accidente porque fué tu tía, quien la atropelló.

Los llantos de Luciana empezaron a oírse, los doctores estraron preocupados:

—¿Qué pasó? Jóven.

Ellos intentaban separarme de Luciana quién me golpeaba la espalda para que la soltara, al final fueron los médicos quienes me separaron de ella:

—Lo prometiste —dije llorando.

Ella no me escuchaba, se arrancó la vía que llevaba en su mano y golpeaba la camilla una y otra vez.

—¡Calmese señorita por favor! —pedían los médicos intentando en vano que se calmara.

Ellos le pusieron nuevamente la vía y le inyectarin un calmante que dió efecto minutos más tarde.
Salí de la habitación:

—¿Me puede decir que es lo que la puso así?

No podía articular palabra, estaba tan herido, tan culpable.

—Dígame por favor.

—Le conté lo que tenía que saber.

El doctor no me preguntó más, me trajo un mate y se retiró.
Mis papás vinieron a ver a Luciana y a preguntarme que es lo que había pasado, les conté todo lo que pude y me abrazaron, me pidieron que vaya a casa, que ellos se encargarían de todo pero me negué, preferí quedarme con Luciana hasta que despierte.

—Papá —lo llamé antes de que se retirara.

—Dime hijo.

—Quiero pedirte un favor.

—Dime.

—Hay una persona muy importante en la vida de Luciana, necesito que lo encuentres.

—Dime cómo puedo hacerlo.

—Te comenté que la tía de Luciana confesó que el abuelo de Lu estaba en un asilo, encuentralo.

—Pero hijo...

—Por favor papá, solo te pido eso.

Papá miró a mamá, y ella asintió.

—Lo haremos.

                           ***

—Joven, la señorita acaba de despertar.

—¿Puedo pasar a verla?

—Puede, pero no quiere hablar con nadie.

—Gracias.

Entré a su habitación y la vi, recostada de lado dándome las espaldas:

—No es bonito ver tu espalda —le dije.

—Cállate.

—Oye, lo siento mucho —ella solo guardó silencio—, no quise hacerte daño, pero creí que tenías que saberlo.

—¿Dónde está?

—¿Quién?

—Esa señora.

—Presa. Luciana yo...

—Gracias.

—¿Por qué me agradeces?

Ella se giró, y quedamos frente a frente:

—Gracias por contarmelo todo. No es tu culpa, sé que debió costarte mucho todo esto.

—No tienes ni idea.

—Por eso gracias —y se giró nuevamente.

—Te dije que no quiero ver tu espalda, es desagradable.

—No me mires entonces.

—Te voy a ayudar.

—¿Con qué?

—Encontraré a tu abuelito.

Ella se sentó de golpe con la mirada al frente.

—Ya me rendí.

—Pero el no está muerto.

—¿Y qué si es verdad? —me miró con los ojos llorozos—, ¿qué voy a darle eh? Nada, él está mejor donde quiera que esté.

—¡Escúchate! ¿Qué no esperaste tanto para poder tenerlo cerca a ti? ¿Es que te piensas rendir tan fácil?

—¡Tú no tienes ni la más mínima idea de cómo me siento Santiago! Por favor ya vete.

—Quiero ayudar....

—¿Qué no entiendes? ¡Quiero que te vayas!

—¡Pues no me voy! Me quedaré aquí sentado hasta que me hables, incumpliste una promesa y estas en falta conmigo.

—Yo me voy.

Luciana volvió a arrancarse los aparatos que tenía colocados y se puso de pie, abrió la ventana:

—¡Qué haces idiota! —grité mientras alcancé a sostenerla del brazo.

—¡Sueltame! ¿Que no entiendes que no puedo vivir de esta manera? Quiero morir.

Jalé a Luciana y la retuve en mis brazos:

—No digas tonterias.

—¡Sueltame Santiago! ¡Déjame!

Sus golpes no iban a lograr que la soltara:

—¿Qué no te entiendo dices? Vi morir a mis padres, vi como unos asesinos los mataban.

Su silencio me decía todo:

—Ellos no son mis padres de sangre, me adoptaron cuando cumplí siete. Pero los amo con mi corazón, ellos son mi vida, ellos me dieron la esperanza para seguir viviendo. ¡Tú tienes a tu abuelito maldita sea!

Dije rendido, la solté y caí de rodillas:

—No sabes, no sabes cuánto daría por tener a mis padres con vida.

Luciana estaba de pie, pero no veía su rostro, este recuerdo era demasiado doloroso para mí. Me abrazó.

—No tenía ni idea de lo que pasabas.

—Idiota— le dije finalmente correspondiendo a su abrazo—, no te tires. Dolerá.

Ella rió, logré sacarle una sonrisa después de todo.

Luciana... *(terminada)*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora