Luciana... *(terminada)*

Cap. 4 ¡No abuelito!

Amaneció. Me puse de pie mientras veía a la niña durmiendo, se veía tan tranquila que no quise despertarla pero al sentir un pequeño ruido al ponerme de pie ella despertó:

—¿Cómo estás Benito? —dijo sobándose los ojitos con ambas manos—, ¿todo bien?

—S-si Lucianita.

—Te veo asustado, ¿que pasa?

Me distraje, pues tenía la mirada fija en unos muchachos que venían hacia nosotros, los chicos que golpean a personas de la calle...

—Mira hijita, hazme un favor porfavor, sube al arbolito y no bajes ni hagas ruido.

—¿Poque? —preguntó extrañada.

—Porfavor Lucianita, sube, ¡vamos a jugar!

—¡Chiiiii!

La ayudé a subir y le dije finalmente:

—Pase lo que pase, no llores ni grites, ¿si?

—Uhum —asintió.

—Prométemelo.

—Lo plometo.

Los chicos se acercaron y comenzó lo que ya venia venir:

—Jajaja, pero mira a quien tenemos aquí, un viejo vagabundo.

—Si, ya lo vi. ¡Suciedad!—, me gritó aquel jóven y me golpeó con un palo en la cabeza; tirado en el suelo, pude ver a mi pequeña, abrazando su muñequita mientras lloraba.

—¡Me encargaré de limpiar la ciudad!

Comenzaron asi los constantes golpes, me quejaba pero era en vano. Ellos no pararon hasta dejarme completamente herido.

Escucho sirenas.

—¡Vamos, los tombos! —dice uno de ellos y se van corriendo.

Los policias llegan y llaman una ambulancia.
En eso, una manito se posa en mi rostro.¿Lucianita?

—¿De dónde salio esta niña?— dijo uno de los policías.

—¡¡Abuelitooooo!!

¡Aqui esta, ella está a mi lado!

—N-no no llores hijita —dije apenas.

—¿Poque te pegaron? Abuelito, abre los ojitos pofavor, ¡Benito!

Mi niña, te quiero.............

No sabía cómo, ni porque pero, a pesar de estar completamente adolorido, una parte de mí estába aún conciente y podía escuchar lo que pasaba a mi alrrededor:

—Niña, sal de aquí —mencionó alguna persona con una voz muy gruesa—, debes salir.

Yo sentí que mi cuerpo era levantando. Escuchaba voces de adultos y mujeres a mi alrrededor pero no entendía lo que decían.
Fué entonces que sentí la presencia de alguien a mi lado.

¡Era mi hijita!

—No sé a dónde te llevan Benito, pero, pero te dejo a mi muñequita, ella te va a cuidal como hasta ahora. Te quelo abuelito.

Mi niña bella, mi Lucianita hermosa dejó su muñequita en la camilla para que me cuidara como la cuidó a ella. ¡Dios mío, cuídamela!

Dejé de percibir los sonidos.
Sentía que mi débil cuerpo iba a dejar este mundo cuando comencé a sentir punzadas en el pecho.

¿Me estoy muriendo?