Cap. 10 "Cosas Que Pasan".

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A la mañana siguiente, me levanté temprano a pesar que me haya dicho que no lo haga.

-Buen.... -intenté saludar pero su mirada me decía que había hecho mal.

-¿Qué haces despierta?

Me tomé unos segundos para responder, quería decirle que yo ya contaba con una carrera universitaria pero si lo hacía, no iba a lograr encontrar a mi abuelito:

-Creí que se trataba de una broma.

-Una broma aja, bueno no lo es. ¿Qué harás ahora?

-Bueno, ayudaré en casa, ¿no?

-Te despedí, además te dije que no me vieras a los ojos.

-No sabía quién me escribió, no puso su nombre -mentí.

-Ya, bueno, creo era obvio. Bueno, ¿te quedas o te vas?

-Me quedo pero no puedo acep...

-Que bien, ahora vete a tu cuarto.

Sus respuestas eran muy frías, ¿cómo pretendía que le respondiera?

-No puedo quedarme sin hacer nada.

-No hay nadie en casa -giró su rostro y colocó la mano en su nuca-, voy a salir con unos amigos, mmm, ¿quieres venir?

Su pregunta fué muy inesperada:

-Lo siento pero no puedo.

-Bien, te espero abajo. No demores.

¿Qué rayos le pasa?

Esperé unos minutos y bajé, sin arreglarme y vestida como ama de casa.
Me acerqué al auto y él bajó del asiento del piloto:

-Demoraste mucho -abrió la puerta del copiloto -, sube.

-¿Crees que voy a subir así?

-No sé, son tus gustos.

-Pues no iré.

Me retiré sin voltear atrás.
Entré nuevamente a la casa y espié por la ventana, él, Santiago, esperaba de pie apoyado en su auto, mirando su reloj; no sé cuánto tiempo estuvo ahí y yo espiando, pero finalmente se retiró.

-Por fin podré trabajar tranquila.

Antes de que entrará a la lavandería, la señora Gloria me detuvo:

-¿Qué haces?

-Oh, voy a limpiar.

-Tengo entendido que el jóven Santiago la despidió.

-Bueno es que...

-Entonces se va ahora.

La señora me empujó hasta llevarme a la puerta de salida:

-Que sepa que no es una reina sino una sirvienta más así que se larga.

Me cerró la puerta. ¿Qué rayos voy a hacer ahora?

Caminé hasta la esquina sin percatarme de mi alrrededor:

-Oye tú, ¿qué haces acá?

Giré, y vi a Santiago en su auto:

-¿No te habías ido?

-No, ¿qué haces acá?

-Pues me despediste, ¿no es obvio?

Él bajó del auto y abrió la puerta del copiloto como lo había hecho anteriormente:

-Vamos sube.

-No voy a regresar, tu ama de casa me trato bien mal.

-¿Quién?

-Ya me voy.

Antes de que pudiera retirarme me tomó del antebrazo:

-Dime quién.

Luciana... *(terminada)*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora