Cap. 19 "Benito"

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No me escuchaba, solo corría en una dirección, conocía muy bien el camino. Corrimos por muchas cuadras hasta que se detuvo en una esquina :

—¿Lu?

—No puedo creerlo.

No entendía lo que pasaba, hasta que vi en la misma dirección que ella observaba.

—¡Lo encontraste!

A lo lejos, cerca de un arbolito, habia un ancianito sentado en una silla de ruedas, llevaba consigo una cajita de caramelos y una muñequita de trapo. Luciana y yo nos acercamos poco a poco a él, yo me detuve unos metros antes para permitir que ellos tengan un recuentro grato:

—Di-disculpe, ¿cuánto cuestan los caramelos? —preguntó emocionada Luciana.

—Hola señorita estos están 20 centavos y estos de aquí...

Y la vió, los ojos de aquel ancianito se llenarnos de lágrimas inmediatamente:

—¡Mi hijita!

Lu lo abrazó, lo abrazó con tanto amor que yo a la distancia que me encontraba podía sentir cuanto sentimiento había en ese abrazo:

—Mi niña hermosa, pero mira que gr de y bonita estas. ¿Dónde estuviste tanto tiempo?

—Abuelito —lo llenó de besos—, ¿Dónde estabas tú?

—Mira mi niña —y sacó del costado de su silla de ruedas una muñequita de trapo—, siempre la llevó conmigo, me ha cuidado mucho todo este tiempo, a ella le cuento como me siento. Fue tu muñequita quien me dio la fuerza para seguir adelante y poder encontrarte.
Así tomé la decisión de escapar de ese asilo y venir aquí donde pasé los momentos más felices de toda mi vida.
Una señora que no conozco estuvo conmigo hasta que salí del hospital, pero luego me dejó en tirado en un basural, unas personas muy buenas me encontraron y me llevaron a ese asilo,les dejé una carta agradeciendo a los muchachos por cuidar de este viejito molesto y me vine para aquí, a buscarte mi vida.

—Benito traviesos, ahora estoy contigo, y nunca, nunca más nos vamos a separar.

¿Cómo describir este momento? No tengo palabras exactas para hacerlo, era tan emotivo ver las lágrimas de ambos al verse después de tanto tiempo, que yo lloraba de solo verlos.
Luciana me contó la historia de aquella muñequita de trapo que cuidó a su abuelito todo este tiempo:

—¿Es milagrosa esa muñeca?

—Claro que lo es.

—Es muy mi do que la haya conservado. Se ve que la quiere mucho.

—Sabía que ella la cuidaría, ella cuidaría a mi abuelito desde el cielo.

—¿Desde el cielo?

—Sí —ella sonrió con la mirada en el hermoso cielo que había ese día—, Benito es el regalo más hermoso que me dejó  mamá.

Luciana... *(terminada)*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora